Los atentados contra sacerdotes en México durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto se han incrementado un 100% en comparación con el mismo periodo de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, señala un informe del Centro Católico Multimedial (CCM).
La unidad de investigación de dicha organización católica reporta un “significativo repunte de crímenes contra religiosos”, con ocho casos confirmados de homicidios contra sacerdotes y dos presbíteros desaparecidos de 2012 a la fecha.
El corte al segundo año de gestión de Calderón Hinojosa (2007) arrojó cinco asesinatos de religiosos, con lo que el número de casos de clérigos violentados se incrementó al doble.
El documento titulado El Riesgo de ser Sacerdote en México advierte que la situación actual podría incluso empeorar porque dos sacerdotes permanecen en calidad de desaparecidos: Santiago Álvarez, de la diócesis de Zamora, Michoacán, desaparecido el 29 de diciembre de 2013, y Carlos Ornelas Puga, de la diócesis de Ciudad Victoria, Tamaulipas, desaparecido el 3 de noviembre de 2013.
El Centro Católico Multimedial indica que el sexenio de Calderón Hinojosa ha sido “el más negro de la historia moderna” en este rubro, debido a la falta de protección que derivó en 24 homicidios de religiosos, pero alerta que el periodo de Peña Nieto da “indicios” de que será “más violento”.
El reporte menciona los casos más recientes del misionero ugandés John Ssenyando, secuestrado en Guerrero en abril pasado y cuyo cuerpo fue encontrado en octubre en una fosa clandestina de Cocula, y de José Ascención Acuña Osorio, secuestrado en la región de Tierra Caliente de la misma entidad en septiembre y encontrado días después en un río.
El estudio —fechado el 21 de diciembre— no contabilizó el homicidio ocurrido también en Guerrero del padre Gregorio López Gorostieta, secuestrado ese día y cuyo cadáver fue localizado el jueves pasado. Así, de hecho suman nueve sacerdotes católicos asesinados desde 2012.
En el mismo periodo ocurrieron tres secuestros de padres católicos. Incluso el análisis ejemplifica que, en la región del sureste mexicano, “la vida de un sacerdote ha sido estipulada a precio de 300,000 pesos”.
El recuento también resalta un aumento de 100% en el número de robos a parroquias y templos agraviados.
Considerando el número de agresiones, los estados más peligrosos para los sacerdotes católicos —de acuerdo con el informe— son Guerrero, Michoacán, Distrito Federal y su zona conurbada, Chihuahua, Veracruz y Tamaulipas.
La publicación reprocha que prevalece la impunidad en este tipo de ataques cometidos contra líderes religiosos que denuncian públicamente a criminales locales o que actúan a favor de los derechos humanos en su comunidad y a favor de grupos desprotegidos.
“Los ataques contra religiosos tienen un fuerte olor a intolerancia (…) poco se ha hecho por esclarecer los magnicidios de sacerdotes, religiosos y laicos caídos en cumplimiento de su ministerio sacerdotal”, señala.
Entre los sacerdotes que —según la investigación— están en riesgo, destacan los casos de Alejandro Solalinde, fundador del albergue para migrantes Hermanos en el Camino de Ixtepec, Oaxaca, y el de Gregorio López Gerónimo, famoso por apoyar a los grupos de autodefensa en su lucha contra la delincuencia organizada en Michoacán y quien ya ha sido secuestrado.