El tsunami de Vengadores

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Avengers, la era de Ultrón, aparece en los diez o quince apartados de la cartelera de Cinepolis , a secuela de Los Vengadores, no deja en su pirañismo cinematográfico espacio para preguntarse siquiera, ¿Qué película voy a ver?.

No hay de otra , o es el Capitán América, Thor, Iron Man y Hulk, hablando en español , en tres d, o subtitulados, o no hay nada. Frente a ellos, por ahí se puede ver una o dos funciones de la mexicana Güeros, de Alonso Ruiz Palacios, o una cinta francesa limitada a la sala de arte (que Cinepolis abrió el año pasado para demostrar que también son sensibles) en una sola función .

Las colas son infinitas para ver la película pueden ser infinitas, pero la cinta no. Esta secuela de la franquicia de Marvel aspira a tener una profundidad que se queda en frialdad, y de a que ni la increíble belleza de Scarlett Johansson enfundada en un negro ajustado logra ponerle remedio.

Lo más rescatable no son sus súper héroes vengadores, de los cuales tiene pa tirar pa arriba, sino su villano robot computarizado- digitalizado, y sobre todo la indomable voz de James Spader que le da una vida deliciosa, trágica y provee a los pocos momentos que aparece en pantalla, de una complejidad que el resto de la cinta no consigue.

Cada vez más estos Vengadores suenan más a una fuerza que en cualquier momento caerá con toda su justicia en alguna galaxia muy lejana buscando armas de destrucción masiva que solo existirán en sus mezquinos intereses.

Cada vez suenan más a una maquinaria de aculturación armamentista, con los Vengadores yendo a rescatar un pueblo de la Europa meridional atrapado en los sesentas , con esculturas comunistas en sus calles.

Con dos gemelos biónicos y mutantes (Aaron Taylor Johnson, Elizabeth Olsen) con acento ruso y odio hacia Tony Stark (un Robert Downey Jr, que ya le juega a la polémica racista y cada vez se ve más como el papá de Iron Man) por haber bombardeado a sus padres con sus misiles millonarios, pero que abandonan sus ganas de venganza por puro influjo de fuerza justiciera transgaláctica y transnacional.

Por ahí también esta Jeremy Renner (Hawkeye) vengador a quien en las anteriores cintas siempre se le ha dado muy poca importancia, y a quien por la ausencia de súper poderes reales siempre lo tunden mas duro.

Vulnerabilidad que en esta entrega lo torna el más agradable y cercano de unos vengadores clavadísimos en rollos freudianos como que nunca pudieron bailar con la chava que les gustaba por ir a enterrar una bomba al Océano Ártico, o que no pudieron terminar de reventarse como verdaderos cosacos por la irrupción en sus vidas de dioses de hermanos magnicidas y sonsacadores y padres neuróticazos y juzgones.

De diversión pura la destrucción que Hulk realiza de medio Ciudad del Cabo porque literalmente le juegan su cabeza, y Paul Bettany, quien de hacer la voz de la computadora de Stark en cuatro películas, ahora es promovido a súper héroe de carne y hueso, con una mezcla entre Superman y el Doctor Coloso.