Pantanos máximos

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Dos detectives españoles disímbolos entre sí, llegan a una apartada Guadalquivir en 1980 a investigar la desaparición de dos jóvenes hermanas. El fango y el pantano del infierno soterrado en el que aterrizaran, terminará por mostrarles una verdad que no se aprende en los manuales.

Aunque esta suene a sinopsis de la primera temporada de True Detective, el cineasta sevillano Alberto Rodríguez tiene en La Isla Mínima (España,2014) la suficiente personalidad y talento como para sacar adelante un resultado muy propio.

Autor de cintas de género trastocado como la adolescente Siete vírgenes o el excelente policial Grupo 7, el director y guionista siempre ha tenido muy claro cómo encontrar la originalidad en el gozoso uso de las referencias.

La Isla Mínima, excelente y vibrante en su primera hora de metraje, pero un poco atorada después, conceptualiza un thriller detectivesco en la España postfranquista donde los claroscuros de sus personajes principales resignifican sus acciones.

En eso destaca Juan, con una interpretación bien delineada de Javier Gutiérrez, de pasado escabroso, de presente volátil, siempre proclive a arrancar confesiones con apretones de cuello nada educados. Lleno de unos remordimientos que parecería que lo traspasan, pero que al final no lo tocan.

Raúl Arévalo y su concepción de Pedro, el otro policía, mas neurótico, mas novato, pero mucho más convencional, le aporta el justo equilibrio a esta ecuación de cine negro y relato crepuscular.

Universo triste donde las chicas con planes son ultrajadas por ogros sin pasado, donde los chulos son horribles y los padres aman tanto que lastiman.

Rodríguez bebe del cine de David Fincher, en su sed por los aires que se enrarecen y duelen, en el detalle descorazonador (el tipo sangrando como un queso gruyer envinado), como en Grupo siete, lo hizo del mejor cine de William Friedkin , y su Popeye Doyle lleno de una torpeza policial que al final era su mejor arma.

Después de ver La Isla Mínima y su cátedra de clímax y cultivo de género cinematográfico, solo queda pensar que el oficio de Rodríguez aun esta por conocer su mejor película.