El estandarte de la realidad de Danny Perea

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Por Rodrigo Islas Brito

“Hay que hacer historias de todo tipo, es el momento de hacer cine y de no necesariamente tratar de plasmar una idea o intentar cambiar al mundo”.

Danny Perea piensa que hace cine en México es un privilegio y que por él puedes dejarlo todo. Acaba de termina de filmar en Guadalajara Los inquilinos, de Chava Cartas, de la cual es protagonista en una película de terror en donde tuvo que estar angustiada y estresada toda la filmación.

La actriz define a la cinta que se estrena en marzo con 600 copias, como “un compromiso total”.

“Tenemos que apostarle a hacer cine de género, que el género no sea cine mexicano. Esta padre explorar la comedia, el terror, y hay unas películas que salen mejor que otras”.

“También hay que ubicarse en una cuestión de presupuestos, que es la triste realidad. Y admitir que no se tiene dinero para hacer ciertas cosas. En Los inquilinos no hay efectos especiales, en un thriller de terror psicológico donde no salen con la guarrada de hacer lo que no se puede hacer”.

En entrevista, negándose a que se le fotografié para la nota y comprometiéndose a enviar una foto que al final nunca mandó, Perea comenta que ya son diez años del estreno de Temporada de Patos.

Con suyo personaje, Rita, una chica adolescente que llega a alterar la vida anodina de dos pubertos con el pretexto de hornear un pastel, ganó un Ariel llegando a ser considerada como una de las actrices juveniles más interesantes de la década de los dos miles.

“Este año se hizo el aniversario por los diez años de la película. Salió en Blue Ray”.

Danny mira a su debut estelar como “una serie de eventos afortunados”.

“No esperábamos la generosísima reacción que hubo en el Festival de Guadalajara. Desde la filmación se empezó a fraguar una película muy entrañable para la gente.

“Referente del nuevo cine que se empezaba a hacer , un cine en apariencia pequeño, pero muy ambicioso en ideas y alcances”.

Perea se sigue declarando orgullosa de la Temporada obra de Fernando Eimbcke.

“Tenía 17 años y la sencillez con la que se filmó la película terminó por enamorarme del cine”.

Nacida en Dinamarca y procedente de una familia de actores, Silvia Daniela Gutiérrez Perea (su nombre completo) considera que hacer cine en México siempre es orgánico.

“Conseguir espacios para hacerlo, no tanto. Siempre es complicado”

Recuerda que después de Temporada de patos le cayeron en cascada una oleada proyectos con desnudos absurdos. “Tuve que decir que no”.

Habla de Chamaco, la cinta que filmo junto a Martin Sheen y su hermano Alex Perea donde interpreta a una prostituta.

“Sheen es la historia del cine. Lo veía y veía al Apocalipsis de Coppola. Aunque cuando cuento de él la gente se me queda viendo y me dicen, no, es Charlie…Charlie Sheen”.

Rememora su papel de esquizofrénica suicida de Hasta el viento tiene miedo, lo define como un trabajo bastante arduo, producto de las condiciones que se hace el cine mexicano.

“En Chamaco Martin Sheen nos veía con ternura como diciendo, guau, así se hace el cine en México. El no tiene nada que ver con una gran industria, es un cine guerrillero”.

Respecto a Vecinos, la serie de comedia que a pesar de tener cuatro años de haber terminado sus grabaciones hace cuatro años, se sigue transmitiendo con gran audiencia en el país, la sigue viendo como una gran experiencia.

Se le comenta que por ser una serie de la hoy bastante cuestionada Televisa, a Vecinos se le ha llegado a satanizar a priori.

“Los juicios son peligrosos para la tolerancia. Te puedes perder de muchas cosas. Televisa es una empresa muy grande y hay creativos de diferentes tipos, como hay público para diferentes cosas”.

Perea se declara admiradora de Eugenio Derbez, el creador de la serie, quien “cada producto que hace lo hace con todo el respeto”.

Recuerda que Derbez se la jugó con ella y otras actrices de cine, Arcelia Ramírez, Vanessa Bauche, Maya Zapata y Zayde Silvia Gutiérrez, para que fueran protagonistas de La alegría del hogar, serie de existencia pasajera que trataba de desmitificar en clave de comedia la figura de las empleadas domesticas, estereotipadas hasta el cansancio en la telenovelas, especialmente las de Televisa.

“La comedia en este país no se respeta tanto como el drama , como si fuera tan fácil de lograr”.

Perea regresa a Vecinos y se congratula de que “la gente se sabe todavía los personajes, se identifica con ellos”.

Sobre su personaje de chava darks rebelde e incómoda, cuenta que Eugenio Derbez se lo propuso por su voz, y porque “soy una chava que le entra al sarcasmo y la ironía”.

“El personaje fue tomando vida propia y le comenzó a gustar mucho al público. Una chica que es ruda y despiadada hasta con su familia”.

Y qué familia, se le comenta a Perea que el personaje de su madre en la serie, Magdalena, fue interpretada de una manera excelsa y deliciosa por Macaria.

“Macaria amaba su personaje, lo vestía y proponía. Había propuestas en la grabación todo el tiempo, como debe ser la comedia, prueba y error, prueba y error”.

“Macaria es una mujer que sigue siendo guapísima, y siempre muy inteligente”. La actriz dice que espera que algún momento la labor de su colega sea revalorada en su justa y enorme dimensión.

Al juzgar un producto de manera tan violenta también están juzgando al público que gusta de ese producto.

La entrevistada considera que para una actriz lo que debe importar es el personaje, que la televisión no es el único camino, aunque pueda garantizar un trabajo a futuro.

De vuelta al cine mexicano lo define en un momento difícil.

“No se trata de apoyar al cine mexicano, sino al buen cine. Que haya más comedia, que no se satanice. El cine argentino nos ha enseñado que la comedia es una cosa muy seria y profunda”

“Debemos tocar otro tipo de géneros, otros tipo de realidades, que nos lleven a redefinir cual es la realidad. La realidad no son solos las prostitutas, los narcotraficantes. También la realidad es la historia de cuatro personajes encerrados en un departamento en Tlatelolco y a ver qué pasa”.

“Al juzgar un producto de manera tan violenta también están juzgando al público que gusta de ese producto. No hay que ser tan apasionados. Una comprensión del gusto del público no necesariamente tiene que ser de cierta o cual manera”.

La actriz de treinta años se pronuncia por la tolerancia en los gustos, en las intenciones y en los resultados. Y de agarrar banderas que digan que todo es una porquería y aquí nada mas mis chicharrones truenan, define:

“El estandarte de la realidad me parece muy peligroso”.