Inspiró Oaxaca a Yurchenco en los registros de Música Indígena de México

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Oaxaca de Juárez. Este año, se cumple un siglo del nacimiento de Henrietta Yurchenco, experta estadounidense en música indígena mexicana que a invitación del pintor Rufino Tamayo, visitó el Istmo de Tehuantepec de donde se inspiró para iniciar el registro de sus grabaciones en material magnetofónico de interpretaciones de músicos –hombres y mujeres- de 16 grupos indígenas de México y Guatemala.

La pionera en la grabación de campo en México, casada con el pintor argentino Bassilio Yurchenco con quien a principios de los 40, conoce al pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, quien en esa época vivía en un pequeño departamento acompañado de su esposa Olga. Tamayo habla con tanta vehemencia de la tradición cultural oaxaqueña, y mexicana en general, que convence a los Yurchenco de realizar un viaje a Oaxaca y al resto del país.

Así en diciembre de 1941, escuchó por primera vez algunas danzas del pueblo Ikood, quedando fascinada con la música de los pueblos indígenas, que la llevó a iniciar su investigación en 1942 en Michoacán, el Istmo de Tehuantepec y Chiapas.

La propia Yurchenco refiere en un testimonio grabado en la Fonoteca Henrietta Yurchenco de la CDI:

“Yo también fui en busca de la música del México prehispánico, pero de otro modo: con máquina grabadora. Entre 1942 y 1946 hice investigaciones entre las tribus más aisladas de este país y de Guatemala.

Mi primer encuentro con el México indígena fue en Oaxaca, a donde fuimos en diciembre de 1941 para ver la feria indígena de esta entidad federativa. Era la época de la Segunda Guerra Mundial, todavía muy remota para México.

Vinieron grupos de mixes, mixtecos y zapotecos de las siete regiones de Oaxaca a bailar y tocar sus instrumentos. Recuerdo muy claramente que los músicos que llegaron de México, entre ellos Blas Galindo y Luis Sandi, escucharon los tambores y flautas, quedaron insatisfechos, pues para ellos lo más importante era encontrar la música prehispánica, música que ya no existía en 1941, o que no llegó a la feria.

Regresé a México entusiasmada por lo que había visto en Oaxaca y en poco tiempo conocí antropólogos, músicos, al mundo intelectual. El interés en el México indígena fue enorme y universal –la música, artesanía, danza, pintura– a mí también me dio la fiebre. Fuimos a las fiestas indígenas, buscamos joyería, tejidos, cerámica en los mercados, por ahí y por allá”.

Con interés humano y científico, la primera etnomusicóloga que investigaba en el país, vagó por selvas y serranías, incluso a lomo de mula, cargando equipos de grabación de hasta 100 kilos de peso, para maravillarse al entrar en contacto con una de las manifestaciones más profundas de la humanidad, convirtiéndose en una importante estudiosa de la música tradicional mexicana.

Yurchenco dedicó más de medio siglo de su vida a estudiar y a dejar testimonio grabado de la música de los pueblos indígenas cora, huichol, seri, tzotzil, tzeltal, rarámuri y yaqui, así como tarasco y mestizo de Michoacán, y zapoteca y mestizo de la zona del Istmo de Tehuantepec.

Los documentos sonoros de Yurchenco recogen una amplia gama de géneros y formatos musicales, tales como coros y solos de festividades religiosas y paganas, sones fúnebres de Semana Santa interpretados con pitos de carrizo y tambores, cantos prehispánicos ejecutados por chamanes y sonoridades de instrumentos autóctonos.

Las grabaciones fueron realizadas con la tecnología rudimentaria de la época, directamente sobre discos llamados de “corte directo”. Al concluir la grabación se obtuvieron 262 discos de base de aluminio y cubierta de laca que fueron producidos y entregados por la Biblioteca del Congreso Estadunidense al Instituto Indigenista Interamericano y al Departamento de Música de Bellas Artes de México. Los discos pasaron posteriormente a formar parte de la colección del Cenidim del INBA y de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Su valor patrimonial de primer orden reside en constituir una singular muestra de la diversidad cultural y musical de los pueblos originarios de México y Guatemala. Es por ello que, debido a su valor y unicidad, la colección Documentos sonoros de Henrietta Yurchenco: grabaciones históricas de música de pueblos indígenas de México y Guatemala fue premiada en 2015 como parte del Programa Memoria del Mundo de la Unesco en su sección México.

Con esas grabaciones se integró una colección compuesta por los documentos sonoros galardonados por el Comité mexicano: Memoria del mundo de la UNESCO, esta colección comprende 262 discos grabados entre 1944 y 1946; de los 262 discos, 132 discos son conservados en las bóvedas de la Fonoteca Nacional y 130 discos de corte directo son conservados por la UNAM.

Indudablemente, el trabajo de Henrietta Yurchenco puso los oídos del mundo en la música indígena mexicana y oaxaqueña, de la cual gracias a ella sobreviven vestigios sonoros de danzas ceremoniales y paganas, muchas de ellas ya desaparecidas, por lo que constituyen parte importante de la Memoria del Mundo.

TRAYECTORIA

Nació Henrietta en New Heaven, Connecticut, Estados Unidos, en 1916. A los 9 años inició sus lecciones de piano y en 1936 se casó con el pintor argentino Bassilio Yurchenco. Ingresó a la David Mannes Music School y más tarde fue productora de programas musicales para la WNYC, radiodifusora pública de Nueva York, donde creó un programa de música folclórica, el primero en su tipo en la historia de la radio estadounidense.

Realizó programas de radio sobre música latinoamericana para el Instituto Indigenista Interamericano en México y la Unión Panamericana; dictó conferencias en universidades, seminarios y congresos en Estados Unidos, Corea, India, en Latinoamérica, el Caribe y Europa.

Investigó también la música del pueblo sefardí en España, Islas Baleares y Marruecos. Condujo, entre otros, el programa radial Folk Music of Abroad, para la estación WBAI y para las estaciones de Pacífica Radio, así como Music of Many Lands para la estación de radio Heritage National Network.