Con 900 autobuses desplegados por el pulpo camionero y bloqueando calles a lo largo y ancho de la ciudad de Oaxaca es como se la han pasado los oaxaqueños capitalinos este seis de abril, con el anuncio de Alejandra Gómez Candiani y otros colegas magnates del transporte público que ya desconocieron como interlocutor al secretario de Vialidad y Transporte, Carlos Moreno Alcántara, de que los bloqueos continuarán hasta que no hablen con el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo.
“Quieren subirle al pasaje como sea. Como no les resultó lo del madruguete de Semana Santa, ahora se van a ir con todo.”
Le explica Alicia Muñoz a su amiga Estela, las dos se pronuncian abogadas, que estudiaron juntas, y que desde que recuerdan el asunto del transporte público ha sido una pesadilla en Oaxaca.
“Lo que todos dicen, el servicio es horrible. Los choferes podrán traer su corbatita y su chalequito pero la gran mayoría son unos patanes que te bajan y te suben donde quieren, y que maneja como si trajeran una trotón con gallinas”.
Muñoz observa como curioso que ahora sean los transportistas los que “están en manada bloqueando” las calles de la capital de este estado.
“Tanto se quejan de que los estudiantes, maestros toman sus unidades para ir a bloquear las calles y ahora ellos hacen lo mismo.”
Axel Valle, de 28 años y profesionista que está en pláticas para poner su propio changarrito de hamburguesas, mira muy clara la situación.
“Los transportistas no se quieren ir sin su tajada. Este gobierno ya demostró que todo el mundo puede sacarle algo con solo esforzarse un poquito y poner a la ciudad en jaque. Esta es la ley de la selva, señores”
Finaliza el sociólogo desempleado y futuro hamburguesero antes de meterse a un Italian Coffe a tomarse un café frío, porque “a la cita que tenía ya no llegué, y a mi casa con este calor y caminando yo ya no regreso.”
Periférico a la altura de la Central de Abastos, Crucero del Monumento a la Madre, Crucero del Tecnológico, Crucero de la Experimental, Calzada Héroes de Chapultepec. Símbolos Patrios, Fuente de la Ocho regiones, Avenida Independencia y División Oriente, Periférico a la altura del parque del amor, Glorieta Lázaro Cárdenas, Crucero Plaza Bella.
Toda arteria, calle, o avenida que lleve a algún lado en Oaxaca hoy está bloqueada por hileras de autobuses urbanos que parecen en su coordinación para bloquear bien y bloquearlo todo, un ballet de elefantes de dibujos animados.
En el suelo, los choferes con sus uniformes de TUCDOSA o SERTEXA se mandan unos a otros por las cocas, diciéndose entre sí chiste nimios de que los se ríen a fuerzas, como si no estuvieran acostumbrados a estar del otro lado, y ahora ser ellos los que custodian sus autobuses en pleno bloqueo.
Maestros de la 22, estudiantes. taxistas locales y foráneos, trabajadores de la CTM, empleados a los que no les pagan tres quincenas, vecinos que se quedaron sin agua en su colonia y que nadie los pela; en Oaxaca el bloqueo es ya moneda de cambio para negociar y exigir cualquier cosa.
Por eso hoy no es de extrañar que ante el proyecto de meter un metrobús en Oaxaca y el fracaso de subir a siete pesos el costo de un pasaje que casi nadie en la ciudad estima que valga tanto, los autobuses urbanos se hayan puesto en pie de guerra, demostrando que para de eso bloquear calles con autobuses, quien mejor que quien los maneja.
Caos es una palabra que parece haber sido ya sobrepasada en Oaxaca, rehecha, rescrita, resignificada.
Los autobuses en fila cubren todos los posibles flancos de la ciudad en un bloqueo bucólico en la que los oaxaqueños ya no se espantan de su calidad de eternos caminantes.
“Yo tengo que ir hasta San Juanito, así que mejor empiezo a darle.” Dice una señora que camina por el Bancomer de la colonia Reforma, y que ya se dio cuenta de que su autobús urbano difícilmente va a llevarla tan lejos, cuando está parado en su cara tapando la calle por donde ella camina.
Unas horas antes un taquero me ha contado que escucho a dos choferes intercambiar información desde sus volantes y ponerse de acuerdo sobre a quién le tocaba ir a bloquear la calle de Independencia.
“Yo le hablé a mi esposa y le dije que a lo mejor hoy me quedo con un compadre que vive aquí por la Primero de Mayo. Medio se enojó mi mujer, pero yo le dije que no era yo, que en la ciudad las cosas se ponía complicadas.”
En Oaxaca las dinámicas sociales se acostumbran, se moldean, se adaptan. Se siguen escuchando las voces de que se vive en una ciudad sin ley, pero cada vez son más las almas que asumen que aquí nos tocó vivir, y que mejor ir planeando como hacerle.
“Oaxaca es una de las ciudades con mayor calidad de vida que existen en el país.” me comentaba un amigo pintor hace unas semanas, a lo que yo le respondí que si no sabía que en la ciudad existía una cosa casi diaria a la que llaman bloqueos.
El pintor sonrió y se limitó a responder un “créeme lo que te estoy diciendo.”
Días después me enteré que mi amigo era originario de Michoacán y había vivido un tiempo en Tamaulipas.
Entendí muchas cosas.