Hoy Oaxaca de Juárez luce otro color. Desde las primeras horas del día el repique de las campanas de la Catedral se escucharon con toda su potencia en señal de fiesta, de regocijo, pero también de solemnidad. Hoy hace 482 años, la entonces Villa de Antequera se convirtió en ciudad, dando la pauta para la construcción de una nueva historia que, hasta nuestros días, llena de orgullo a cada uno de sus habitantes.
Oaxaqueños de todas las edades se reunieron en el zócalo capitalino y la Alameda de León para participar de un festejo lleno de historia y de significado que fue preparado por el Ayuntamiento capitalino, en coordinación con el Gobierno del Estado y que por primera vez, contó con el apoyo solidario de la Fuerza Aérea Mexicana.
El Presidente Municipal, Javier Villacaña Jiménez, acompañado del secretario de las Culturas y Artes, Francisco Martínez Neri, así como integrantes del cabildo y ciudadanos fue el encargado de encabezar los inicios de las festividades que en esta ocasión mostrarán a oaxaqueños y visitantes porqué Oaxaca es tierra de magia, cultura y folclor.
Con el acompañamiento del Coro de la Ciudad y la Marimba del Estado, niños, jóvenes y adultos entonaron las tradicionales mañanitas, para después participar de una magna degustación de unos deliciosos tamales oaxaqueños, acompañados del característico atole, que no sólo es muestra de la hospitalidad de sus habitantes, sino parte de la gran riqueza gastronómica que le ha dado fama a Oaxaca de Juárez a nivel mundial.
De dulce, frijol, rajas, chepil, salsa verde y mole; en hoja de plátano o totomoxtle, circulaban los tamales para deleite de los asistentes, que no se pudieron resistir al delicioso aroma que desprendían.
El Presidente Villacaña, como un ciudadano más, participó en esta conmemoración, invitando a quienes pasaban por la Alameda de León a acercarse y ser partícipes de la fiesta de ciudad de Oaxaca.
¡Viva Oaxaca!, gritaban ciudadanos que disfrutaron de las interpretaciones de La Martiniana, La Sandunga, El Nito y por supuesto el himno de la capital, “el Dios Nunca Muere”.
En esta “tamaliza” no hubo cargos ni colores. La enorme belleza de su suelo verde de cantera, sus arquitectura colonial, su trazo perfecto, fueron los protagonistas de una convivencia que recordó aquel 25 de abril de 1532, cuando el emperador Carlos V decretó la fundación de la Muy Noble y Leal Ciudad de Antequera, que en 1821 –con la muerte del Benemérito de las Américas- se convirtió en Oaxaca de Juárez.
Los minutos pasaron y la marimba seguía deleitando con sus notas musicales, interrumpiendo la rutina del primer cuadro de la capital, para llenar de emoción y algarabía a quienes transitaban por la Alameda de León.
Pero la fiesta apenas comenzaba, se acercaban las 8:00 horas y era momento de prepararse para disfrutar de un maravilloso espectáculo de acrobacia aérea que sería ofrecido por elementos de la Fuerza Aérea Mexicana, quienes se sumaron a estas celebraciones que engalanan la vida diaria en la capital oaxaqueña.
Esta es Oaxaca, la ciudad Patrimonio Mundial; aquí nació Don Macedonio Alcalá, quien nos dejó su invaluable legado cultural y la certeza de que Dios Nunca Muere, ésta es la tierra que inspiró a Rufino Tamayo, a Arturo García Bustos; en estos portales se idearon los Sentimientos de la Nación, aquí soñó Don Benito Juárez con las Leyes de Reforma.
Es la Oaxaca mágica y hechicera de Andrés Henestrosa, el lienzo de los frayles dominicos, la ciudad de la Guelaguetza, la tierra de los huajes, la Oaxaca de Juárez.