Consciente de los desafíos que significa dirigir el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), uno de los institutos culturales más importantes del país, Alonso Aguilar Orihuela se declara emocionado y honrado. “Haz de cuenta que es como si yo le hubiera ido a los Pumas desde chiquito y de repente me hubieran fichado por ese equipo. Yo empecé a ir al IAGO desde que iba en la prepa, ahí conocí a escritores y pintores que más adelante se hicieron mis amigos. Ahí me formé”.
Al respecto, el recién nombrado director, subrayó la enorme función social que el Instituto ha tenido en el devenir cultural de Oaxaca. Generaciones enteras para las que el IAGO ha significado una especie de “gran universidad para autodidactas” en un país en donde acceder a la educación formal se torna cada vez más difícil e imposible. “El IAGO es los museos que nunca visitaron, los viajes que nunca hicieron”.
Así mismo, puntualizo que “existe un compromiso moral del IAGO por permanecer, un compromiso que no solo atañe al pintor Francisco Toledo, fundador y precursor de la institución, sino a muchas otras personas involucradas”
Orihuela, periodista cultural con más de 16 años de trayectoria, colaborador de Milenio y fundador del hoy extinto Jolgorio Cultural, planea como sus primeras asignaturas en el puesto una exposición colectiva de diferentes talleres de grabado existentes en Oaxaca. El Taller Gabinete Gráfico, el Taller Bambú, el Taller de Fernando Sandoval, el Taller del Ciruelo en la Costa, el Taller de grabado de Huitzo, así como la inclusión de diferentes talentos oaxaqueños como Sergio Gutiérrez o Irving Herrera, solo por mencionar algunos.
Además se contempla el adquirir una prensa y habilitar uno de los salones del Instituto como un taller de grabado para niños y adolescentes. Con esto y la implementación de visitas guiadas, se proyecta vincular al IAGO “con los chavos” un público que se encuentra cada vez más apartado de la escritura y la expresión artística en general. Orihuela también planea concentrarse en la puesta en marcha de talleres literarios, cuyos talleristas sean “irreverentes letrados, no acomodaticios ni conformistas con su propia producción literaria”.
Finalmente el nuevo director del IAGO, señalo que su labor no va enfocada a una renovación del Instituto, sino a una “contemporaneización”. Después de casi 26 años de presencia cultural el IAGO ya es un sitio aceptado, “de lo que se trata es de llevarlo a las discusiones modernas sobre el grabado, sobre el análisis de la gráfica como protagonista de la expresión del arte moderno”, todo esto enmarcado por una institución cuya oferta de capital cultural no se encuentra en ningún otro lado.