Evaluación con gas lacrimógeno frente a un magisterio que prefiere quedarse atrás

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Por Rodrigo Islas Brito

Hay cinco o seis metros que dividen al mitin magisterial de la dura barricada de contención instalada por la Policía Federal, en esa distancia se ha armado una especie de corredor por el que deambulan nerviosos maestras, maestros, enmascarados, reporteros, vendedoras de sombreros de mimbre y ala ancha y de paletas heladas.

En el ambiente todos es tensión, del otro lado de los metales de la barricada están gran parte de los más de diez elementos que la Federal ha enviado a Oaxaca. Hacen lo que les enviaron a hacer. Resguardar la evaluación magisterial en instalaciones de Ciudad Administrativa.

Es el crucero que une a la Carretera Internacional Número Nueve, con Avenida Ferrocarril y el viejo camino a Tlalixtac, son las diez y media de la mañana y por el puente a desnivel que lleva al Tule ya se puede ver descender al grueso de los más de cinco mil maestros de la sección 22, que vienen a manifestarse contra una evaluación federal que consideran punitiva y sinónimo de despido.

Horas antes, a la altura del mercado de las Flores se ha desatado un primer enfrentamiento entre magisterio y Policía Federal que ha acabado en un lanzamiento de gases lacrimógenos policiacos en el que uno de los camiones con maestros que se dirigían a hacer la evaluación fue retenido para después ser liberado.

Han pasado tres horas de eso y el contingente magisterial contrario a la evaluación se ve venir por el horizonte precedido de un contingente que ya está frente a la barricada policiaca haciendo cálculos.

En el inter reporteros y reporteras desayunan memelas, compran botellas de coca cola por si se vuelven a soltar los gases lacrimógenos, y se pasan datos como que el que los federales traen bombas aturdidoras de las que hay que cuidarse con tapones en los oídos. Dicen que si te sueltan una de esas no te paras en minutos.

En el camino, los extremistas del contingente magisterial han desoído los llamados de Rubén Núñez Ginez, su otrora poderoso líder sindical, y han afirmado ir dispuestos a todo.

“¡Ya cayó!, ¡ya cayó! , ¡la Evaluación ya cayó” gritan, como si el 2006 no hubiera terminado de pasar nunca.

Los más belicosos del contingente van al frente, algunos, maestros o no maestros, llevan bates y palos en sus mochilas, hay quien hasta lleva sus cohetones que al final no tendrá tiempo de usar.

La camioneta del sonido esta frente a la barricada y a pesar de que los oradores magisteriales llaman al repliegue los ánimos ya se han terminado de caldear.

Personas enmascaradas y maestros vueltos energúmenos agarran sendas piedras y empiezan a lanzarlas a los policías, quienes se protegen y las lanzan de vuelta. Todo se vuelve gritos y confusión, con unos maestros penetrando el cerco justo a la mitad de la barricada policiaca.

Una de las piedras que viene de vuelta de los federales se convierte en una bomba que empieza a esparcir gases lacrimógenos en el aire, inmediatamente viene otra. La manifestación se hace un caos y todos corren.

Un total de entre siete y doce bombas de gas lacrimógeno son soltadas por los federales en cuestión de segundos. Fotógrafos con máscaras antigás y enmascarados con su coca son los únicos que se mantienen.

A metros de la barricada, en una calle contigua un reportero llora intoxicado por el gas que lo ha pillado en plena cara. Dos colegas lo ayudan echándole agua en los ojos, frente a la mirada de otro grupo de granaderos federales que están ahí agazapados en espera de tender una pinza de acción sobre los manifestantes, de cercarlos.

“No le echen agua, le va a arder más”, recomienda un granadero a los tres reporteros en apuros, mientras un maestro armado con piedras se tensa en una discusión a lo lejos con un policía federal. Uno llama al otro “puto” y viceversa.

