ISONOMÍA: Carrera por la gubernatura: ¡Nada para nadie!

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Por Alberto Alonso Criollo

Lo inédito del actual periodo electoral oaxaqueño es que se ha profundizado el proceso de diferenciación política que se expresa en un histórico nivel de competitividad que tiene a cuatro opciones políticas con vocación y posibilidad   real de triunfo. Casi todas las encuestas presentadas, falsas o no, dan cuenta de que ninguna opción tiene una ventaja tan superior que resulte inalcanzable para algún otro contendiente.

Todo esto implica que por el momento, la estridencia de quienes se reclaman con triunfos asegurados no es más que propaganda política que tiene la intención de jalar la atención y la adhesión del electorado. Lo cierto es que todavía los contendientes tienen una gran capacidad de maniobra que en jugadas de último momento, pueden darle la vuelta a cualquier resultado tendencial.

Al margen de los resultados de encuesta que se publican o se filtran intencionadamente a estas alturas con fines de propaganda política, lo cierto es que estamos en una competencia real en donde los escenarios tendenciales pueden alterarse. Dicho de otro modo, se ha conformado una coyuntura de oportunidad en donde los cuatro grandes podrán jugar sus fichas con oportunidades de victoria.

En rigor, a estas alturas del procesos, los resultados todavía dependen de los movimientos estratégicos; las alianzas, con la posibilidad de declinaciones de último momento; los resultados del debate; las campañas negras; la orientación del discurso y la capacidad de comunicación en general, etcétera, que pueden poner en acción la capacidad estratégica y la disponibilidad de recursos humanos y materiales de los contendientes.

Cierto que en el escenario tendencial, se corresponde con la suposición de que en la competencia por la gubernatura, es el PRI quién está con grandes posibilidades, debido a la amplia base económica; la superioridad de su estructura, el manejo de clientelas y sobre todo a su importante volumen de voto duro.

En esa misma lógica, la dispersión del voto anti PRI y la exitosa operación cicatriz en el seno del tricolor, indica la conformación de un escenario tendencial que favorece aparentemente ese proyecto. Por si fuera poco, el proyecto muratista ha logrado, en un gran porcentaje, persuadir a los líderes intermedios de la estratégica red priísta, en torno de la causa triunfadora del candidato.

Sin embargo, no puede negarse  que todas estas variables mencionadas que apoyan la causa tricolor, han resentido la influencia de un gobierno estatal de signo político distinto. Por ejemplo, muchos de los activos de las redes priístas de antes del 2010, se han volcado en la alianza con otras opciones políticas más afines al aparato de gobierno.

Por lo demás, la evidencia de que el electorado tiene un gran porcentaje de voto anti pri hace suponer que el proyecto de Murat es altamente vulnerable a las alianzas y declinaciones de último momento que podría hacer cualquiera de sus contendientes en una jugada de interpelación del voto útil.

Ahí se explica la pertinencia de una estrategia de utilización de resultados de encuestas que comunique la delantera de su candidato en la contienda por la gubernatura,   al mismo tiempo que confunda al electorado sobre quién realmente tiene la posibilidad de ganarle al PRI. En la otra parte claro, la tarea de sus contendientes, es mostrarse como la alternativa real de victoria.

Finalmente, la guerra sucia y el papel estelar de las redes todavía tendrá que mostrar su verdadera potencia en el entendido que ahí la imagen de PRI está muy deteriorada y convertida de plano en el ícono mayor del desastre político y social imperante en el país. Ese es un tema de máxima prioridad para las aspiraciones en el tricolor.

En la contraparte del conjunto de opciones políticas que se reclaman como progresistas o de izquierda, se tiene claro que en su conjunto reúnen el volumen mayoritario de votos que, aglutinados, implicaría una fácil victoria. Sin embargo en la realidad, los enconos de sus dirigentes, hacen imposible esta posibilidad; empero, no sucede lo mismo en el imaginario de la expectativa ciudadana.

Además, debe recordarse que en esta elección de gobernador habrá una tendencial gran afluencia, que normalmente seguirá favoreciendo la participación de los votantes circunstanciales con tendencia a preferir opciones distintas del PRI. Bueno todo esto en el entendido de que los candidatos anti pri, logren comunicar su real postura distinta del PRI, cosa nada fácil y en algunos casos imposible.

Por su lado, la alianza PAN-PRD cuenta entre sus activos de base, un poco menos de 15 puntos porcentuales que les aportará el voto inercial del PRD y al PAN; amplios recursos humanos y materiales; además del control sobre la redes de contacto directo con la población que fue base de la victoria de 2010 y que ha sido alimentada de manera paciente por parte de los operadores de aquella victoria.

El candidato del PT, tiene consigo la amplia experiencia en materia de campañas, incluida la puesta a punto de una amplia red de operación en el estado que ha sido construida de manera propia y otra, prácticamente arrebatada al PRI, al PAN y al PRD. La oportunidad de Benjamín estará en la posibilidad de demostrarse propositivo, además de demostrarse distinto a sus contendientes en el debate comunicacional mayor.

El de Morena es el caso típico de un partido que puede llegar muy lejos, siempre que pueda capitalizar el factor Peje. Y conste que dada la insistente presencia de López Obrador esta posibilidad no es remota. En pocos días se sabrá si la estrategia está generando éxito o si es necesario pensar en declinar o solicitar la declinación de alguien más.

Si bien se analiza, los activos de esta tres opciones distintas al PRI, en alianza serían invencibles; divididos, reducen su posibilidad de victoria pero no la hacen imposible. Está buena la competencia. Por lo pronto, ¡Nada para nadie!.