Guadalupe González gana plata que sabe a oro

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La Jornada.

Ciudad de México. La marcha mexicana femenil ya tiene a una medallista olímpica en su historia: María Guadalupe González Romero, quien en tres años y nueve meses tomó la determinación de no ser boxeadora ni corredora, por una lesión en la rodilla, pero encontró en esta prueba los mejores resultados de su vida al ser campeona del mundo y panamericana.

González aportó la primera presea en 20 kilómetros y lo hizo con coraje, corazón y determinación, de principio a fin, como lo planeó desde que se preparó a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con la única clave:trabajar, trabajar y trabajar.

Bastaba ver su rostro para saber que vino dispuesta a todo y morirse en la raya. No le atemorizó ver entre el grupo puntero a las chinas, que la escoltaron hasta que se definió, en el último kilómetro, a las que estarían en la pelea por las medallas con un cierre cardiaco.

Hong Liu y González se jugaron el oro. La china dejó que la mexicana diera el tirón y, cuando quedaban menos de 100 metros, atacó, entrando dos segundos antes que González (1:28.37), a la que siguió otra asiática, Xiuzhi Lu, 1:28.42, mientras María Guadalupe Sánchez, con 1:33.44, y Alejandra Ortega, con 1:37.33, quedaron en los lugares 23 y 41, en ese orden.

Rival conocida

Liu dio positivo en un control antidopaje cuando se hizo del oro en la Copa del Mundo de Roma, en mayo pasado, por lo que González, que había terminado segunda, ocupó ese lugar con 1:26.17, su mejor marca y del continente americano.

Así llegó a Río para emerger como una triunfadora. Un premio al combate continuo de esta mujer menuda y ojos rasgados, pero dura como una enorme roca cuando se trata de soportar las tempestades del deporte.

En 2015, con 26 años, ganó los Juegos Panamericanos en Toronto, pero su imagen dio la vuelta al mundo cuando, deshidratada y agotada, sufrió un colapso al cruzar la meta.

La vida de la mexiquense no ha sido fácil. Quiso incursionar en el pugilismo en la división paja y llegó a la final del torneo Guantes de Oro, pero un día antes recibió la llamada de su entrenador y le dijo que por problemas con el peso había quedado fuera. Después se enteró que la que peleó fue la esposa del que la asesoraba.

Yo estoy aquí porque tenía el sueño de estar en unos Juegos Olímpicos. Quería ser boxeadora y la marcha me eligió a mí. Es un camino que no decidí, dijo la estudiante de contaduría en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Refirió que sólo con disciplina y trabajo, no hay de otra, se lograron las cosas. Estaba contenta por el resultado que se dio a pesar que al final se me fue (el oro), no pude, les debo un poco, pero di todo.

Una frase que resume mejor que ninguna otra por qué casi logró ganar una competencia en la que, como ella mismo admitió, se sintió como un conejito encajonado ante las tres chinas que se le pegaron de inicio a fin.

El dolor es temporal, pero la satisfacción es para toda la vida, comentó González, quien reveló lo que pasaba por su cabeza durante los momentos más duros de la prueba, disputada parcialmente con un fuerte viento e intenso sol.

En algún momento pensé que estaba fuera, pero recuerdas todo lo que has trabajado y no tienes miedo de intentarlo una vuelta más, y al final ya estás en la última vuelta, y lo dejas todo, aseveró.

Si no trabajas la mente no sirve para nada. Este triunfo es 90 por ciento mental, afirmó.

México también puede, México es grande. El camino no era este, quería llegar en el boxeo o en la carrera. Pero aquí estoy, dijo.

En su preparación la marchista no tuvo el apoyo que requería, ya que la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) retiró los recursos a la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo (FMAA), y esta a su vez al entrenador Juan Hernández –no estuvo en Río– y a la auxiliar Graciela Mendoza, por lo que el grupo recibió el respaldo del Comité Olímpico Mexicano (COM), al no tener los recursos para viajes, competencias y campamentos.

La presea de Lupita es la primera de una mujer latinoamericana en la marcha y la segunda mexicana en el atletismo olímpico, después de la plata de Ana Guevara en 400 metros en Atenas 2004, para un total de 11 preseas.

Los otros nueve metales fueron en la caminata, todas de hombres, con José Pedraza (México 1968), Daniel Bautista (Montreal 1976), Raúl González (dos) y Ernesto Canto (Los Ángeles 1984), Carlos Mercenario (Barcelona 1992), Bernardo Segura (Atlanta 1996), Joel Sánchez y Noé Hernández (Sydney 2000).

En Río fue la segunda presea para la delegación nacional tras el bronce del boxeador Misael Rodríguez, y la número 64 en la historia de justas olímpicas, por lo que la subcampeona recibirá un premio de 2 millones de pesos con los incentivos que prometió la Conade para los medallistas.

El presidente Enrique Peña Nieto felicitó a la atleta por lo hecho en Río en su cuenta de Twi-tter (@EPN): “¡Felicidades Lupita González por este gran éxito! Tu medalla de #Plata emociona y motiva a todo @mexico#Rio2016”.

Asimismo, el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón, felicitó a González, teniente de corbeta en esa institución.