La esperanza de vida de la población mexicana masculina se ha reducido medio año desde 2006 debido principalmente al incremento en la mortalidad a causa de la violencia, particularmente homicidio, de acuerdo con estimaciones de investigadores de la Maestría en Población y Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Rosario Cárdenas Elizalde, coordinadora del posgrado en la Unidad Xochimilco de la UAM, señaló en entrevista que uno de los aspectos que permiten conocer la situación de salud de la población son los indicadores respecto a la mortalidad que posibiliten identificar y dar seguimiento a tendencias importantes para el diseño de políticas públicas.
Si se revisa lo que ha sucedido con la mortalidad en el país se verá “que estamos frente a un fenómeno” en el que, al margen del incremento de la población de adultos mayores y por tanto un aumento en la mortalidad, ésta es notable para el sexo masculino, aun cuando también se muestra para las mujeres.
De acuerdo con la doctora en Estudios de Población y Salud Internacional por la Universidad de Harvard, a partir de 2006 observamos que la esperanza de vida al nacimiento dejó de aumentar y empezó a decrecer.
Cárdenas Elizalde sostuvo que en 2005 la esperanza de vida al nacimiento masculina era de 72.5 años, cifra que para 2010 se redujo a 72.04, “es decir, hay casi una reducción de medio año para los hombres en este periodo”.
La investigadora refirió que en el caso de las mujeres hay un decrecimiento entre 2007 y 2009, pero “para 2010 volvemos a ver que la esperanza es más alta que la observada en 2006; es decir, recupera su tendencia de crecimiento”.
Al explicar las causas que podrían explicar este decrecimiento “o que hacen que no se mantenga una dinámica de crecimiento”, la doctora Cárdenas Elizalde dijo que la violencia es lo que subyace a estos cambios en la dinámica y que el homicidio ha generado las mayores transformaciones, “al ser responsable de una falta de aumento en la esperanza de vida de dos terceras partes”, al menos en el periodo de 2005 a 2010.
Esto quiere decir que si el país pudiera lograr una reducción en muchas causas de muerte, ésta se ve anulada por el incremento de la mortalidad masculina, y que si no se hubiera dado una alta mortalidad por violencia, se habría mantenido la dinámica de aumento de esperanza de vida al nacimiento masculino.
Un rasgo importante de este fenómeno es que en los grupos de entre 20 y 34 años de edad se ven los mayores impactos, lo que denota un fenómeno que afecta principalmente a hombres jóvenes”, que además se expresa en todas las entidades federativas, pues “todas muestran una menor esperanza en 2010 que en 2005”.
Existen otros factores que continúan siendo importantes en la mortalidad masculina como diabetes mellitus o algunos tipos de cáncer, “pero en este momento, para el quinquenio que se estudió, es sin duda la violencia expresada en homicidio lo que está afectando el indicador”, reiteró.
Por otra parte indicó que “cuando uno habla de una esperanza de vida de 70 años en contraste con 71 o 70.5 no pareciera que estuviera ocurriendo algo muy grave porque el indicador se mueve muy lentamente” y de hecho hace 20 años teníamos indicadores de 60 años, lo que representa un avance importante; sin embargo, la caída de la esperanza de vida al nacimiento es un fenómeno preocupante porque refleja un retroceso en las condiciones de vida de la población.
Señaló por otro lado, si se comparan los indicadores mexicanos con respecto a otros países, para 1990 la esperanza de vida masculina en México era de 68 años, pero en Japón era de 76. Para 2009 la relación era de 72 y 80; en tanto que en países de la región como Costa Rica la esperanza masculina era en 1990 de 75 años y para 2009 aumentó a 77 años.
Los índices de esperanza de vida alcanzados y sostenidos en otros países nos muestran que alcanzar más de 80 años como esperanza “sí sería factible” en nuestro país, comentó la investigadora.
Finalmente comentó que lo que hace particularmente grave la situación es que “estamos frente a un fenómeno de violencia que nos rebasa”, porque es multifactorial, está presente de diversas formas en la sociedad y a pesar de que se abordan temas como violencia con perspectiva de género, la necesaria equidad en la relación entre hombres y mujeres, entre muchos otros, se trata de un fenómeno que tiene su diversidad y que está expresándose de manera contundente en un indicador que debería estar mostrando mejores condiciones de desarrollo de la sociedad.