Se presentó Dos disparos (Argentina, 2014) como punto de arranque de la programación de la quinta edición del Festival FICUNAM, que Oaxaca Cine presenta en su programación del mes de marzo en el teatro Macedonio Alcalá.
Como una especie de screwball (comedia loca gringa de los treintas y cuarentas) conoce al cine de Roberto Bresson, el cineasta, novelista y guionista Martín Rejtman relata la historia de Mariano (Rafael Federman), un adolescente de hablar poco que nada mucho, toca la flauta y que en un día de golpe de calor se encuentra con un revolver en la covacha de su casa, con el que no se le ocurre hacer otra cosa que dispararse dos veces.
Lo que parece en un principio la puerta a un drama descarnado se convierte en manos del director de la insomne Silvia Prieto (1999) en un relato del absurdo de una bola de personajes que hablan mucho y expresan poco.
La Madre de Mariano (Silvia Pampin, actriz de cabecera del cineasta) un poco obesa con su perro desaparecido, vivir unas vacaciones criollas y esconder cuchillos, filos y todo lo que pudiera darle nuevas ideas suicidas a su retoño, el hermano mayor Ezequiel (Benjamín Coehlo) de romances atolondrados, chamba detenida de mecánico en computadoras y quien no alcanza a terminar una frase sin encender un cigarrillo, Ana (Camila Fabri) empleada de un McDonalds que lleva dos años terminando con su novio y que gusta de las funciones cinematográficas de media noche.
Si en algún momento la acción parece transcurrir por los caminos de estos personajes como los principales del filme, Rejtman decide que la cosa no será tan sencilla e introduce a una serie de caracteres que suenan a secundarios pero que al final se convierten en los nuevos protagonistas de la historia.
Triple salto mortal con el que cineasta argentino desconcierta a la audiencia, pero con el que confirma la tesis que parece defender Dos Disparos.
Acá todos contamos, y la vida de todos impacta en todos. Retjman logra esta universalidad sin mucho esfuerzo, dejando que la sepa estrafalaria y profundamente humana de sus personajes abotone el enrarecido telón de fondo semiexistencialista del filme.
Ya que por mezcla de locura y opresión Rejtman no se detiene, sino ahí están los recién llegados Lucía (Manuela Martelli) vagabunda que manda sus fotos desnuda para hacerse de audiciones en grupos pinchurrientos , Liliana (Daniela Pal) viajera desparpajada que no coopera para las casetas y madre de dos gemelos metaleros que fuman mucha mota.
Así como una pareja de cincuentones que viven en una casa en ruinas y que van mucho al baño, un matrimonio recuperado de cualquier crisis económica argente reciente de la Argentina a los que corren de todos los hoteles, y un cuarteto de flautistas condenados a un elevador diminuto que parecen salidos de una película de Fellini esquina con David Lynch.
Jarmuschiano, Hawkskaskiano, Altmaniano, Rejtman parece en Dos disparos, asirse a una extrema individualidad creativa con la tesis de que los silencios son solo el principio para mostrar los más profundos estruendos.