Mortdecai: El último ridículo de Johnny Depp

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Mortdecai (2015) es la constatación de que Johnny Depp pasa por el peor momento de su carrera, que eso de hacerle al payaso encantador ya expiró, y que no es lo mismo Jack Sparrow, que veinte auto plagios después.

La historia (que se ambiciona cómica y que se estrella en la indulgencia) versa sobre un traficante de arte ingles de nombre homónimo al título, que gusta de darse la gran vida y que esta materialmente en la ruina.

Con una esposa aristócrata bastante avispada (Gwyneth Patrow, dándole realce al ridículo), un poli enamorado de la esposa que no atrapa ni una mosca (Ewan McGregor, perdido en el ridículo) y un mayordomo mercenario abnegado y donjuanesco (Paul Bettany, propulsando a la estratosfera el ridículo) Mortdecai se verá envuelto en la recuperación de un antiguo y preciado Goya, que incluye el acoso de mafiosos rusos, yakuzas chinos y otros personajes que engendran hartazgo.

El problema es que Depp se quedó en el pasado, en el cañonazo de dólares que le dio a sus finanzas el primer Piratas del Caribe, cuyo éxito económico lo colocó de golpe y porrazo como el actor taquillero que nunca fue.

El intérprete de El sueño de Arizona, El Joven manos de Tijera, Hombre Muerto, Ed Wood, Benny y Joon y ¿Quién ama a Gilbert Grape? pasó de ser la encarnación del tipo extraño en un mundo horrible, a ser el tipo horrible en un mundo bufo.

Una parodia de sí mismo y de las enormes posibilidades que sus personajes y su manera de interpretarlos arrojaban sobre la pelea férrea que aquellos encaraban contras las convenciones de universos sumidos en una normalidad tambaleante, una normalidad falsa que no le hacía bien a nadie y que estos desentrañaban hasta la ultima partícula.

Hoy Depp parece no darse cuenta que de seguir repitiendo el numerito de afectado-estrafalario-simpático-galanzon su carrera acabara perdida en sagas infantiles destinadas al automático doblaje en español.

Depp podría estar en peligro de convertirse en un nuevo Eddie Murphy del cine intrascendente, si no es que ya lo es (falta recordar sus quince minutos de Lobo Feroz en In the Woods), tan desesperado como esta por encontrar un taquillazo que lo siga manteniendo en la nómina de los sueldos hollywoodenses estratosféricos, con lo que está acabando Johnny Depp es con su propia carrera.

Sino, basta recordar el leit motiv de su último intento de saga taquillera, el ridículo bigote de su protagonista y su renuencia a rasurárselo. Su efecto anímico en el espectador es inenarrable.