“Llegamos tarde al rock and roll. Nos hicimos de camarillas literarias y nos volvimos facciosos”.
Algunos escritores lo miran como un buen poeta, otros lo califican de sobresaliente, pero hay quienes de plano y abiertamente, lo detestan. Para todos tiene una palabra.
Es César Rito Salinas, poeta, escritor, “monologador” de sus verdades y mundos literarios dónde el dolor llega a los alcances de la denuncia, y en los cuales ha llegado ya al número 21 con su poema extenso, “antes llamado de largo aliento”, La Rezadora.
En entrevista Rito habla de cómo considera al recién fallecido Víctor de la Cruz, un Octavio Paz de Oaxaca, sobre como admiró a este poeta, investigador, abiertamente comprometido con la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (COCEI) y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
“Murió de tristeza” afirma el poeta, “luego nos da a los escritores por sentirnos Rómulo Gallegos o Gabriel García Márquez y meternos en política, y ser gente de izquierda”.
Rito asegura que, la izquierda del PRD falleció a los 25 años de haber surgido y que ahora es un priista el que la encabeza, “han sido 25 años de de derrotas”.
“Un escritor tiene que hacerse responsable de sus propias palabras“, comenta Rito en un frase que ya se le ha escuchado antes.
Se le pregunta entonces por lo que él mismo califica como su “leyenda negra”, su relación con el poder durante el sexenio de Ulises Ruiz Ortiz, cuyo máximo hombre de confianza, Bulmaro Rito Salinas (hermano de Cesar) está hoy en la cárcel acusado de peculado millonario.
“Cuando entra este gobierno (el de Gabino Cué) lo primero que hacen es buscarme en la lista de poseedores de asociaciones de taxis, no me encontraron nada. En trabajadores de base del Congreso, no estoy. Me buscaron en las nominas de aviadores del nuevo IEEPO, no me hallaron”.
Rito Salinas afirma que, lo han acusado de haber cargado guaruras armados durante el ulisismo, pero que en realidad el guarura era uno de sus hermanos, junto a quién terminó involucrado en una reyerta con otros escritores a los que las consonantes de sus apellidos no les terminaron de convencer.
“¿Es un estigma?”, Rito lo sitúa como un estimulo, afirma que espera que, los escritores jóvenes que hoy lo denostan, sigan escribiendo como él, a los 52 años.
“Me califican de priista, Leonardo Da Jandra y su grupo dicen que, ni siquiera soy poeta. Que cuestionen a los jurados de los premios que gane, a mi no, que le cuestionen a la UNAM”.
Rito regresa a su máxima de que la palabra es un bien común y es de todos . “Debemos utilizarla, pero dando la cara”
“El primer escritor que hace algo efectivo para las letras, con una editorial, Almadia, y con una feria del libro, Leonardo Da Jandra, al final es un pseudónimo”.
La rezadora es un poema en escena, surgido a raíz del 39 aniversario de la titulación de tierras en bienes comunales en el barrio Lieza, poseedor de un sitio arqueológico, guerrero, donde el imperio azteca registró una de sus más importantes derrotas.
“Y está la muerte de mi hermana Guadalupe, quien me enseñó a leer, a escribir y a quien está dedicada el libro.
“Soy hijo de madre analfabeta, así que era mi hermana la que me revisaba las tareas”.
Su abuelo era un pescador ribereño que salía con su panga a las cuatro de la mañana a tender sus redes. Uno más de los datos que, Cesar Rito suelta como si no dijera nada.
La Rezadora, fue beneficiada por una convocatoria nacional de la Casa del Lago, y es protagonizada por María Luisa Lalo, la rezadora del barrio de Lieza.
“Ella perdió a su hijo José Alberto hace cinco años en un reten militar de la lucha contra el narco”.
“El poema hace el periodo de los nueve días, que significa el purgatorio de los zapotecas, del mundo precolombino. La muerte fresca, de alguien que todavía no sabe si está vivo o está muerto, que recuerda el viento, a su mujer, a su madre”.
“Hasta que lo rezos de esta ultima lo van encaminando a su proceso de luz, entonces se sabe muerto y es ahora el que reza por María Luisa”.
El José Alberto de Rito es alguien que se pregunta “¿qué hago yo rezando en mi casa? cuando el muerto es él”.
“Es un poema espejo, una denuncia sobre como al perro flaco se le cargan todas las pulgas”.
“María Luisa, después de llevar una vida con ocho hijos, la corre su marido. Se independiza, lava ajeno y luego se le muere el hijo. Se integra al concreto del dolor, reza los cinco misterios y finalmente puede llorar por la muerte de su vástago. El poemario lleva su nombre”.
Rito cuenta que María Luisa tiene hoy cincuenta años y que la sobrevivencia cada vez se le torna más complicada.
“Hoy el capitalismo salvaje ignora ya a los viejos. Nuestros muertos buscan a los viejos y de eso no se han dado cuenta los jóvenes. El inframundo anhela viejos, no jóvenes”.
Salinas cita como influencias a la salsa de los setentas y su inicio con bandera de compromiso social, y a la vanguardia sudamericana poética, a Pablo de Roca, a Vicente Huidobro, e incluso, hasta a Pablo Neruda.
El poeta asegura que la poesía debe ser un proceso histórico, y cita a Charles Olson y su llámenme Ishmael, basado en el Moby Dick, de Herman Melville, quien arrancaba todo con una disertación de la producción del esperma de ballena.
Rito coloca en ese tenor a la máquina de coser singer de su madre, quien llegó a tener un gran conocimiento sobre su vida, a la que un día le dio por bautizar como “la hacedora de milagros”.
“La señora Singer sabe nuestra vida, sabe que tenemos hambre, sabe que tenemos frio. Mi primer recuerdo de lo sonoro, es el trabajo de mi madre sobre la maquina Singer en la madrugada”.
Respecto a la literatura oaxaqueña que arranca y no arranca, Rito la califica como “atemporal”.
“Azael Rodríguez sigue siendo la gran esperanza de la poesía oaxaqueña. El secretario de cultura, Alonso Aguilar Orihuela, era un insigne poeta y todavía estamos esperando su gran libro de poesía”.
“Víctor Armando Cruz Chávez es el gran poeta del barrio de Xochimilco, y también estamos esperando su gran libro”.
Para Rito el estallido postergado o imaginado de la literatura oaxaqueña tiene que ver con sus procesos de producción.
“Oaxaca no tiene una industria, no hay algo donde concretar la imagen literaria para que a partir de ahí se vea la palabra escrita reflejada en la bonanza económica”.
“Estas paredes que nos circundan nos ven desde hace 150 años y todavía estamos esperando la grandeza”.
La entrevista se realiza en una banca de los Arquitos del Centro Histórico, lugar al que el poeta evoca como uno de esos “lugares donde tuvimos nuestros primeros fajes y escarceos sexuales, y donde ahora ya somos abuelos”.
“La cuestión con la literatura oaxaqueña es seguimos esperando a la novia en los callejones de los Arquitos. Por lo que Oaxaca sigue esperando a su cuentista, a su novelista, a su poeta”.
“Yo sigo trabajando” comenta el poeta, en una pausa que se ha dado al estar vendiendo sus libros en la pasada Épica Cultural Oaxaca.
Dice que el mejor libro está por venir y cuenta que tiene en puerta encuentros literarios y diálogos con jóvenes estudiantes de letras.
“¿La poesía podrá salvarnos del cinismo?”, se le pregunta.
El poeta suspira, afanándose y en calma total, aterriza el drama.
“Por lo menos nos ofrece compañía”.