Gladiador pasado por agua

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Russell Crowe recicla el cine David Lean y se lanza a dirigir su opera prima, Water Divine(traducida en nuestro país con el pedestre nombre de Promesa de vida ) y el resultado es sorprendentemente satisfactorio.

El astro Gladiador de El Informante, Robin Hood, Los Ángeles al desnudo y Gangster americano pone en juego una historia de amor filial y las desgracias que lo potencializan, vía el periplo que emprende un buscador de agua en la Australia de principios de siglo veinte, por encontrar los cadáveres de sus tres hijos desaparecidos en acción en la batalla de Galipoli, en plena y fracasada invasión australiana a Turquía.

Crowe se reserva para sí el papel principal pero no se reserva la historia, la cual se mueve con ritmo y naturalidad a través de tormentas de polvo, trincheras, masacres, madres solteras pispiretas, enemigos que se vuelven aliados, matanzas étnicas y consideraciones sobre quedarse en un infierno a transmutar su maldad.

El Gladiador le aplica su estatus de rudo sensible a su labor de realizador y le sale bien, moviendo  el drama humanos por contradicciones, explosiones, amagos y un muy desarrollado sentido de la aventura.

Lo que en un principio sonaría a un armatoste mezcla de las peores trampas del lacrimógeno clásico, hijos muertos, esposa suicidada, padre con remordimientos, da lugar a un viaje cálido en donde Connor (Crowe) no hará más por encontrar los esqueletos de sus hijos que lo que hace por reconstruir el tejido de su propia existencia.

El actor y novel director (a sus 51 años) le aplica el estilo de épica con emociones al estilo Lean (Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago) en el que las culpas y las emociones se confunden y mezclan en senderos en los que hay que andar a caballo y desenvainar una espada.

Este maestro y adivino del agua cuenta con el don de la oblicuidad en el que destacan las interpretaciones del turco Yilmaz Erdogan, como un mayor con un desarrollado sentido del verdadero significado de la lealtad, y de la guapetona Olga Kurylenko, quien a su papel de madre abnegada musulmana le aplica una muy necesaria y creíble dosis de indómita rebeldía.

Russell Crowe ha optado en su debut como director por un cine de narración clásica, con personajes que circunscriben a la trama y no al revés, y al final , ¿quién lo iba a pensar? , le ha salido bien.