“Estoy absolutamente seguro que en algún momento vamos a saber que paso realmente con Ayotzinapa”.
Sergio Aguayo, columnista, académico, investigador, asegura que la desaparición forzada de 43 normalistas hace poco más de un año considera que existen hechos inéditos que hay que laborar.
“Nunca antes en ninguna otra masacre habíamos tenidos tantos informes y tan de buena calidad”.
“Las 560 partes del informe del 16 Septiembre del grupo interdisciplinario de expertos internacionales, son tan valiosas en cifras, datos, hechos como el informe de la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos) de julio. Además de que próximamente viene otro informe de esta dependencia”.
El analista de la realidad nacional recuerda que el gobierno federal firmó ya convenio con dicha comisión para que extiendan sus indagaciones a otros seis meses, a costo de “otro millón de dólares”. Dato que hizo público en su columna del semanario Proceso.
“El gobierno pagará para que le peguen. Porque en el lapso de un año no tenemos toda la verdad, pero nos acercamos como nunca antes en términos comparativos”.
Aguayo rememora que el gran comisionado de la ONU se despidió de este país diciendo que a México se le creerá en la comunidad internacional solo cuando se sepa que pasó realmente con los 43 desaparecidos.
“La comunidad internacional ha dejado de ser cómplice. Habrá que pelear mucho para encontrar justicia por Ayotzinapa. Pero probablemente será la primer masacre en la historia de México donde probablemente se alcanzará”.
“Así de terrible es nuestra historia y así de terrible es el momento” Aguayo recula un poco y dice que cuando afirma que habrá finalmente verdad para Ayotzinapa, no quiere parecer un blandengue que busca justificar al gobierno.
“Pero no, estoy dando evidencia de que hay un cambio real”. Aunque advierte que vamos a saber la verdad histórica sobre el destino final de los 43, pero que eso no garantiza que los culpables serán castigados.
“Esto no hubiera pasado de no ser por la sociedad civil, los padres de los desparecidos y la comunidad internacional”.
Aguayo reflexiona sobre el hecho de que la justicia tiene un componente innegable que es la verdad y que se requiere de un relato para sustentar una verdad histórica.
El columnista está en Oaxaca para presentar en la FILO 2015 su libro De Tlatelolco a Ayotzinapa, las violencias del estado. Donde reflexiona sobre las diferencias entre estos dos eventos limite en la historia de México.
Dice que en el 68 compitieron dos relatos, y el del estado mexicano perdió frente al relato que presentó Elena Poniatowska (con su libro La Noche de Tlatelolco) y los periodistas extranjeros del New York Times y Le Monde, quienes publicaron que un total de trescientos estudiantes fueron masacrados por el Ejército en la plaza de las Tres Culturas.
“Hoy sabemos que los muertos de Tlatelolco fueron 44, más los militares que nadie sabe cuántos murieron. Para eso pasaron décadas. Hubo verdad pero no hubo justicia y una impunidad total”.
“Como defensor de derechos humanos he aprendido que para que exista una víctima debe de haber una autoridad dispuesta a reconocerla”.
“Hoy están dadas las condiciones para una movilización social sin precedentes en México, pero ojalá y esas condiciones no se den como en Guatemala, donde fueron capaces de destituir y meter a la cárcel a un presidente corrupto, y después eligieron a un cómico”.
Optimista, Aguayo considera que en México existe un capital social que hace pensar que podemos dar el brinco a un sistema más justo.
Dice que lo suyo es entender la violencia para combatirla, meterse a la lógica de los perpetradores para identificar los puntos débiles de su argumentación. “Hoy existe un debate permanente con el poder”.
El presidente intentó acallar el tema de Ayotzinapa en diciembre, con el ya supérenlo, y con la verdad histórica en enero trató de hacer lo mismo y volvió a fracasar.
Para Aguayo el “ya chole” de un comercial de la presidencia, y el “ya basta” del secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, es una “señal de desesperación y desconcierto”.
“Enrique Peña Nieto era un gobernador adecuado para gobernar dentro de la cultura política del Estado de México, no para gobernar un país. A su gobierno se le fue la realidad de las manos y empezó a dar manotazos contra el mensajero, como el caso de Carmen Aristegui y su despido de MVS por descubrir la corrupción de la pareja presidencial con la Casa Blanca”.
Aguayo mira que el gobierno federal hoy está muy debilitado, prueba de ello es que el 16 de septiembre se tragó sus palabras al aceptar que le daría seguimiento al informe de la Comisión”.
“Será un ya chole, pero la verdad histórica de este gobierno está en el cubo de la basura”.
El analista, quien público su primera columna en 1971, considera que el periodismo sigue siendo una actividad de riesgo. Sobre la libertad de expresión asegura que no se sabe dónde están sus límites.
Para Aguayo se trata de hasta dónde quieres hablar para confrontar el poder.
“Ya sea los multimillonarios Carlos Slim y Emilio Azcárraga, el jefe de plaza de un cartel o al mismo presidente de la República”.
Recuerda la ocasión en la que el político mexiquense y priísta connotado, Carlos Hank González, mando a la policía al periódico en el que trabajaba a destruir el tiraje del diario en el cual venía el artículo en el que cuestionaba su labor como funcionario público.
Aguayo afirma que fue ahí cuando comprendió que existían límites invisibles en la libertad de expresión.
El entrevistado se aprecia de no tener agenda ni instrucción de nadie. “De no haber recibido dinero de nadie, porque nadie me ha dado línea. Mis errores son mis errores”.
En Reforma jamás me han insinuado que modifique una sola de mis ideas. En el canal once, que es propiedad del gobierno, una vez intentaron limitar nuestra libertad de expresión en programa Primer Plano, no nos dejamos y jamás lo ha
n vuelto a intentar.
Afirma que cuando entro el gobierno de Enrique Peña Nieto deliberadamente le subió el tono a sus críticas, porque había un repliegue y un cierre de espacios, por lo tanto había que ampliar los márgenes.
“A diferencia del 68 en la actualidad el usos de la violencia contra los grupos sociales ya no está ligado al poder del presidente, sino a grupos del crimen organizado”.
“Hoy gozamos de una libertad que en el 68 no teníamos, estábamos solos. No había presencia de la comunidad internacional .Gustavo Díaz Ordaz no dejó que observadores de Inglaterra e Italia entraran al país”.
Aguayo observa que si queremos medir como ha cambiado México del Tlatelolco de 1968 a la Ayotzinapa de los 43, un buen indicador sería medir los tiempos que ha durado la verdad oficial.