Por Rodrigo Islas Brito
La diputada local perredista Zoila José Juan expone con vehemencia en el Congreso una importante iniciativa para exhortar a los poderes judiciales del estado a resolver y no dejar la actual escalada de feminicidios que pesan sobre Oaxaca, en la total impunidad.
Cuando se le pide una opinión sobre su propia iniciativa, la diputada, esperando a sacudirse al reportero jodón que le demanda sus palabras, pide que la acompañen a su oficina,
Al no surtir efecto este distractor, se limita a pedirle a un asesor que imprima el boletín que sobre el asunto hizo público la dirección de comunicación social de la cámara de diputados.
“¿Pero su opinión sobre los feminicidios en Oaxaca, diputada? ¿Su denuncia de que estos solo están creciendo?”
“Ahí viene todo” contesta José Juan sin levantarse de la mesa de centro de su oficina y revisando su celular en la búsqueda de algo que solo ella entiende.
La verdad es que esto es una práctica común, los diputados están a lo que sus asesores les digan, les escriban, les marquen. No importando que el trascendental tema que defiendan y promuevan no pueda seguir sosteniéndolo una vez que la hoja con el discurso ya no este más en sus manos.
Será porque el termino servidor público nunca ha sido entendido en este país con otros sentido que no sea el de servirse. Lograr un puestazo, acomodarse y acomodar, empezar a juntar para la finca, los departamentazos, las villas en Europa, las residencias blancas, barrocas, y de un azul recalcitrante y profundamente triste.
En el servicio público mexicano lo importante no es servir, sino a quien sirves. Llegar con esa fuerza y esos abrazos en lo oscurito que te pueda acomodar de un brochazo en el mejor lugar (“Diosito no te pido que me des, sino que me pongas donde allá”) en ese para el que no necesitas hacer otra cosa más que simular que haces.
Como el priísta Fidel Herrera, exgobernador de Veracruz que dejó a su alfil Javier Duarte en su puesto, el cual ahora ha conducido a la inevitable bancarrota.
Herrera, catalogado en algún momento por la revista Forbes como el quinto político más corrupto del mundo, fue reciclado en Oaxaca como delegado del PRI estatal.
Causando por igual la repulsión de quienes señalaron las fábulas de muerte y pobreza que suelen acompañar al exgober, como la extraña (muy extraña admiración) de jóvenes priistas que vieron en Herrera la encarnación más recalcitrante de los “más altos valores” de su logo tricolor.
Hoy, viernes primero de mayo, la verdad es una, y existen ya reportes y notas periodísticas que hablan de una nueva cruzada del narcotráfico, de un ataque coordinado contra el occidente del país, con una andanada de narcobloqueos y carros quemados en una Guadalajara en estado de sitio, con múltiples embates y balaceras del cartel Nueva Generación.
Embates que incluyen escaramuzas también en Colima y Guanajuato y el derribo de un helicóptero militar con 18 elementos a bordo, sin que hasta el momento algún órgano, secretario o responsable del gobierno federal se haya pronunciado al respecto.
Tal vez el gobierno se fue de puente y no regresen hasta que sepan si gano Pacquiao o Mayweather, total, en este país solo hay que mirar, oír, callar y ponerse a ver el box.