Sandra Luz Barroso, antropóloga y cinefotógrafa, viene realizando un trabajo desde hace diez años, que la llevó a estudiar Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología y cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica.
Ese trabajo se llama Catalina Noyola Bruno, quien tenía su muy personal concepción del nacimiento del mar, del mundo y del ser humano. Mujer de cien años que no sabía leer y escribir y que en su memoria guardaba el origen del son que bailó desde niña, el son de Artesa.
Son tradicional de la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero que ya no se baila en los pueblos, en la búsqueda de su tradición y sonido llevó a Sandra a recorrer en el 2005 la estampa afromexicana de lugares como Cuajimicuilapa, Pinotepa Nacional, El Ciruelo, Oaxaca, así como el pueblo de San Nicolás Tolentino, en Guerrero, viaje en el que conoció a la señora que marcaría su vida.
“Ella se volvió como una abuela, era comer con ella, ir al doctor con ella. Se volvió una relación entrañable.”
Barroso expondrá este diez de abril en el Museo Comunitario de Tututepec Oaxaca, la exposición “Para Catalina el tiempo” , compuesta por 18 fotos que habla no solo de la señora que contaba historias y la contaba bien, sino que además propone una visibilización de los pueblos negros mexicanos, situación ahora tan de moda para los políticos pero que Sandra conoció desde hace más de diez años.
“La idea es dar testimonio de mi encuentro con Doña Cata y porque es tan importante en mi vida, el motor para hacer muchas cosas como entrar a estudiar cine.”
“Conocerla al final de su vida y que me haya compartido gran parte de su memoria significa, que hay un gran compromiso de mi parte para compartir esa memoria con los demás.”
Catalina murió en el 2007, dos años después de que Barroso empezara a conversar con ella.
Sandra realizó también hace tiempo un documental llamado “Son de artesa, una historia de voces”, a la que califica como excesivamente descriptivo y antropológico.
Peleada con la antropología que le pedía 120 cuartillas, un mapa, una bibliografía, y una academia que le aclaraba que la ENA era una escuela de teorías y no de videos, Sandra entró a estudiar cine al CCC con la idea clara desde un principio de hacer la película de la vida de doña Cata.
“No sabía, que hasta el cuarto año es tu año de documental.”
Doña Cata también la llevó a Artemio, bisnieto de la ancestral mujer y nombre tentativo de su proyecto documental de tesis del CCC, actualmente en proceso de postproducción.
“Conozco a la nieta de Doña Catalina, Socorro, quien acababa de regresar de Estados Unidos y tiene un hijo de diez años, Artemio quien nació en estados unidos y tenía un boleto de regreso para mayo del año pasado.”
“En donde tenía que decidir si se quedaba con su madre o si se regresaba con su hermanos y su papá.”
A Sandra las posibilidades narrativas de la imagen de un niño teniendo que decidir si se queda en su país materno o se regresa a una tierra a la que ya se acostumbró, le parecieron fascinantes.
“La relación del niño con su madre que es muy particular, hablándose en ingles en una ranchería donde hay cien personas y donde Artemio no suelta su iphone.”
“Me recordaban a doña Cata en su contundencia para vivir la vida. En la decisión de Socorro de defender la capacidad de decisión de un niño.”
Para Barroso, quien no ha abandonado la idea de la película sobre Catalina Noyola, Artemio es un eslabón más de su complejo proceso del paso de la antropología al cine.
De vuelta a su exposición fotográfica, la cual aspira a mover por la Costa de Oaxaca y Guerrero, llevarla a la ciudad de Oaxaca en verano, y a final del año exhibirla en el CCC ,la ENA y Casa África, en el Distrito Federal, Sandra considera a la imagen como una postura para la resistencia.
Hay un movimiento social importante de organizaciones de pueblos negros que están buscando el reconocimiento a nivel legal en el marco del censo del INEGI, donde la gente ya puede responder si se considera o no afromexicano.
Sandra asegura, que la discriminación a nivel nación al y desconocimiento de los pueblos afromexicanos no ha pasado a pesar de ser ya un tema que está de moda en el discurso oficial.
La cineasta platica la experiencia que experimentó junto con los artistas costeños del Colectivo Artístico Cimarrón, Baltazar Castellanos y Obdulia y Beatriz Hernández (quienes también protagonizan las fotos de su exposición.)
“Una patrulla nos interceptó en el D.F. y los polis les pidieron su IFE, dijeron que por el color de su piel habían pensado que eran centroamericanos.”
A Sandra el gesto le pareció terrible, descriptivo de un país cercado en el que nadie quiere vivir.
Cuando se le pregunta que hubiera pensado de eso Doña Catalina Noyola Bruno, Sandra lo medita un segundo.
“No lo sé, pero seguro que lo que hubiera dicho. Me habría hecho sentir mejor.”