El pasado jueves inició formalmente el proceso electoral que tendrá su cenit en la jornada electoral del primer domingo de junio donde se renovarán los titulares del poder ejecutivo y legislativo del estado, así como las concejalías de los 153 ayuntamientos que se rigen por el sistema de partidos políticos.
Inicia, entre la ciudadanía, con más dudas que certezas. Si Oaxaca es, invariablemente, nota nacional para mal, lo es por una sola cosa: nuestro déficit de ciudadanía, nuestra incipiente cultura política.
¿Cómo vamos a pedirle cultura política a un pueblo mayoritariamente en condiciones de pobreza (en alguno de sus grados) cuya principal preocupación es qué van a comer? Solo un pequeño porcentaje de los ciudadanos en condiciones de votar se interesa en los asuntos públicos; se informa, participa, emite opinión verbal o escrita y va a votar.
Si entre los ciudadanos políticamente educados o cívicamente responsables hay dudas sobre nuestras próximas elecciones, imaginemos el ánimo que cunde entre quienes no lo están. En el mejor de los casos es de desinterés. Por ello Oaxaca sigue siendo terreno fértil para las clientelas que ya no son exclusivas de ningún partido político.
En Oaxaca se vota, mayoritariamente, por cualquier tipo de razones (monetarias, sentimentales, de empatía, familiares), menos racionales y la mayoría de quienes votan, pero también de quienes no votan, ha sido responsable de ello. Quizás es verdad que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, pero al pueblo oaxaqueño le podremos juzgar cuando salga de la pobreza.
Esta elección será particularmente complicada y la arista más delicada está en la autoridad electoral. ¿Quién va a conducir el proceso? Hoy leo a Jaime Guerrero; entrevistó a titular del INE en Oaxaca. Percibo algo grave: la disputa por la supremacía en la conducción del proceso electoral.
Cito:
“La principal función del INE es que va a ser rectora en el proceso electoral de Oaxaca…”
Son las palabras con que Roberto Cardiel baña a las y los consejeros del Instituto Electoral local que el mismo jueves anunciaban y prometían en voz de su presidente una conducción sin sobresaltos del proceso electoral.
A los diferendos y hasta violencia entre los partidos, ya estamos acostumbrados. Pero una disputa entre los órganos electorales responsables de esta elección sería algo grave.
¿Cuestión de egos? ¿Controversia en la interpretación de la ley? ¿Malinterpretó o citó mal Jaime a su entrevistado?
El asunto es que a nadie beneficia la disputa que se ve venir por un asunto de confianza y credibilidad. Imaginemos a los partidos peleando entre sí y eventualmente contra los órganos electorales; y por otro lado, estos últimos, entre sí.
El asunto se complica cuando a ambos les asiste la razón a medias.
Si el sistema jurídico electoral oaxaqueño no pudo armonizarse con el nuevo sistema federal por “desaseo” de nuestros diputados, la elección tendría que transitar con las viejas reglas, reflexionan unos; pero la legislación federal tiene mayor rango (constitucionalmente) que la emitida por los diputados oaxaqueños, dicen otros, por lo tanto, aquí el que manda es el INE no el IEEPCO, dicen otros.
Quizás por este galimatías es que Roberto Cardiel no asistió a la invitación del presidente del IEEPCO, Gustavo Meixueiro en la sesión que dio inicio al proceso electoral local 2015-2016.
Transcribo:
“Atraer todo el proceso electoral no se podría porque ya está iniciado, pero atraerá ciertas funciones”, respondió Cardiel a su entrevistador.
Hoy mismo tendremos seguramente una conferencia conjunta donde anunciarán coordinación y dirán que la elección no está en riesgo. La cuestión es ¿En cuán confía más la gente? ¿En qué órgano electoral confía más usted, amable lector? ¿INE o IEEPCO?
Quizás no sea Gustavo Meixueiro quien le esté disputando al INE el control de la elección. Quizás sea –no quiero pensarlo- el gobernador del estado. La pasada “consulta ciudadana” donde ganó Gabino”, no el pueblo de Oaxaca, pueden levantar más de una sospecha.