“Acortar un huipil viejo y hacerle una bolsita, no, no me resulta muy interesante.”
Comenta sobre el panorama del actual diseño textil local, la diseñadora con cuarenta años de experiencia, Trine Ellitsgaard.
La danesa afirma no saber si existe mucho diseño textil en Oaxaca. “Yo no veo muchas exposiciones.”
“Veo que hacen como huipiles y algunas cosas, pero nada interesante. Todo es muy comercial, hecho con el propósito de venderlo rápido.”
Ellitsgaard afirma que, su expresión en el textil es más simple y que llegó a este porque desde niña siempre estaba haciendo algo con sus manos, tejiendo o haciendo cosas.
La artista cuenta que en Copenhague (su ciudad natal) había una tradición de tejido a mano, que ya es muy difícil mantener porque los textileros prefieren mudarse a otros países y pagar sueldos nimios.
“Antes en el campo todo el mundo tenía un espacio del día para tejer las sabanas o los manteles, o los tapetes, cosa para tu casa que tu mismo producías. Pero ahorita ya nadie hace eso, es una tradición que ya se perdió.”
Esposa del pintor Francisco Toledo, Trine comenta que afortunadamente el textil todavía es un motivo de identidad para los pueblos originarios.
“Me encanta el textil de las culturas antiguas, donde había más trabajo y atención. Hoy todo es rápido.”
“Antes el textil era para la boda de tu hija. Tradicionalmente se realizaba en los pueblos, donde se le ponía más amor, más atención. Trazos precisos para una ceremonia.
Ellitsgaard expone desde este ocho de mayo, Reflexiones, en el Museo Belber Jiménez, cuatro reinterpretaciones sobre la exposición permanente del lugar, donde la artista mantuvo parte del diseño pero cambió los materiales.
En unos tapetes, Trine trabajó con un tipo de algodón que usaban los pescadores hace muchos años y un hilo de oro que también detentaban para atrapar los peces
Estos son reinterpretaciones de unas canastas del arte nativo americano le gustaron a la danesa por un diseño y trabajo simple, que le resultaron maravillosos.
Trine quien gusta de trabajar con materiales diferentes reprodujo también una ruda silla de montar bordada con pita, en una pieza de fieltro de felpa amable, situación que le permitió transfigurar conceptos y conectar extremos.
“Es muy buena idea para reavivar una colección permanente donde la gente no regresa porque ya lo vio todo, el traer artistas a reinterpretar sus piezas.”
Comenta Ellitsgaard, quien tendrá una exposición en diseño de joyería en junio, en San Francisco, California, sobre esas tácticas del Belber Jiménez que le permitieron transfigurar la figura de una canasta apache de yuca, en una especie de almohada redonda de formas discordantes.
“Siempre hay algo que te me mueve, las maneras de expresarse de cada quien son diferentes, pero se alimentan entre sí.”
Con su acento a veces impenetrable, Ellitsgaard afirma que el juego para la inspiración es que no haya reglas para su origen, mientras mira la última pieza de sus reinterpretaciones.
Un bordado con tejido de papel, proyección de una pieza original tejida en lana, con contornos que se unen y se trascienden, y colores que se confunden en su propia retroalimentación.