“Mejor váyanse yendo porque ahorita que nos den la orden vamos a barrer con todo y no vamos ni a mirar a quien le toca”

Nos dice un granadero a un grupo de reporteros en un tenor de buena onda.

En la barricada la cosa tampoco va mucho mejor, los granaderos ya han avanzado con su tolete haciendo ecos en su escudo. La táctica intimidatoria trae resultados y el susto empieza a apoderarse del contingente magisterial.

Maestros y manifestantes tratan de tranquilizar a sus colegas más extremos quienes ya están tensado en una guerra de insultos con el ejército de polis que ya tienen sus escudos sobre la alambrada de su propia barricada.

La prudencia lucha y una comisión de maestros se arrima a la barricada y habla con algunos jefes policiacos, mientras el sonido proveniente de una tanqueta dice que todos debemos irnos de ahí por nuestro propio bien.

Los policías les han dicho ya a los maestros comisionados que no pueden pasar la barricada porque en estos momentos esa ya es una línea federal que no puede ser traspasada.

Hay un repliegue de ambas partes. Hacia el interior del grupo magisterial nuevamente empiezan a surgir los silbidos y un maestro de unos sesenta años exige que le pasen el micrófono porque ha llegado hasta ahí solo para decirles unas cuantas cosas a los federales. Al final, nadie le pasa nada.

“No avanzar, no caer en la provocación “recomienda ahora Francisco Villalobos, secretario de organización de la Sección 22. Las voces disidentes son muchas pero al final se calman.

Se establece un mitin de oradores frente a plena barricada. Los insultos y la recriminaciones a autoridades federales y estatales se suceden una tras otra, mientras una tercia de chicas normalistas enmascaradas les gritan a los federales una ingeniosa consigna que dice que mientras ellos están repartiendo miedo en otros lares, el sancho lo está repartiendo en su casa.

Todos ríen con el chiste mientras un reportero cuenta que lo que realmente le hizo reír fue ver correr a la señora de las paletas con todo y su heladera, quien a estas alturas ha vendido todo su arsenal frente a un sol que se lanza inclemente.

Otros reporteros y representantes de comisiones de derechos humanos han ido ya a comprar elotes y chayotes que vende una señora en una carretilla. Ríen y bromean con eso, se preguntan uno al otro donde los agarró el lacrimógeno.

Al final se ha sabido que según cifras del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, cinco mil maestros han presentado la evaluación exigida por la nueva reforma educativa. Aunque con los cinco mil maestros presentes en la gresca (en la que al final no ha de haber participado ni una quinta parte) y las versiones de que para la foto oficial autoridades estatales pusieron a posar a trabajadores de la misma Ciudad Administrativa, la cifra real no se antoja superior a los dos mil maestros.

“Yo le dije, no vaya, no vaya. Pero no, me dijo que el sí pasaba la evaluación. Yo le dije que era un pendejo”

Cuenta una maestra sobre un colega profesor que el día anterior fue conducido con otras decenas de docentes a pernoctar en un edificio adjunto a Ciudad Administrativa. A esta hora la maestra calcula que su ex amigo ya debe haber hecho su examen y lo han de haber ido a dejar a su casa.

Al final también el mitin prosigue, pero eso no impide que se vaya vaciando a una velocidad acelerada. Cientos de maestros y maestras ni siquiera han llegado a él, se han quedado tumbados en praderas aledañas a la Carretera 190, resguardados en la sombra de un árbol o una rama, como si estuvieran en su antaño mitin de cada año en el zócalo de la ciudad.

Las personas que caminaron de regreso del lugar de la barricada policiaca, que según versiones se mantendrá ahí todo el día de mañana domingo, segunda fecha para la evaluación, afirmaron que no pudieron subirse a un solo autobús o colectivo posible.

Pues todos venían llenos de maestras y maestros que al parecer ya no encuentran en sus conglomeraciones, esa fuerza que antes exudaban.