Víctor Leonel Juan Martínez
La jornada electoral del 7 de junio, deja un conjunto de temas que analizar. Hacemos aquí un primer punteo de los más relevantes.
Violencia: Al menos 21 personas directamente vinculadas con el proceso electoral (bien como candidatos o del equipo de éstos) fueron asesinadas. Pero la cifra palidece al considerar a otras muertes por motivos políticos en el último año. Los 43 de la Normal de Ayotzinapa son los más evidentes, pero no los únicos.
Y en la jornada electoral los sindicalistas oaxaqueños agrupados en la sección 22 del magisterio, protagonizaron vergonzosos actos de violencia callejera para impedir que otros ciudadanos pudiesen votar. Algo falla en nuestra cultura política al continuar privando “si lo puedes arreglar a balazos, para que lo platicamos”. Es el fracaso de la política.
Violación a la ley. El Partido Verde alcanzó un siete por ciento de la votación nacional. Para lograrlo violó permanente y sistemáticamente la ley. Incluso el día de la jornada electoral alquiló a personajes de la farándula para que llamaran a votar por ellos en las redes sociales. Acumuló multas por millones de pesos; que le serán retribuidas con creces con el número de curules alcanzados. Un círculo vicioso en que la violación a la ley se convirtió en una inversión mínima para seguir explotando la franquicia Verde, que lejos está de ser un real partido político.
Impunidad. La mayoría de los asesinatos no han sido resueltos, cosa común en México. Al PVEM incluso algunas multas ejemplares les fueron rebajadas, como disminuir de tres a un día la no transmisión de sus promocionales televisivos. La sanción m establecida en la leu televisivos. La sanci rebajadas, como disminuir de tres a un d áxima establecida en la ley: cancelación del registro como partido por violaciones reiteradas y sistemáticas a la normatividad, fue desestimada con el argumento vacuo de que eso “lo decidieran los ciudadanos en las urnas”, siendo que precisamente lo que se hizo fue una estrategia mediática para engañar a la ciudadanía y, entonces, ¿para qué está la ley si no se aplica? Ni hablar entonces de otros ámbitos en que la justicia se deniega. Es la impunidad la que prevalece.
Abstencionismo. Regresó el abstencionismo. El promedio en elecciones intermedias era del 50 por ciento, ahora disminuyó al 48 %, pese a presentarse comicios concurrentes a gubernaturas en nueve estados. En Oaxaca, la participación efectiva es apenas del 36 por ciento (la lista nominal es de 2 millones 718 mil 762 ciudadanos). El INE maneja un porcentaje del 42 por ciento, dado que resta a los ciudadanos que potencialmente podrían votar y no lo hicieron porque no se instalaron las casillas. Lo que revela una situación más grave, pues más de medio millón de oaxaqueños ni siquiera tuvo la posibilidad de votar.
Corrupción: Si de algo sirvieron las campañas, fue para que los políticos sacaran a la luz pública sus actos de corrupción: las filtraciones de llamadas en que confesaban u ordenaban acciones irregulares; bienes que no declaraban; empresas fantasmas; padres, esposas o hijos incómodos fueron parte de la guerra de lodo con que cubrieron parte del proceso. Se repitió por todos los partidos y dejó constancia que efectivamente, todo indica que la corrupción es un problema de orden cultural (Peña Nieto dixit) … de la clase política y su visión patrimonialista del quehacer público.
Espejismo triunfalista: El PRI se mantuvo como la primera fuerza política y, junto con sus aliados (PVEM y PANAL) alcanzará la mayoría simple en la Cámara de Diputados. Pero el descontento priva en la sociedad mexicana; no se refleja en los número en tanto en el resto del espectro partidario tampoco se ven opciones. Sin embargo, se fortaleció a MORENA (que ha manejado un discurso de real oposición); a los candidatos independientes (seis ganaron; cuatro quedaron en segundo lugar muy cerca del primero y cuatro quedaron en tercero con votación superior a otros partidos). Más del 70 por ciento del electorado votó por una opción distinta.
Los partidos de oposición tampoco salen bien librados. Su votación es mínima, particularmente si la comparamos con la lista nominal; representan a pequeños sectores de la población.
Izquierda dividida: “Somos pocos, pero sectarios”, era una frase que ironizaba la permanente división de la izquierda en las décadas de 70 y 80. Esfuerzos por un frente común se fueron construyendo; el PSUM primero, luego el PMS y finalmente el PRD. Una vez conquistadas posiciones, la izquierda inició su guerra fratricida y perdió sus principios. En este proceso el PRD se consolidó como el sector popular del PRI: Silvano Aureoles, gobernador electo de Michoacán es mas priista que muchos militantes de ese partido.
Esa impronta marcada por los Chuchos –el grupo dominante en el PRD y que tiene su referente en la UCD oaxaqueña— se refleja en todo el territorio; en Oaxaca, dos de las cuatro diputaciones ganadas son para priistas de viejo cuño: José Antonio Estefan Garfias y Eva Cruz de Diego, renunciaron a su militancia tricolor al no ser nominados por ese partido y lograron la candidatura del sol azteca. Los otros candidatos fueron abandonados a su suerte; Francisco Martínez Neri (ganador en Oaxaca) y Sergio López (ganador en Tlaxiaco) reflejan apenas posiciones más genuinas de izquierda. MORENA capitalizó en mucho este descontento, pero agudizó la división de la izquierda. Sin embargo, sumados los votos de los partidos de izquierda, superan con mucho al PRI.
Derecha debilitada. Y el PAN se consolida también como el sector empresarial del PRI, dado que este último ha derechizado sus políticas. Como partido, el blanquiazul sufre su peor derrota en las últimas dos décadas. En Oaxaca, se sitúa en su porcentaje histórico (10 a 12 por ciento); su crecimiento en la entidad en los últimos años derivó de su buena negociación al conformar coaliciones con el PRD donde alcanzó posiciones que no correspondían con su presencia efectiva; ahora se sitúa en su dimensión real.
Esperanza: El hartazgo encontró en la alternancia partidaria, pero particularmente en las candidaturas independientes un resquicio por el cual vencer a las anquilosadas estructuras partidarias: el triunfo de “El Bronco” en la gubernatura de Nuevo León, siendo el más conocido no es el único. Manuel Clouthier será diputado federal independiente; Pedro Kumamoto ganó el distrito de Zapopan en Jalisco.
En los ayuntamientos César Valdés será, presidente municipal de García, Nuevo León; en Comonfort, Guanajuato, ganó Alberto Méndez; y en Morelia, capital de Michoacán, Alfonso Martínez. En todos los casos la votación que alcanzaron superó el 40 por ciento y dejaron muy atrás a los partidos políticos; mas encomiable cuando no tuvieron financiamiento público, ni acceso a radio y televisión. La ruta está abierta y sin embargo, no necesariamente es la mejor para un cambio democrático.
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