Por Rodrigo Islas Brito
Lo que se desató los pasados tres días a raíz de una nota periodística que afirmaba en redondo que la justicia francesa de había quedado con la patente de la blusa típica de Tlahuitoltepec mixe, y que por lo tanto los nativos de aquel municipio no podían volver a usarla ni confeccionarla jamás, debe ser uno de los mayores ejemplos de eso que Umberto Eco tuvo a bien calificar como una tribuna que le da voz “a una legión de idiotas”.
Porque muy idiota (aunque quepan palabras más amables) fue la rebatinga que se desató en redes sociales a partir de una nota informativa que desde su misma lectura estaba plagada de puros supuestos y rumores que no se sustentaban en ninguna parte.
Como aquella supuesta notificación al municipio de Tlahuitoltepec por parte del gobierno francés para ya no usara más su ropa típica que en realidad nunca existió.
Como aquella inexistente información por la que gente de Tlahuitoltepec se enteró que Anti Batik, la empresa con la que la señalada desde junio por el cabildo de Tlahuitoltepec por el plagio de su prenda típica, la diseñadora francesa Isabel Marant, mantiene una disputa por derechos de autor, quería arrebatarle a toda la comunidad mediante juicio internacional de por medio, su derecho a seguirse vistiendo como lo han hecho hace más de 200 años.
Inexistente juicio que en realidad es un pleito entre Marant y Anti Batik, por unos derechos de concepción, de los que la blusa típica y ancestral de Tlahuitoltepec es el objetivo. Al final hizo bien, el secretario de asuntos indígenas del gobierno de Oaxaca, Adelfo Regino Montes en decir para el semanario Proceso, que el gobierno estatal tratara de impugnar en base a leyes internacionales esta disputa entre dos frentes a los que finalmente ninguno pertenece aquello por lo que están peleando.
Aunque la verdad es que debió hacerlo hace cuatro meses cuando se presentó en conferencia de prensa la denuncia de los nativos de Tlahuitoltepec sobre el plagio, y sobre el que la única voz del gobierno de Oaxaca que se pronunció al respecto, la directora del instituto oaxaqueño de Artesanías, Gloria Martínez, dijo que jurídicamente no había nada que hacer.
Lo que sorprende, o ya no sorprende tanto, son los resortes de mezquindad masiva que llevaron a este penoso episodio en redes sociales. Para una gran parte de los usuarios de facebook la adopción por parte de otros usuarios de los colores de la bandera de Francia, a raíz de los atentados terroristas en París de la semana pasada que dejaron 123 asesinados, fue una muestra de un malinchismo extremo, teniendo México miles de muertos, enterrados y desaparecidos por los cual pedir rezos e indignación.
Se vino una especie de competencia de a ver quien se indignaba más y porque, el cual incluyo posteadas de las notas que reportaban como se habían prendido los tres colores de la bandera gala al monumento en Puebla de la Batalla del Cinco de Mayo, acusando que si Ignacio Zaragoza se revolcaría en su tumba, como si con unos colores aparecidos después de una desgracia a los que los mas tercos y obcecados conspiracionistas insisten en tildar de mera estrategia, se trastocara una dignidad patria tan dada en México a magnificarse irreflexivamente así ya sea por el triunfo de la selección o por el recuerdo de una batalla que al final no pudo frenar una invasión.
“Para que sigan sintiendo franceses”, “A ver, pongan su banderita”, “Pinches franceses, el gobierno mexicano debería de contratar al estado islámico”, fueron solo algunos de los comentarios que acompañaron el masivo posteo de la nota de Hechoinformativo.com.
Todos descargadores de prejuicios y observaciones expertas sobre el gran orden mundial. Fue en este caldo de cultivo en el que una nota que afirmaba que los poderosos e invasores franceses se querían atorar una vez más a los pobres indígenas mexicanos, se convirtió en un hit del odio, que se disemino todavía más rápido gracias a esa costumbre twitera y feisbukera de informarse y reaccionar limitándose con el solo y puro encabezado de la nota.
Siendo las redes sociales medios supuestamente libres, también son más libres todavía para que el linchamiento, la estupidez y las ganas de perderse en la bola de una muchedumbre virtual e absolutamente irreflexiva, se dejen caer como un río rápido de la sandez.
Ojala y todos guardemos algo de esta cortina de humo creada por gente que se asume como ajeno a su influencia.
Este “boom mediático” como calificó una usuaria de red social, suena más bien a un abismo a la razón.