Por Rodrigo Islas Brito
Reinstalación o juicio legal y público, fue el ultimátum que Carmen Aristegui ha lanzado a MVS después de que estos terminaran de despedirla a principios de esta semana.
A una conferencia por internet en la que la periodista aseguró que su despido vino desde los Pinos y que su lucha es por la libertad, MVS respondió que no la recontrataría, que los mangoneo gacho con el valor de su marca, y que sí hubieran estado planeando y conspirando para despedirla desde hace meses, como ella lo asegura, no le hubieran regalado un lujoso automóvil último modelo, a doble precio de su costo habitual.
Al final, los alegatos sobre si es un pleito entre particulares o si Aristegui maltrataba a los pobres señores Vargas con el látigo de su indiferencia del ustedes páguenme pero luego háganse a un lado, ya no importan. La mujer que surgió conduciendo cápsulas de partidos políticos, es ahora la mayor y más fuerte opositora a un régimen peñanietista que ya no siente lo duro sino lo tupido.
En un país en que como dijera la periodista que a su vez citó a Fernando Del Paso “se está desmoronando a pedazos.”
Para los que cuestionábamos por qué Aristegui se enfrascaba en un pleito con un emporio que ya dejó claro que no la quiere ni para regalo en una feria, la verdadera intención surgió diáfana.
María del Carmen Aristegui Flores, con su “que nadie se engañe, esta lucha es por la libertad” está convocando a una especie de cruzada ciudadana que termine de abrirnos los ojos a todos y darnos cuenta de que el boquete incrustado en la endeble armadura del país, se está haciendo cada vez más grande hasta el punto en que no se va a poder cerrar.
En algo que debió asimilarse un poco a cuando el cura Hidalgo tocó hace más de 200 años una campana en Dolores e invitó al sometido pueblo a salir a matar gachupines.
Y a quien esta comparación le parezca de una exageración de chairez endemoniada, cabe reconocer que lo es.
Pero la verdad es que al final si alguien puede terminar por tirar a un presidente de ineptitud encopetada que no hace más que reforzar una y otra vez su imagen de frívolo, débil, parapetado en una estructura política que lo mantiene y sostiene con tal de no perder sus privilegios, esa es la periodista de 51 años, y el enorme poder de convocatoria que ha logrado entre un público que ya le ha dado el título de adalid y pivote de su propia indignación
Falta ver cómo se desarrollan los siguientes acontecimientos, y hasta donde Carmen Aristegui está realmente dispuesta a llegar en este llamado cívico contra un estado de las cosas corrupto y podrido hasta la médula que está dispuesto a cualquier malabar con tal de seguir conservando su capital de impunidad.
Tampoco se puede descartar que detrás de la periodista se encuentren intereses que busquen estar haciendo contrapeso al desmoronado poder presidencial. Carlos Slim en específico, de quien la conductora en la revista Gatopardo respondió que ni lo conoce, y del que en el terreno de las especulaciones se teoriza que puede estar ayudando a Aristegui en su afán de terminar de comprar el país completo, ante una oposición (el gobierno federal, el PRI y Televisa) que ya dejó claro que no lo va a dejar entrar al pastel del reparto nacional.
“Creo que lo que viene va estar de hueva.” Le escuche decir a una mujer que teorizaba con sus amigas en un taxi sobre los efectos de este desaguisado entre el poder que se sigue ambicionando absoluto, y la periodista (tal vez no la mejor) pero si las más crítica y mediáticamente contestaría de los últimos dos sexenios.
Lo que venga de este choque y si la expectativa o algarabía que está suscitando está realmente sustentada en algo real, solo los meses que están por venir lo responderán.