“Todo inició en un terreno árido de la costa de Oaxaca donde mi padre proyectó hacer una reserva ecológica. Para mi el gran reto fue entender el porqué escogió ese lugar siendo un lugar tan seco”.
Rame Cuen habla sobre la selva seca de su infancia y adolescencia donde sonaba un tanto ilógico cosechar cualquier cosa.
Una reinterpretación de su origen y un legado sobre transformar lo infértil en fértil es lo que llevó finalmente a Cuen a presentar Nativo, un ejercicio de instalación para acceder a la verdad que tendrá inicio este dos de julio en la Bodega Quetzali.
“En Oaxaca, infértil en su crudeza, en su pobreza, en su conflictividad, se crean cosas increíbles”.
Comenta Rame, mientras reflexiona sobre como lo nativo es un concepto que hoy se torna ambiguo, en medio de una globalización que lo funde y lo resignifica.
“Mi proceso de búsqueda es resignificarme colectiva y personalmente. La expansión de nuestras raíces procesalmente nos llevan a ser algo mas”.
Ramón, de familia de migrantes que desde su natal Tututepec, Oaxaca emprendieron las búsqueda de sus propios horizontes mira al migración como una extensión del ser nativo, con raíces que se expanden, retroalimentan y contraponen.
Raíces plásticas, flexibles, rígidas, enraizadas, dúctiles, sensibles. Raíces como el inició de un reaprendizaje, de una aclimatación forzosa y necesaria.
Contraponiendo cables metálicos con cables de plástico, un bastón de mando que juega a referente esencial de las comunidades, troncos con forma de toro que enseñan verdades sobre mundos atestados de violencia, Cuen le apuesta a las conversaciones entre foráneos y nativos como principio de esa flexibilidad que ha de arrojar a la verdad.
“Esto es sobre como apropiarse un espacio, vaciar tu espíritu y hacerlo tu casa, y compartirlo con quienes vengan a ver Nativo”.
Fotografía, video y escultura. Plásticos, piedras y madera. Frutos de huanacaxtle acuñados en bronce y en papel. Atarrayas y redes de pescar de pueblos enteros que la usan como su instrumento tecnológico de sobrevivencia alimentaria y familiar.
Todo es motivo para la experimentación interna y conceptual de un artista que apuesta al espectro multidisciplinario de su propia voz
En un universo con ciudadanos globales que, extrañan pueblos vacíos que ahora son dirigidos por niños, con cepas que migran para significar igual, con la foto de su hijo de 19 años en un momento de bondad.
La identidad es para Cuen un asunto a transformarse todos los días.