El Evangelio según Jaime López

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Jaime López llora cuando canta y habla como lo hace en sus canciones “Sean piadosos nada mas estudié hasta la prepa”, dice el juglar de Tres metros bajo tierra, Ella empacó su bistec, La dosis de tu amor y ¿Qué onda ese? Habla de que nunca ha tenido en su música un discurso o un manifiesto. Dice creer en todo, pero no convencerse de nada.  Afirma que nunca ha pensado en la libertad porque simplemente se la ha dado.

Es la conferencia de prensa previa a su homenaje en la Feria Internacional del Libro FILO 2015, López dice que “Rockdrigo González es un cover de Bob Dylan” y que en su trabajo de hacer canciones  viene de la composición a la descomposición y viceversa.

Recuerda que en los cincuentas cuando él nació (en Matamoros, Tamaulipas, con su infancia incrustada en la frontera norte y su conjunción cultural nada polarizada) había música por todos lados, muy viva.

“Era una cuestión ecológica, estaba en el ambiente, La radio empezaba a ser la rockola. El rock entonces no era un género sino el folclor de los folclores. Surgía de varias influencias: jamaiquina, italiana, mexicana. De los negros  sureños  de Estados Unidos”.

“Los mejores grupos norteños estaban dándole ya, Los Alegres de Terán, Los Broncos de Reynosa, la música norteña siempre ha sido la más activa, la que se ha mezclado con todo , con distrofias que la satanizan pero de las que sale adelante”.

López aclara que, toda revolución incluye atrofias, pues “los movimientos no se miden por sus frustraciones sino por sus aciertos”.

“El rock en México ha sido mas traumático frontera adentro que frontera afuera, la gran presencia mexicana ha estado ahí desde el principio. Desde Ritchie Valens hasta Carlos Santana, pasando por Linda Ronstand y Freddie Fender, casi paisano de San Benito, Texas. Hacia acá parece una generación elefantiásica”.

“A los 16 años llegue al D.F. , en 1969, ya muy echadito a perder . En el mundo del rock entonces  había mas enconchamiento que echarse pa adelante. Anduve en un montón de bandas portaleñas, de Portland, ahí de la Portales. Era como nuestro Liverpool, ahí te encontrabas a todo mundo”.

Hacíamos fusiles, todavía no se les llamaban covers. Y al final deserté de Filosofía y Letras de la UNAM al grito de ¡vámonos recio! En ese momento te la tenías que inventar que otra cosa.

Roberto González, Arturo Cipriano, Pepé Elorza y Rafael Catana, son los nombres que identifica de la generación de rockeros rupestres con los que siempre se le pretende identificar. Aunque  como bien lo dice el escritor Julián Herbert, “Jaime López, es el Jaime López de México, no hay nadie más”.

“No encajábamos en la peñas ni en los hoyos funkys. A Roberto (González)  y yo, con quien hice Sesiones con Emilia, nos veían mas como folkies estilo gringo, agentes del imperialismo yanqui, porque si algo odiaba la izquierda en ese momento era la mota y el rock, a Roberto y a mí, pues bueno nos gustaba el rock”.

La prensa ríe, Jaime se va a lo macizo y habla de Rockdrigo, de quien en una entrevista reciente  en Gatopardo  dijo que, el Profeta del Nopal fue el Abel que lo volvió a él un Caín.

Recuerda que conoció a Rockdrigo solo hasta principios de los ochentas, donde “los rockeros no querían saber de los cumbieros, los cumbieros no querían saber de los jazzistas, los jazzistas no querían saber de los filarmónicos, y los filarmónicos no querían saber de nadie más”.

“Eran guetos, autoguetos, autogoles. Yo siempre decía que ahí olía a gueto encerrado.  Más que Rockdrigo, el que me impacto fue Rafael Catana, quien estaba haciendo canciones realmente raras”.

“Rockdrigo tiene canciones buenas  pero creo que su éxito ha sido más por su mu… “López se detiene a tiempo, no termina la palabra y la prensa no lo nota.

 Recapitula lo que iba decir e intenta definirlo simple.

“Es muy difícil en este país estar vivo, la muerte se celebra más”

Dice que lee lo que le gusta, que su escritor favorito es  el uruguayo Felisberto Hernández, hoy bloqueado de las librerías, músico y también pianista, al que considera como “el mejor escritor que he leído en nuestra lengua”.

“No disfruté realmente Rayuela de Julio Cortázar, aunque no me gusten algunos libros procuro terminarlos. Leer lo que te apasiona y te gusta te previene de lo que no te gusta. A José Saramago no lo leo por prescripción médica”.

Más tarde esa noche, durante su homenaje, Julián Herbert lo llamará “uno de los poetas más grandes de este país”

“Los homenajes no me motivan, salvo que sea una consecuencia de lo que hago. Tú sirves para plantarte en un escenario y librar la batalla del placer. El ir y vivir  me lo da la música, la nostalgia es un animal estéril que no procrea nada”.

