Dentro de la vasta historia de cintas veraniegas desastrosas, Chappie debe tener un lugar de honor. Si el cineasta Neil Blomkamp deslumbró a todos hace unos años con su blockbuster de acción alienígena desarrollado en su natal Sudáfrica, Distrito Nueve, hoy , con los mismos escenarios y la misma dinámica de gueto energizado, lo manda todo al demonio.
Chappie se fusila vilmente al Robocop de Paul Verhoeven (si la idea era un homenaje, algo salió muy mal en el camino) con su intriga palaciega (torpemente delineada en este intento) de corporativismo robótico, con Hugh Jackman en el pesado rol de inventor villano que no puede soportar verse relegado por un geniecillo más joven (Dev Patel, sobreactuado hasta las cachas), y por el cual seguramente a Woolverine le prometieron un súper papel de antagónico malvado que termina en papelazo.
No conforme con el fusil, Blomkamp presenta a un Robocop aniñado insoportable con la voz y los movimientos de su actor de cabecera, Sharlto Copley, especie de E.T. pasado por fierros que por Drew Barrymore tiene a la rapera sudafricana Yo-Landi Visser (insoportable pero con cierto feeling) y a su pareja y socio musical Ninja (insoportable pero con nada de feeling).
Ambos como ladrones de nombres homónimos que juegan una especie de forzada familia nuclear para el robot adolescente que, primero no sabe hablar y que luego lanza cuchillos para poner a dormir policías.
Lo que Blomkamp ambiciona como entrañable y divertido, resulta en la práctica chirriante y chillante, y por ahí aparece la veterana y la mayor parte de las veces, grandiosa Sigourney Weaver, en un papel absolutamente intrascendente para completar el cuadro.
El cineasta no logra conectar con nada de lo que se propone, si en Elysum, su anterior película, un exceso de ambiciones argumentales mal cohesionadas lo llevaba al naufragio, en Chappie, un exceso de sandeces y simulaciones pesimamente concebidas la lleva al desastre.
No es que Chappie y su discurso de inocente salvaje enfrenta a un mundo despiadado sea malo. Es que simplemente, no es.