Deconstrucción y reconstrucción de un espacio. Crear una mirada distinta de ver y sentir. Percibir la arquitectura que se resguarda dentro de otra arquitectura.
Estas son las constantes que llevaron al artista visual Gerardo Suter y al compositor Javier Álvarez a Dispersiones, trabajo colaborativo que se anuncia como una interpretación visual y sonora de los cielos de Oaxaca, a inaugurarse este 25 de octubre en el Centro de las Artes de San Agustín, Etla (CaSa).
Misma que servirá como preámbulo al inicio de Instrumenta Oaxaca 2015, cuyo director Ignacio Toscano tuvo la idea de unir a estos dos artistas en un combo sonoro y visual que funcionará como experiencia inmersiva para la libre imaginación de objetos y estados de ánimo.
“Los cielos de Oaxaca son hermosos, únicos, por cómo se da la luz, por su humedad, su altura, sus vientos. Cada región del país presenta cielos diferentes pero los de Oaxaca son especialmente poderosos, dinámicos y cambiantes”.
Apuntó Suter, representante de México en distintas bienales de fotografía y artes visuales, incluidas la de la Habana y la Internacional de Sao Paulo.
“Se trata de sumergirse en el espacio sin una idea preconcebida. Llegar con los ojos y los oídos en blanco y darse la oportunidad de crear libremente, como quien vuela, su propio entorno imaginario”.
Complementó Álvarez, músico ganador del premio Lionel Robbins en Inglaterra y quien el año pasado dió un muy exitoso curso de composición musical en el CaSa.
Suter aceptó que el cielo de Oaxaca será solo un pretexto para la pieza, mientras el músico relató que el cielo será el elemento visual, pero que la abstracción vendrá de una sonoridad con objetos que vuelan por el espacio, con una inmersión por un dispositivo de seis bocinas, con sonidos que rebotan, viajan y deambulan.
“La música es solo la metáfora de lo que sucede en el espacio, de aquello que lo bifurca y lo circunda. No importa lo que los sonidos son sino cómo se comportan”.
Suter admite que él y Álvarez todavía no pueden afirmar que ya conocen la pieza . Que le están haciendo ajustes y puliéndola en el mismo espacio en el que la presentarán, con un taller habilitado paralelo al montaje, en el que fotógrafos y artistas visuales voluntarios enfrentan junto con ellos los desafíos de una pieza visual y sonora destinada estampar de cielos ese ruido sordo que todos llevamos dentro.