“Mi activismo político ha sido mi trabajo. Lo que tenemos muchas veces no son políticos, son apocalípticos. La peor censura es la que tú te generas. Los verdaderos actos políticos están en generar mercados”.

“Cuando hice Bonzo, en un disco de 45 revoluciones, atrás venía Mi amor no sirve de nada, está la frase Dios está en el Infierno, cualquier cosa que eso signifique. No la pasaron en Radio Educación y años después cuando fui llevado a juicio sumario por aparecer en Siempre en Domingo, a Raúl Velasco le encantó la letra”.

Parece que  López le  huye a la trasnochada congruencia y tiene unas ganas dementes por no quedar bien con nadie, dice que el activismo antes que nada es producir una canción y lanzarla a las entrañas del monstruo.

“Hay que ser rotundo en los actos políticos, sin estos son fallidos vas a fortalecer mas a tu enemigo. El mercado también es censura. Tú puedes decir lo que quieras, nada más que a ver quién te escucha”

Dice que la mejor manera de proteger lo que amas es saber cobrar. “El dinero no es bueno ni malo, es la mentalidad que le pones”.

A  propósito de dinero sale al tema el himno del bicentenario, que ejecutó al alimón con Aleks Syntek, y  que probablemente le ha reportado la mayor cantidad de rechiflas descalificaciones y mentadas de su carrera. Adelanta  que lo llamaron como obrero calificado y que para él fue un honor.

“Simplemente agarras al timón y vámonos, a ver don
de lleva el naufragio. La compañía que organizó los Juegos Olímpicos de Barcelona, preguntó por el mejor letrista del país”.

“Yo no me considero así, pero que bueno, quiere decir que están confiando en un curriculum que ni siquiera me preocupe en redactar sino que he ejercido sobre la marcha”.

“Me gusta echarme esos trompos a la olla, jugar con fuego y a ver si sobrebebo.

Syntek canceló su cuenta de  Twitter,  pero yo si me avente los madrazos con la gente. Me tocó sacar las castañas del fuego y no me arrepiento”.

Suena a que no hay muchas cosas de las que no se arrepienta Jaime López, obvio para alguien que de grabar un disco con una disquera transnacional, ha pasado sin problemas a grabar el siguiente en la intimidad de un closet.

“En el 89 (con su álbum Jaime López) estaba grabando en el memorable Record Plant, donde grabó John Lennon y Bruce Springsteen. Estaba baboseando en todos los discos de platino y de oro que ahí había y me gritaban, ¡ya, te toca grabar!”

“Hice discos en todo tipo de condiciones, aprendes que puedes hacer un disco con nada o con todo,  depende de qué tipo de música quieres hacer”.

“En 1993 me junte con José Manuel Aguilera, yo tenía una consola de cuatro canales y le dije , ahí podemos hacerlos. El me decía, más glamour maestro, por favor. Usted que ha estado en Nueva York en las entrañas del monstruo haciendo la revolución.

“Fue una cachetada a la gran industria, un disco tan bueno hecho en un closet. Aprender desde con nada hasta con todo, la consecuencia es Hoyo funky”.

“Los gurús, predicadores y tiranetas no me gustan. El escenario es muy riesgoso en ese sentido”.

“He ejercido la propaganda voluntaria o involuntariamente por andar de hocicón. El problema con ella es que más que aglutinar, dispersa. No estoy en contra de las canciones panfletarias hasta que descubro que lo son. Y es que no está mal ser oportunista sino que se te note. Hay quien a veces llega a un velorio y quiere ser el muerto”. 

“Hay un delirio de exhibicionismo, te lo digo porque yo soy un profesional de el, pero me bajo de un escenario y no me interesa seguirme exhibiendo. Promoverse a través de causas nobles se me hace lo más innoble”.

Se le pregunta si está de acuerdo que este rock pre y post Zoe solo habla de amores cursis. El profeta del náhuatl dice que no podría imponerle a nadie una manera de hacer las cosas.

“Más que triviales, cierto tipos de canciones experimentan solo una parte del placer. No está mal Lo que yo cuestionaría es preguntar, ¿estás siendo feliz nada mas con la puntita?, ¿o lo quieres todo adentro y nada afuera?”

Esa noche Jaime López será homenajeado en el teatro Alcalá, con el placer hasta adentro. Los  escritores Herbert, Benito Taibo, el músico y polifónico Fernando Rivera Calderón se rendirán ante el maestro y gozarán con esa rendición.

Herbert  destacará  su influencia del Huapango y su manera de tocar la sexta cuerda. Además de llamarlo “el mejor guitarrista del país”.

El público oaxaqueño lo comprobará en un concierto apoteósico donde los gritos, falsetes y verdades del juglar calarán también hasta mero adentro.

López cantará con su banda imaginaria, sino todas sus grandes rolas, que puede que pasen el centenar, si las más representativas,  entregándoles a los asistentes un concierto que quedará impreso en las retinas de su entendimiento.

En este momento López ríe con la ocurrencia de la puntita, la prensa también. El juglar define:

“Para mí, el lenguaje es música”.