China pondrá a prueba un nuevo modelo de vehículo aéreo no tripulado, elaborado por la Aviation Industry Corporation of China, con el objetivo de limpiar el aire contaminado del país, informó en su edición de esta mañana, South China Morning Post.
El gobierno de China usará drones con parapentes para acabar con la contaminación del aire, que está causando graves daños en varias ciudades del país, dentro de una serie de medidas urgentes decretadas en las últimas horas.
Este proyecto es parte de las soluciones propuestas en la llamada “guerra a la polución”, tal y como catalogó el primer ministro chino, Li Keqiang al conjunto de medidas.
El proyecto de los drones tomará forma a finales de marzo, cuando realicen las primeras pruebas en aeropuertos y puertos, según reveló un oficial de aviación que asistió a la Asamblea Popular Nacional, llamado Ma Yongsheng, al diario South China Morning Post.
En concreto, se centrarán en reducir el PM2.5, pequeñas partículas contaminantes que son las más nocivas para la salud.
Estos robots aéreos, construidos por la Industria Corporativa de Aviación de China, pueden incorporar hasta 700 kilogramos de productos químicos capaces de eliminar la contaminación aérea, de manera que esta caería al suelo.
Las alas de los parapentes que llevan los drones permiten soportar tres veces más peso que cualquier otra versión de alas arregladas, lo que hace que sean más eficientes y económicas.
La situación es grave
Enormes fragmentos de concreto y de maquinaria rota es todo lo que queda de una planta cementera que alguna vez arrojó una gran polución sobre Hebei la provincia más contaminada de China.
Demolida en diciembre, la fábrica fue una de las 35 empresas cerradas o demolidas en el distrito de Pingshan, dentro de la campaña del gobierno para limpiar los cielos notoriamente contaminados de China.
El combate a la contaminación ha pasado a los primeros planos de la agenda del gobernante Partido Comunista que por años impulsó el veloz desarrollo económico casi sin reparar en las secuelas ambientales.
Debido a la presión de la ciudadanía de que reduzca la contaminación del aire que cubre Beijing y diversas ciudades en China los gobernantes del país han fijado un nuevo equilibrio en sus prioridades.
Esta situación quedó patente durante la reunión ceremonial de esta semana de la Asamblea Nacional el Pueblo.
El primer ministro Li Keqiang afirmó el miércoles que el gobierno debía declarar la guerra’ contra la contaminación de la misma manera que China ha combatido la pobreza.
La contaminación ha sido la advertencia de luz roja de la naturaleza contra el modelo de desarrollo ineficiente y ciego” dijo.
La campaña para volver limpia la industria de China ha agregado impulso a la campaña del gobierno emprendida en los últimos años para reducir la capacidad de producción excedente en los sectores siderúrgico y cementero que son muy contaminantes.
Sin embargo el cierre de plantas ha tenido sus perjuicios humanos y económicos como la pérdida de empleos e ingresos.
La demolición o cierre de 35 plantas en el distrito de Pinghsan en Hebei a unas cuatro horas de distancia en vehículo al suroeste de Beijing resultó en el despido de 3.780 obreros según la prensa estatal.
Quiero que el gobierno haga algo para mejorar la calidad del aire. Una mejora del aire es positiva para todos” expresó Guo Quanquan de 52 años y quien perdió su empleo. Sin embargo mi vida empeoró por el cierre de la planta” apuntó.
No ha logrado encontrar otro empleo y ahora vive de los ingresos de sus dos hijos de veintitantos años.
Jia Shufang, habitante en la aldea en la que vive Guo dijo que la mayoría de las 200 familias del lugar dependían directa o indirectamente de la industria cementera en la que los trabajadores ganaban un sueldo mensual promedio de 3.000 yuanes (490 dólares).
Los ex trabajadores podrían laborar en restaurantes o en granjas de cría de cerdos ganado y aves aunque “ahora la mayoría de ellos se quedan sin hacer nada” afirmó la mujer.
Durante años el gobierno central ha anunciado diversos objetivos ambientales y exigido a las industrias que reduzcan su capacidad excedente, acumulada durante los años de bonanza del crecimiento de China, pero afrontaba las reticencias de las autoridades locales, cuyos desempeños eran juzgados más por el crecimiento económico de la región que por la limpieza de los cielos.
Las presiones se han incrementado desde septiembre sobre los gobiernos locales cuando el gabinete de China anunció un plan de acción para controlar e impedir la contaminación del aire en los próximos años hasta 2017.
Desde entonces más de la mitad de las provincias del país han difundido sus propios planes incluidas nuevas restricciones sobre el consumo de carbón y sobre la industria pesada.
El gabinete también anunció en febrero un fondo por un equivalente a 1.600 millones de dólares para recompensar la prevención y control de la contaminación del aire en zonas cruciales.