El marco no podía ser mejor. El cielo azul, limpio, parecía agradecer la ofrenda que estaba próxima a recibir. Hombres, mujeres, niños y niñas danzaban, versaban y compartían así parte de su cultura a propios y visitantes.
Era el segundo convite de Guelaguetza que este fin de semana llenó de color, olores y sabores el Centro histórico de la Verde Antequera con la anuencia del Dios Tláloc.
Ahí, frente al templo de Santo Domingo de Guzmán, yacían las delegaciones dispuestas a superar el éxito del primer convite, y así fue.
El reloj marcaba las 18:00 horas y cientos de personas buscaban ya el rostro más bello, la sonrisa pícara, los mejores movimientos, la mejor postal que dé cuenta de su presencia en una de las actividades que enmarcan la fiesta de los Lunes del Cerro, que este año celebra su edición 83.
Para esta ocasión, las personas en el corazón de la capital oaxaqueña vieron desfilar por segundo día consecutivo a las Chinas Oaxaqueñas de Doña Casilda, así como a las delegaciones de San Sebastián Tutla y Miahuatlán de Porfirio Díaz, de quien este año se conmemora el centenario de su natalicio, por lo que se prevé que su actuación en el Cerro de las Azucenas, los lunes 20 y 27 de julio, sea motivo de buen grado para comentar.
“Al mole que prepararon le echaron chile guajillo, no lo comas demasiado, porque luego arde el fundillo”, salía de los labios de una joven morena, de menuda figura y largas trenzas que entre sus brazos sostenía un jarro de barro verde con un molinillo dentro, mientras ondeaba su falda multicolor.
Jóvenes como ella, dice Rafael Ramírez Morales, coordinador de la delegación de Miahuatlán de Porfirio Díaz, son un ejemplo claro del orgullo que para los bailarines representa subir al Cerro para mostrar la riqueza cultural de ese punto de la Sierra Sur.
“Esperemos que nuestra actuación sea una de las más esperadas porque hemos trabajado mucho inculcando a los jóvenes el valor de nuestras tradiciones”, aclara.
Asimismo, expresa que en el marco del centenario luctuoso de General Porfirio Díaz Mori, la actuación de la delegación que encabeza estará dedicada al “Soldado de la Patria” en el Auditorio Guelaguetza.
La fiesta anuncia su fin mientras la valla humana a la que daban forma miles de asistentes, resguardaba a las estrellas de la noche, aquellos que durante casi tres horas cautivaron con sus sones y jarabes y daban muestra así de la hermandad que se vive en la máxima fiesta de los oaxaqueños.
El recorrido termina, el reloj marca casi las 21:00 horas y ya frente a la Catedral Metropolitana, las Chinas Oaxaqueñas se despiden al ritmo del Jarabe del Valle entre luces multicolores.
A un costado del inmueble, en tanto, la delegación de San Sebastián Tutla deleita con la quema de toritos de petate, y Miahuatlán de Porfirio Díaz hace lo propio con el baile del “Palomo”.
Es en este momento cuando las “bombas” iluminan el cielo invitando a vivir esta experiencia de la mano de los convites que se llevarán a cabo el próximo viernes 10 y sábado 11 de julio, cuando la algarabía vuelva corazón de la capital oaxaqueña.