Rodrigo Islas Brito
“Tranquilos, ya llegó Televisa a la PGR para hacer los videos como le gustan a la Tuta”, se puede leer en uno de los comentarios a las diversas notas de las redes sociales que hoy 27 de febrero dan testimonio de la aprehensión (sin un balazo disparado) del fundador de la Familia Michocana, Servando Gómez Martínez, narcotraficante mexicano que hizo uso del video para sus hazañas y sus editoriales sobre su labor delincuencial un punto bastante sui géneris ( y sangrienta) historia del narco mexicano.
Nacido en 1966 y con una recompensa de 30 millones de pesos a sus espaldas, La Tuta fue en su juventud maestro rural, labor que dejó por trabajos “más lucrativos”, como la extorsión, secuestro y finalmente el narcotráfico, que incluso le reportó décadas después una súbita popularidad pues la primera cosa que de él se supo fue que todavía seguía cotizando en la nómina magisterial con años sin ejercer la profesión y con unas cuantas ordenes de aprehensión sobre sus espaldas.
“Me equivoqué, lo reconozco, le pusimos en la madre a Michoacán en los últimos diez años”, decía la Tuta en uno de sus últimos videos y afirmaba que las autodefensas que estaban levantándose en su contra estaban integradas por muchos antiguos miembros de su propio grupo delictivo, los Caballeros Templarios, usando su facilidad para la cámara para repartir parejo, lo mismo contra autoridades, grupos rivales y los que se fueran acumulando siempre con la cadencia de un motivador personal.
“Soy un delincuente, pero no pienso pagarle a las autoridades acá en este mundo terrenal”, afirmaba también en uno de sus videos Servando Gómez, con el toque preciso de un cantante de boleros y ese sentido del mainstream mediático criminal tan suyo, que incluso lo llevó a grabar a periodistas, políticos y demás gente a la que apoyó y con la que hizo tratos, siendo uno de sus últimos expuestos el corresponsal de Televisa en Michoacán, Eliseo Caballero, a quién la Tuta grabó subrepticiamente recibiendo un cañonazo de dinero, cuyo video hizo llegar después a Carmen Aristegui con un sobre en el que se podía leer, “le mandamos un regalito contra sus amigos de Televisa”.
“No hay camaradería, no hay amistad, no se acuerdan de nada, únicamente creen que se van a salvar” sentenciaba la Tuta sobre sus enemigos y sobre los que fueron sus amigos en una de su últimas auto apariciones públicas. Amigos de los que la PGR señala que, era capaz de degollarlos solo por haberle encontrado malos presagios en la lectura del tarot.
La Tuta saldrá pues seguramente en cadena nacional, con un excelente tiro de cámara, sin que nada se salga del script, ese que tal vez, dadas sus ambiciones televisivas, alguna vez pensó en escribir. Carlos Loret de Mola le preguntará en entrevista exclusiva por sus inicios y porque se metió a delincuente, si tan bonito que la televisión se le daba, y la Tuta le volteará la pregunta, y los dos reirán, y la señora que los mira desde su cama pensará mientras se prepara para ir a un trabajo en una cadena departamental, con horario y salario de mierda., “lo que sea de cada quien, este don Tuta si es entrón”.
Y todo será un capítulo más de ese cúmulo de rostro anónimo que el Tío Gamboin (o alguien peor) tuvo a bien bautizar como “la gran familia mexicana”, de la cual Servando Gómez se asomó con una cámara en la mano izquierda y con un cuerno de chivo en la derecha.