Daniel y Carlos: Los niños que sueñan con trabajar en la NASA

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“Si la NASA me lo propone , yo acepto encantado” es lo que responde Daniel Luna López cuando se le pregunta si algún día se ve trabajando en la Administración Nacional de la Aeronáutica del Espacio, el mismo instituto que creo los viajes al espacio, a la Luna y la exploración en Marte.

Su respuesta, mezclada de ingenuidad y demasiada seguridad en sí mismo, no se espera de un joven de 17 años al que se le pensaría encandilado después de su reciente medalla de plata en la Olimpiada de Robótica, Infomatrix 2014 , realizada el pasado mayo en Bucarest, Rumania.

Pero ni él, ni su compañero Carlos Alberto Ortega Romero, quien ganó la medalla de bronce en la misma competencia, se duermen en su laureles. Ellos y su asesor y coordinador del Club de Robótica del Colegio de Bachilleres de Oaxaca (COBAO), el profesor Alejandro Arenaza Villavicencio, hablan ya de tener puestas sus miras en la olimpiada del próximo año, de haber aprendido bastante de esta experiencia, y de que todo lo vivido se enfocará en la consecución de una futura medalla de oro. “Buscamos que no sean dos alumnos los que vayan a competir, sino cuatro”, agrega al reportero de este medio.

El proceso para llegar a Bucarest fue arduo y se remite a Daniel, todavía en secundaria, viendo por televisión la cápsula de un noticiero donde se hablaba de la construcción, por parte de alumnos del COBAO de Pueblo Nuevo, de un hexápodo para la asistencia a víctimas de un terremoto. Daniel no solo se matriculó en la misma escuela sino que se inscribió directamente en el club de robótica responsable del hallazgo.

Carlos, quien afirma que “desde chico le ha gustado armar cosas”, veía como se divertía su amigo y le preguntó que si le permitía “entrarle al club”. Lo siguiente fue que los dos estudiantes, ahora del cuarto semestre del COBAO, estaban compitiendo en un certamen de robótica en Poza Rica, Veracruz, del que según Daniel “no se obtuvieron muy buenos resultados”.

Pero aprendieron, al año siguiente ya estaban en Guadalajara, en el Robomatrix 2014 , compitiendo contra puros universitarios con su Minisumo (simulación de pelea de peleadores de sumo a nivel robótica) El primer lugar obtenido les permitió obtener la certificación de la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, SOLACYT , para asistir a Rumania. Significándose como los primeros alumnos de bachillerato en la historia en recibir esta distinción.

Pero había otro problema, el dinero para el viaje. Carlos, Daniel y sus respectivas familias acudieron entonces a Santo Domingo Yanhuitlán, a una audiencia pública del gobernador del estado Gabino Cué Monteagudo, al que probablemente agarraron de buenas, porque les presto ayuda por medio de El Monte de Piedad. Los costos restantes fueron cubiertos por la Fundación COBAO .

“Estábamos muy nerviosos, temblando” recuerda Daniel sobre el momento exacto de la competencia. Daniel en el área electrónica, y Carlos en el área mecánica, eran los más jóvenes, los únicos estudiantes de bachillerato en competencia. “Los chavos de universidad se veían profesionales. Había miedo, pero poco a poco, con el pasar de la competencia, nuestra confianza fue creciendo”

“Había un réferi que hablaba en inglés, y pues como yo nunca he sido muy bueno para el inglés, pues no le entendía. Y eso me ponía todavía más nervioso”, recuerda Carlos.

“La medalla fue muy emocionante” comenta Daniel, al mismo tiempo que sonríe. Carlos sonríe también, comenta que no hay palabras para describir lo que sintió, y continúa sonriendo. Ambos concuerdan que irán por la medalla de oro el año próximo a Infomatrix, y ¿Después?

El Instituto Politécnico Nacional y la carrera de mecatrónica es el objetivo de ambos, las razones son que “se me dificulta la programación, lo que me gusta es armar y crear circuitos” afirma Carlos. Por su parte, Daniel es más específico y dice: “En México no manejan las carreras que yo estoy buscando, para eso tendría que irme al extranjero, por eso Mecatrónica en el Politécnico sería una manera de iniciar”

Daniel quiere puntualizar con algo importante, y esta es su esperanza en que en un futuro muy cercano, haya en México, un mayor apoyo a la ciencia. Para que él y otros como él, con inquietudes y aptitudes que parecen no embonar en un país en el que se suele despreciar todo el tiempo el campo de la educación y la tecnología. Que no tengan que verse forzados “a intentarla en otros países”.