Grupo México devora la sierra de Sonora en busca de minerales, dejando una estela de muerte y daños crónicos a la salud de trabajadores y pobladores, que tarde o temprano desarrollan cáncer o enfermedades pulmonares.
La ciudad de Cananea vive inmersa en una nube de polvo blanco corrosivo, resultado de las explosiones en el tajo de la mina Buenavista del Cobre, trituración de rocas y tolvaneras que se levantan del lodo seco contaminado.
El color amarillo ocre es una constante en el paisaje de la localidad, que a pocos metros convive con uno de los yacimientos a cielo abierto con mayor producción en el mundo, pero que no invierte en atender los cientos de casos de hombres, mujeres y niños que sufren de problemas de asma, alergias o hemorragias nasales.
A raíz de la huelga de 2007 en la mina de Cananea, declarada como inexistente, 850 trabajadores de la sección 65 del Sindicato Minero Nacional quedaron a la deriva, así como tres mil obreros retirados y sus familias, que, poco a poco, han ido muriendo por la falta de un adecuado servicio de salud, ya que nunca fueron incorporados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La crisis se agravó con la decisión de Grupo México de cerrar el Hospital General El Ronquillo, que contaba con un cuadro básico de 600 medicamentos de patente para brindar atención a los trabajadores con enfermedades crónico-degenerativas propias de la industria minera, como la silicosis.
Ante esta situación, el Congreso de Sonora aprobó, en octubre de 2013, un exhorto al gobierno del estado para que realizara las gestiones necesarias para que la mina Buenavista del Cobre cubriera las cuotas obrero-patronales, con el fin de que los trabajadores retirados contaran con servicios médicos apropiados y recibieran la pensión a la que por ley tienen derecho, pero el llamado no tuvo eco en Grupo México.
“Desde el cierre del Hospital de El Ronquillo han fallecido más de 300 mineros retirados, en su mayoría por falta de una buena atención médica especializada y de medicamentos adecuados, además de que, una vez fallecido el minero titular, se le retira en automático el servicio médico a su viuda y demás dependientes económicos”, argumentaron los diputados locales.
Hasta la fecha, continúa la lucha de los obreros que dejaron los mejores años de su vida en la mina y que ahora se tienen que conformar con el servicio limitado que ofrece el Seguro Popular, que ellos mismos costean y que tiene un cuadro básico de 120 medicamentos de tipo genérico.
La misma situación enfrentan los mineros de la sección 65, que, de un día para otro, se quedaron en la calle.
Lista de espera
Ignacio Lagarda Valdez prestó sus servicios durante 10 años como operador de maquinaria pesada para Grupo México.
Nacho, como lo llaman sus amigos, inició la huelga de 2007 junto con sus compañeros de la sección 65, para exigir atención a las medidas de seguridad en la planta, sin saber que ello le iba a provocar dolor e impotencia al caer su hija enferma de leucemia.
“Estuvimos casi dos años y medio en tratamiento en el Seguro Popular, porque Grupo México nos quitó el servicio médico. Anduvimos en la Ciudad de México y Monterrey con apoyo de los integrantes del Sindicato Minero, que nos donaban 50 pesos cada uno, con el fin de poder buscar la cura para mi niña”, relata.
Sin la póliza de gastos médicos mayores a la que tenían derecho como empleado de Grupo México, el hombre luchó todos los días por la vida de su hija.
Ignacio lamenta no haber tenido los 2.5 millones de pesos que le pedían médicos particulares para practicarle a su hija un trasplante de médula ósea, el único tratamiento que podría mantenerla con vida.
Su hija murió en febrero de 2014, en espera de que el Instituto Nacional de Pediatría (INP) le practicara el trasplante.
Lagarda Valdez revela que conoce al menos otros tres casos de niños con leucemia en Cananea.
Buenavista del Cobre utiliza sulfhifrato de sodio para separar el cobre del molibdeno, sustancia que, por su peligrosidad, no se usa en ninguna otra parte del mundo, agrega.
Sueños de beisbol
El lunes 6 de agosto de 2001 es una fecha que José Carbajal Romero jamás podrá olvidar. Eran las 03:40 horas en la mina de Grupo México cuando una explosión le arrancó la pierna izquierda, la movilidad de uno de sus brazos y el futuro de toda su familia.
En segundos, El Waita, como era conocido José en Buenavista del Cobre, vio truncada su vida después de 16 años de servicio, por un descuido de otro departamento.
Sin perder el conocimiento, José fue trasladado en ambulancia por el largo camino de carretera de cinco horas a la ciudad de Hermosillo.
“Cuando llegamos al hospital, el doctor me dijo que si me hubieran llevado en avión o helicóptero hubieran podido salvar mi pierna”, comenta.
Al quedar imposibilitado para seguir laborando en la mina, Grupo México lo indemnizó con apenas 330 mil pesos y una prótesis mal hecha que nunca pudo utilizar.
“No tengo pensión, ni servicio médico; luego de mi accidente, la mina Buenavista del Cobre me dejó solo a mi suerte”, se lamenta.
Después de 14 años de la tragedia, El Waita se gana la vida trabajando en una tortillería, mientras espera que se resuelva un litigio contra Buenavista del Cobre en la Junta de Conciliación y Arbitraje número 10, donde exige un pago mensual vitalicio, “que si me pasa algo a mí, lo puedan cobrar mi esposa o mis hijos”.
Sentado en la sala de su humilde vivienda, confiesa que tiene un sueño recurrente de cuando tenía sus dos piernas y practicaba beisbol representando a la mina Buenavista del Cobre.
“Me veo jugando con mis compañeros de entonces, pegando un batazo de home run para anotar la carrera del gane y convertirnos en los campeones de la liga, con mi familia feliz, echándome porras desde las gradas, pero luego despierto y regreso a la pesadilla de mi vida”, concluye.
Irregularidades
La comisión especial creada en la Cámara de Diputados para dar seguimiento al derrame de sustancias contaminantes en el río Sonora, el 6 de agosto de 2014, subrayó que Grupo México no ha efectuado suficiente monitoreo de higiene industrial para identificar, evaluar y controlar los peligros sobre la salud de los mineros, incluyendo la exposición al polvo mineral.
Después de realizar un recorrido por la región y sostener reuniones con diversos sectores de la sociedad, los legisladores federales alertaron que la cantidad de sílice de cuarzo respirable en la planta de Cananea llega a 1.2 miligramos por metro cúbico, lo que rebasa 10 veces el límite máximo de exposición permisible de acuerdo con las normas mexicanas.