“El tiempo para mi es importante, lo que pasa, lo que va a pasar es una frontera que me interesa mucho.”
Aclara el pintor nacido en Bolivia, Raúl Soruco, sobre los porqués de su exposición, Espíritus del Tiempo. Disponible en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO) desde el pasado 27 de marzo.
Soruco asegura que se pasa mucho más tiempo observando la obra, que inclusive pintándola. Mira a lo que pinta como algo que viene de muy dentro, que internamente se está solucionando y complejizándose todo el tiempo.
El boliviano, quien trasladó en 1992 su Taller de Gráfica a Oaxaca, por invitación del pintor Francisco Toledo, considera que lo suyo es trabajar en “el color que no se ve pero se siente.”
Sus abstracciones llenas de un rojo vivo o de un blanco traslucido invitan al espectador a mirar con los ojos del entendimiento, a ver más allá de lo aparente, de lo evidente, como una especie de espada de Thundera envuelta en una contrición constante
“Siempre habló del segundo en el que estamos viviendo. Cuando timas la foto a alguien que salta , el tiempo que está saltando es el tiempo que pasó, y el tiempo que tarda en caer es el tiempo que viene.”
Sobre el tiempo en su obra y quehacer artístico, Soruco afirma que a sus “trescientos años” (aunque en realidad nació en 1952) el tiempo no ha hecho más que profundizar su interés por seguir pintando.
“Porque lo importante no es el tiempo que te tardes pintando un cuadro o la extensión del mismo.”
Soruco, quien asegura que siempre está pintando (“no hago obra para hacer una exposición”) busca la verdad en lo que pinta, y la verdad en sí mismo al estar pintando. Ecuación en la que el detalle multiplica y la observación se mantiene sumando.
“Me gusta leer los comentarios del cuadernillo del salón, para saber que se lleva el espectador de mi obra. Yo no se qué se puede llevar, pero necesito saberlo.”
El artista sabe que exponer tu obra es exponerte, y que de eso se compone el juego del brío creador.