En 2013, 17 por ciento del total de nacimientos registrados fue de mujeres de entre 15 y 19 años de edad; UAM

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En 2013 se registraron en México alrededor de 380 mil nacimientos en mujeres de entre 15 y 19 años de edad, lo que representa 17 por ciento del total, señaló la doctora Rosario Cárdenas, profesora-investigadora de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien advirtió que las naciones más avanzadas registran menores intensidades de embarazos durante esta etapa de la vida, que aquellas que aún reportan condiciones de grandes atrasos económicos, sociales y demográficos.

Al sustentar la ponencia Reproducción durante la Adolescencia: insatisfacción de derechos y truncamiento de expectativas, en la presentación de la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente, en la residencia oficial de Los Pinos, la investigadora de la UAM dijo que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año ocurren en el mundo alrededor de 16 millones de nacimientos en mujeres de entre 15 a 19 años y la tasa de embarazo en población adolescente en los países de ingreso medio es más del doble de la observada en las naciones de ingreso alto, mientras que en los de ingreso bajo ésta es cinco veces superior.

Subrayó que el gradiente mostrado por estas cifras ilustra la asociación entre los niveles de desarrollo de una sociedad, descritos mediante el ingreso promedio, y la frecuencia con la cual ocurren embarazos en edades tempranas.

En nuestro país, advirtió, tres de cada mil nacimientos fueron hijos de madres que declararon ser menores de 15 años. Estas cifras significan que en el país en 2013 15 de cada diez mil mujeres menores de 15 años de edad tuvieron un hijo y 68 de cada mil entre las edades de 15 a 19 años.

Si bien la intensidad de ocurrencia de la reproducción en las edades adolescentes es un motivo de preocupación, lo es aún más el constatar que entre 2010 y 2013 la tasa de embarazo en adolescentes de 15 a 19 años aumentó en el país y que la dinámica de cambio de este indicador en las últimas décadas ha mostrado avances menores comparados con los observados en otros grupos de edad.

La investigadora de la UAM advirtió que desde el punto de vista de la salud, los riesgos de presentar complicaciones obstétricas, padecer secuelas o morir por causas maternas son mayores en las mujeres adolescentes cuando se les compara con el grupo de 20 a 24 años.

De entre los varios factores que contribuyen a esta situación destaca el que, pese a haber alcanzado condiciones fisiológicas para reproducirse, gran parte de esta población aún no ha completado su desarrollo físico. Estaturas femeninas muy bajas, por ejemplo, constituyen un factor de riesgo que conlleva la atención del parto mediante cesárea.

Subrayó que el otorgamiento de información y conocimiento oportuno, suficiente y adecuado de elementos sobre sexualidad y reproducción a cada edad, constituyen aspectos críticos de una acción gubernamental orientada a reducir el embarazo en edades tempranas.

La frecuencia con la cual se presentan en México embarazos en mujeres extremadamente jóvenes, como lo son las menores de 15 años, subraya la urgencia de fortalecer las intervenciones que redunden en la denuncia y atención adecuada de los actos de coerción y abuso sexual, así como de aquellas prácticas que atenten contra la integridad física de las mujeres.

En este sentido, tanto garantizar el derecho a una educación sexual integral como el acceso efectivo a metodología anticonceptiva son componentes cruciales para coadyuvar a prevenir el embarazo en edades adolescentes, así como a reducir el riesgo de contagio de infecciones de transmisión sexual entre ellas el VIH/sida, enfatizó.

La investigadora de la Maestría en Población y Salud señaló que podría considerarse que el embarazo en las edades adolescentes es un fenómeno cuyas consecuencias se ven limitadas a quienes lo presentan; sin embargo, sostuvo, el impacto de su ocurrencia se extiende más allá de los individuos que participan de manera directa en éste.

Además de redundar en la calidad de vida de la siguiente generación, la reproducción temprana representa, para la sociedad, el haber perdido la oportunidad de contar con ciudadanos mejor preparados y con ello con una mayor contribución potencial al desarrollo de ésta.

El embarazo en las etapas adolescentes es entonces un problema que atañe a todos los sectores de la comunidad, cuyo impacto se ve acrecentado en los grupos socioeconómicos con mayores rezagos, propiciando con ello una mayor desigualdad en la sociedad.

Entre los aspectos clave que es necesario incorporar en la atención de esta problemática, indicó, destaca la promoción de relaciones de igualdad entre los sexos y la modificación de creencias, actitudes y normas que expresan diferencias de trato basadas en género.

Agregó que la implementación de acciones específicas debe responder a un enfoque integral inserto en un marco de derechos humanos, que abarque los tres órdenes de gobierno, los restantes poderes de la Unión, los diversos sectores de la sociedad, una planeación de largo plazo, e ir acompañada de la producción sistemática de información estadística que sirva de insumo para monitorear, evaluar y adaptar las acciones así como para realizar actividades de investigación.

Enfatizó que el panorama que muestra la reproducción en edades adolescentes en el país, exige generar las condiciones que posibiliten el cumplimiento de los derechos que de manera central afectan a los niños y adolescentes, pero también el consignado en la Constitución a tener una reproducción libremente iniciada, espaciada y con el número de hijos que se desee tener.