El Ejército tiene que ser transparentado por la Sociedad Civil: Solalinde

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Sobre las acciones que los jóvenes normalistas de Ayotzinapa y madres y padres de los 42 normalistas desaparecidos, tomaron este lunes doce de septiembre, al enfrentar a miembros del ejército mexicano e invadir su cuartel en Iguala, Guerrero, bajo la consigna de recuperar a sus compañeros e hijos, con el argumento de que la Secretaría de la Defensa Nacional los tenía ahí encerrados, el padre Alejando Solalinde consideró.

“Es comprensible, entiendo que como no los encuentran en ningún lado, ellos crean que los tiene ahí encerrados. Ayotzinapa es como un observatorio”.

Apenas hace unos meses, Solalinde, defensor de los derechos humanos de los migrantes centroamericanos en su paso por México, hizo público que llegaron a él versiones sobre que los 43 normalistas desparecidos habían sido secuestrados, asesinados, enterrados e incinerados por narcotraficantes (versión que en algo coincidió con la versión de la Procuraduría General de la República).

Sin embargo, esto terminó por ocasionarle roces con algunos padres de los estudiantes desaparecidos, quienes lo acusaron de que si sabía dónde estaban enterrados sus hijos, que los llevara. Hoy sobre una institución castrense cada vez más cuestionada, el sacerdote y activista considera.

“Descubrimos la participación del ejército en desapariciones desde 1968 con el campo militar número uno. Esto no es nuevo”.

“Tengo casos de migrantes que han sido detenidos y torturados por el ejército. Los entregan a los cuerpos de procuración de justicia ya torturados. Tenemos pruebas”.

Solalinde considera que será la sociedad civil en su conjunto la que tendrá que revisar la función del ejército y sacarlo de cuestiones policiales que no le corresponden.

“Que se depuren las organizaciones policiacas y también el ejército, para que estén al servicio de la sociedad y no se conviertan en un peligro contra ella”.

Sobre la teoría de que los 42 normalistas (eran 43, pero los restos de uno de ellos ya fueron identificados en el basurero-crematorio de la versión de los hechos de la PGR) solo pudieron ser cremados en los hornos crematorios pertenecientes al ejército, el sacerdote respondió.

“Hay muchas probabilidades, son los que tienen la capacidad para hacerlo, por la implicación que tienen algunos miembros del ejército con el narcotráfico. En Guerrero eso se ha sabido desde hace años”.

Para Solalinde el Ejército Mexicano es una institución hermética que no se ha renovado.

“Hay muchísima corrupción en ella. Se necesita una fuerza enorme de la sociedad civil para enfrentarlo. Buscar esa posibilidad de conciencia dentro de él. Que los miembros del ejército puedan expresarse libremente sin que sean amonestados ni castigados. Hay muchas voces que no salen”.

“El ejército es una institución que tiene que ser tocada, transparentada, y ajustada al respeto de los derechos humanos y a las necesidades de la sociedad civil.

Sobre si se puede recurrir a instancias internacionales para llamar la atención sobre un Ejército al que versiones periodísticas lo han colocado ya materialmente en el secuestro de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y que arrastra también la matanza perpetrada contra 22 jóvenes en Tlatlaya, cuyos cadáveres colocaron después en una coreografía de enfrentamiento y tiroteo para justificar sus ejecución, Solalinde expresó.

“La comunidad internacional no va a hacer lo que nos toca a nosotros. El estado mexicano ha sabido bien como capotearsela con las exigencias de la comunidad internacional y en todo caso sabe simular”.

“La situación de los derechos humanos tienen que estar en manos de la sociedad civil. Las instituciones no están al servicio de nosotros, están al servicio del gobierno, del capital financiero y de los poderes fácticos. Es necesario rescatar esas instituciones para asegurar un buen funcionamiento al servicio de la sociedad civil”.

Para el activista la situación social en México está ya desbordada, con un gobierno federal que ya no tiene voluntad política ni autoridad moral para responder adecuadamente.

“Yo al menos no confió en el gobierno”.

El sacerdote consideró que la sociedad civil debe generar procesos inductivos a base de asambleas populares y consejos ciudadanos.

“Una sociedad bien estructurada de abajo hacia arriba, bien organizada en red que sea capaz de ordenarse con un gobierno democrático que en verdad los oiga.

“Quitando todo lo corrompido, lo podrido que tenemos hoy y que en lugar de servir se ha vuelto una verdadera amenaza para la sociedad civil”.