Mientras, en México, no se cuente con comunidades prósperas en las provincias, en los municipios, en las ciudades, que tengan una vida cívica real, una vida honesta de vivir y que tengas sus métodos de defensa armada en sus domicilios ante el crimen, no se va a tener una nación que garantice condiciones reales de gobernabilidad y de calidad ciudadana. Se tiene que reconocer que la Constitución es letra muerta.
El sistema político de nuestra democracia da por hecho que se pueden hacer los negocios sexenales, al margen de que hay malestar social, porque se piensa, a mi juicio, de manera todavía muy arraigada entre los dirigentes de gobierno, que finalmente toda protesta social terminará por desfigurarse, si se arregla su disipación en los medios o, si se le entierra en el olvido de la conciencia colectiva.
Tales aseveraciones hizo, el filósofo y politólogo de la UNAM y de la Atlantic International University, Lorenzo Aldrete Bernal, al cuestionarlo sobre el primer “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”, que dio a conocer el extinto Instituto Federal Electoral (IFE), en coordinación con El Colegio de México (Colmex), cuyo objetivo es poner a disposición de la sociedad mexicana información objetiva, actualizada y relevante sobre valores, percepciones y prácticas relativas al ejercicio de los derechos ciudadanos en el país.
El también ensayista y articulista asegura a Crónica, que México es una sociedad donde se organiza la democracia con altas tasas de desempleo, con una muy acusada marginalidad de las zonas rurales y, sobre todo, con negocios del gobierno que amparan a ciertos corporativos empresariales preferentes cada sexenio. “Esa es la democracia que nosotros tenemos, y nos cuesta miles de millones de pesos el tener este tipo de burócratas de elite”, subrayó el entrevistado.
Para el doctor Aldrete Bernal, el país sigue construyendo democracias en las cuales, el único acto que un ciudadano tiene, es ir el día de las elecciones a depositar una boleta, no muchas veces por información, sino simplemente por preferencias personales, por simpatías o porque así le enseñaron que debía votar.
Aunque reconoció que este no es un fenómeno privativo de México, pues esto se ve en las democracias europeas, donde los jóvenes, hoy en muchas ciudades de ese viejo continente, salen a las calles con sus títulos universitarios, reclamándole a la propia autoridad de sus naciones, el que no pueden vivir honestamente, no pueden ejercer la profesión que estudiaron.
Ante ello, el doctor Aldrete insistiría en que mientras no se tenga una ciudadanía que pueda vivir honestamente en el país donde nació, no se puede hablar de una buena calidad ciudadana.
A decir del entrevistado por Crónica, las democracias parlamentarias con pluralidad de partidos, hasta el momento no han podido resolver un problema básico, que es el del desarrollo de una población sustentada en una vida ilustrada y próspera.
Son, abundaría, democracias que se han construido para justificar grandes negocios oligárquicos, donde los aparatos de seguridad del Estado siguen siendo aparatos de represión y donde encontramos una sociedad atomizada, una sociedad de masas, que simplemente va como una grey y corriente a votar por candidatos que una vez llegan al poder se vuelven invisibles para sus gobernados.
“Hoy se está viendo en todas partes, ¿qué se vuelve a saber de un gobernador, de un jefe de gobierno, de un Presidente de la República, en relación con los gobernados que le dieron su voto?, prácticamente nada, todo se reduce a actos oficiosos, actos que tienen que ver con cierta imagen internacional o de decoro interno, y ahí terminan las cosas”, sostuvo Aldrete Bernal.
Cabe recordar, los resultados que resalta el citado informe: 54% de los ciudadanos considera que acudir al Ministerio Público para resolver un problema no le sirvió de nada; 42% de los mexicanos no confía en las autoridades; más de la mitad de los jóvenes en México no se identifican con ningún partido político; 50% de las personas que participaron en alguna actividad política no electoral, mencionó que ésta no tuvo el resultado deseado; 49% de los mexicanos cree que los políticos no se preocupan por gente como ellos; el 62% de los mexicanos confía en el Ejército, mientras que sólo un 18% confía en los diputados y el 70% dice que no se puede confiar en la mayoría de las personas.
Tras minimizar estas cifras, el politólogo señala a Crónica que se está construyendo en el país un sistema político sustentado en electores que no pueden demostrar un modo honesto de vivir.
Para el académico son de los huecos que se tienen en el país, porque si los ciudadanos son los que eligen a sus representantes y no pueden ejercer un modo honesto de vivir en el país, cómo es que esto se valida, como algo que debe de llevarse a cabo como si nada pasara y se expiden credenciales de elector.
“Es un tema que si usted se lo pregunta a cualquier consejero electoral o si se lo pregunta a exponentes de la clase política, no le van responder bien a bien la cosas, es algo que tienen que reconocer que la Constitución es letra muerta”, apuntó.
En este sentido, recordó que los procesos electorales, no solo en México, sino en distintos países democráticos del mundo, tienen en promedio un 50 por ciento de indiferencia en la voluntad del voto, es decir hay un abstencionismo galopante.
Por el otro lado, acotó, las situaciones de gobernabilidad suelen resolverse por negociaciones entre las distintas fracciones políticas dominantes, y esto ocurre al margen de los ciudadanos, además, los procesos para elegir representantes populares sea en alguno u otro poder del Estado, normalmente se hacen con campañas exhortativas, donde se maneja la persuasión más que una información fehaciente a una población ilustrada y crítica.
Para rematar la entrevista, Lorenzo Aldrente Bernal aseguró a Crónica, que a su parecer con el nuevo Instituto Nacional Electoral (INE) se está instrumentando una nueva nomenclatura burocrática, un ejército de burócratas organizando las elecciones.
“Vamos a tener de nuevo esos procesos cansinos en los cuales se reúnen los consejeros, el nuevo órgano federal electoral para estipular cosas cosméticas, como cuáles deben ser las medidas de seguridad para una credencial, que tipo de materiales deben utilizarse en las urnas, cómo serán los recintos donde se lleven a cabo este tipo procesos y, todo eso, cuesta miles de millones de pesos a la nación. No hay proporción entre el trabajo de una burocracia muy costosa organizando las elecciones y la vida cívica muy fracturada en el país”, concluyó.