Contrario a la costumbre que priva en Oaxaca, donde los empresarios que cierran sus negocios por no poder solventarlos más desaparecen sin hacer ruido, el comunicado que Gerardo Carrera Madero publicó hace unos días en las redes sociales, explicando y anunciando el cierre de su bar y restaurante Sabina Sabe, ubicado en pleno zócalo de Oaxaca, después de diez meses de operaciones, se convirtió rápidamente en viral.
“Hemos tenido muchas satisfacciones y también dolorosos descalabros, la suma de todo eso nos hizo seguir adelante a pesar de la situación tan complicada que se viven en Oaxaca y especialmente en el Zócalo, pero lamentablemente es imposible continuar ya que son muchos factores que nos afectan y hacen insostenible mantener un espacio como el que hicimos para ustedes.”
Era lo que se podía leer en el escrito y con lo que muchos oaxaqueños se identificaron en su descripción de una situación social caótica, en la que los destinos de cada uno a veces parecieran ya no estar en la decisión individual.
“Todo los días estas esperando a que pase algo, a que haya una manifestación nueva, un reclamo nuevo, eso tiene paralizada a la ciudad. Me parece un absurdo que ya hasta haya aplicaciones en el celular que te digan por donde va a estar el bloqueo.”
“Las formas ya se salieron de control, Oaxaca es un estado muy complejo, todos están en su derecho de reclamar todo lo que tengan que reclamar, pero esta ya se volvió una forma de vida para ciertos grupos.”
Comenta por principio de cuentas Carrera en entrevista, quien lleva más de veinte años de vivir en Oaxaca y trabajó cuatro en el Restaurante Los Danzantes, decidiendo a mediados del año pasado abrir con otros dos socios, Sabina Sabe, con la que buscaban refrescar un poco la oferta comercial del zócalo de Oaxaca
La cual en palabras de Gerardo “es una oferta que lleva mucho tiempo ahí y que me parece un poco estática. Es muy igual y es para la misma gente.”
Sabina Sabe, le apostaba porque la gente joven regresara al zócalo, con un concepto más fresco , con otro tipo de servicio, comida y música.
Gerardo y sus socios abrieron el 6 de junio del 2014, con el plantón pequeño y perene de Antorcha Campesina en vigilia frente al palacio de gobierno, y nada más.
“Empecé a notar algo raro, porque los fines de semana se colocaban los ambulantes, empezaban jueves en la noche a ponerse y el domingo en la madrugada se retiraban.”
Hasta que se desató el plantón magisterial en los días de la Guelaguetza, exactamente el 21 de julio con una Sección 22 magisterial que anunciaba que estarían en el zócalo hasta que se aprobara su Ley Estatal de Educación, cosa que hasta el momento no ha sucedido.
“Mis socios y yo claro, que teníamos contemplado que eso iba a pasar, todos los años pasa. Tiene más de treinta años esta situación, llegamos a contemplar hasta dos meses de plantón, jamás nueve meses, nadie lo hubiera considerado.”
Sobre este plantón que se mantiene y que lo llevó a cerrar su sueño, Carrera observa que “del magisterio ya son muy pocos. El problema es el Ambulantaje.”
El empresario recuerda, que cuando empezó el plantón hubo un momento en el que ocho restauranteros del zócalo se juntaron para protestar de maneras diferentes, como aquella donde les pedían a los automovilistas que sonaran sus bocinas para que la gente expresara si estaba o no de acuerdo con que se quitara el plantón.
“Fue lo que pudimos hacer, pero al final no se logró nada.” Concluye objetivamente Gerardo y narra cómo empezó a implementar en su negocio tácticas que lo ayudaran a contrarrestar la inmovilidad comercial como eventos con marcas mezcaleras, degustaciones, maridajes y noches para lanzamientos de nuevas botellas.
Desafortunadamente esto no se podía estar haciendo diario. “No se cómo estén las finanzas de los otros restaurantes, no sé si paguen renta como pagábamos nosotros, pero varios espacios tienen sucursales en otros lados que los ayudan a solventar las perdidas.”
Carrera aclara, que él no quiso tomar los apoyos gubernamentales que los otros restauranteros si tomaron (prestamos del Fondo Oaxaca, becas para empleados y apoyos publicitarios) porque prefirió rascarse con sus propias manos.
“Hicimos un proyecto con mis dos socios y así quisimos mantenerlo. Así que por eso decidimos seguir hasta donde pudiéramos con lo que tuviéramos.”
“Es como una muerte lenta, lo veo más complicado que el 2006. No hay violencia, pero la gente ya no se acerca al zócalo, su acceso es complicado. Huele mal, es inseguro.”
Comenta Carrera sobre la situación de los restaurantes zocaleros, que continúan abiertos (algunos con más de treinta años de existencia) para quien el empresario calcula su existencia comprometida en caso de que el plantón ambulante-magisterial dure hasta la conclusión del actual sexenio estatal.
“Se pueden decir muchas cosas pero la realidad todos la vivimos y la padecemos. Turísticamente el discurso oficial resalta ciertas fortalezas que tiene el estado que siempre lo han mantenido, pero la realidad es la que está aquí.”
Carrera cree, que los ambulantes en el zócalo no va a ser algo para toda la vida, pues todo tiene un principio y un final, pero cuando se le pregunta por una fecha probable para que se retiren su respuesta es un “pues quien sabe.”
“Yo hoy no veo que se vayan a levantar, seguramente van a cumplir el año y van a hacer una marcha para celebrarlo.”
Carrera mira muy difícil, que el plantón se pueda seguir justificando como un plantón magisterial, con una Sección 22 a la que califica como un sindicato “con ideales degradados“.
Considera que, los maestros y ambulantes son grupos afines que se ayudan mutuamente, “uno le hace el grueso al otro.”
“Me parece fuera de lugar una protesta social cuando hay ambulantaje. Ahí ya hay un beneficio.”
Carrera considera, que a los ambulantes hay que generarles un espacio, una plaza, y que por el mes en el que pudo trabajar bien, piensa que sin el plantón lógicamente las cosas le hubieran ido mejor.
Sobre si le aconseja a alguien actualmente poner un lugar en el zócalo cerrado, su respuesta es un “no, si eres dueño si, si vas a pagar una renta olvídalo.”
“Si se quita el plantón, mañana está lleno el zócalo. La gente va en friega porque es bonito, porque lo disfruta.”
Sin embargo Carrera, si aconseja que se sigan abriendo lugares en Oaxaca.
“Hay muchos tercos, muchos necios que queremos hacer algo, siempre y cuando cuiden muchos sus condiciones, hagan buen contrato, y sí, creo que puede funcionar. Oaxaca a pesar de todo, siempre va a tener ese gusto.”
Sobre si ese gusto lo perdió un poco en esta inconclusa aventura restaurantera, Gerardo va al punto.
“Está muy cabrón levantarse todos los días a trabajar, para que todos los días este de la chingada.”