Hasta ahora, las mujeres indígenas no han logrado construir su propio feminismo, afirmó Mercedes Olivera, académica y activista del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chiapas.
Al participar en la penúltima jornada de la XIII Semana Cultural de la Diversidad Sexual, que se lleva a cabo en esta ciudad, Olivera describió el panorama al que se enfrenta el movimiento de mujeres en el estado, donde 86 por ciento de la población vive marginada y la mayor parte de las y los indígenas se encuentren en ese grupo, refirió.
La organización civil en la que trabaja realizó una investigación y encontró que el promedio del “gasto” (dinero destinado a la manutención del hogar) por persona por día era de $11, pero en las regiones más pobres llegaba sólo a los $4.30. Por esta razón, cuando la organización va a trabajar a las comunidades y busca posicionar los temas de violencia de género o salud sexual y reproductiva, se encuentra con que la necesidad primaria es la subsistencia.
A esto se suma la subordinación a la que están sometidas las mujeres en razón de su identidad étnica. Por ejemplo, ellas tienen menor escolaridad que los hombres. También se enfrentan a una doble jornada de trabajo cuando sus esposos emigran, pues además de las labores del hogar deben encargarse de las parcelas. Después, cuando los hombres regresan, en ocasiones venden las tierras para poder irse otra vez y entonces las mujeres y sus hijos quedan desamparados.
En la actualidad, la organización trabaja promoviendo la copropiedad de la tierra, pues hacer que las mujeres sean declaradas propietarias es todavía muy difícil, pero esto al menos les daría un respaldo para no ser despojadas de todo lo que tienen.
Por todo ello, Mercedes Olivera considera que el feminismo que hasta ahora se ha llevado a la práctica en la entidad está dirigido a crear conciencia en las indígenas y a propiciar que trabajen en sus procesos de autodeterminación. En este sentido, hace falta terminar de construir un feminismo propiamente indígena que tome en cuenta todos estos elementos, y retomando ideas y conceptos contenidos, por ejemplo, en las propias lenguas indígenas.
Cuestionada sobre si en realidad es posible un cambio estructural para contrarrestar la opresión de las mujeres, la académica comentó que el movimiento zapatista presente en el estado es una muestra de ello. Las mujeres zapatistas tienen sus propias políticas y sus formas de gobierno que pugnan por ello, aunque no se reivindiquen como feministas, aseveró.