Postconflicto del 2006, atorado en la impunidad: SERAPAZ

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Por Rodrigo Islas Brito

“Se trata de volver al pasado para reconstruir el futuro. La justicia de la que se habla en un proceso de reconciliación es la llamada justicia restaurativa, que no puede caer en la impunidad en ningún sentido”.

Dolores González Sarabia, Coordinadora del Área de Transformación de Conflictos Sociales de Servicios y Asesorías para la Paz (SERAPAZ) establece que en la raíz del conflicto de la Oaxaca del 2006, están los orígenes de la injusticia que aun casi diez años después sigue definiendo las tensiones en las cuales se maneja la vida pública de la ciudad de Oaxaca y del estado.

En reciente foro público de la Comisión de la Verdad de Oaxaca, Sarabia considero que la reconciliación no necesariamente implica el perdón, pero si la necesidad de coexistir y manejar las diferencias.

“La reconciliación necesita volver a colocarnos en una visión de futuro comun en la que debemos estar incluidos todos”.

Participante en innumerables Comisiones de Mediación, entre las que se incluyen el conflicto armado en Chiapas, o los procesos de saneamiento para víctimas de la delincuencia organizada en Morelos, la economista establece que “construir la paz es mas difícil que terminar la guerra, incluso más difícil que hacerla”.

“Todavía duele el 25 de noviembre de 2006”, dice la invitada sobre la confrontación final entre miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y elementos de la policía federal para un conflicto que al final dejó decenas de asesinados y cientos de arrestados y reclusos en diferentes cárceles del país.

“Lo que tenemos hoy es un enorme reto para lograr los cambios que nos acerquen verdaderamente hacia una paz justa y digna para el pueblo de Oaxaca”.

Participante también en la coadyuvancia para los proceso de reconciliación social en el postconflicto del 2006, Sarabia señala que la esencia primordial de esta etapa es la de encontrar donde se centraron las contradicciones que condujeron a la confrontación, su escalamiento , y el momento preciso cuando la problemática se expandió y se profundizó.

“Una salida impuesta por el poder y la fuerza fue la que prevaleció en Oaxaca. Aun no han sido abordadas en su profundidad y extensión necesaria las causas que originaron el 2006. Al contrario han sido ignoradas, le han negado a este postconflicto su calidad para asumir cuales fueron causas y plantear cuales son las consecuencias”.

Sarabia insiste en que debe plantearse la reconstrucción de la sociedad oaxaqueña afectada desde una visión integral y de largo alcance.

“Es en esta etapa donde se necesita mirar con ambos ojos, en el que se vea la complejidad de la violencia y la riqueza de la paz. Al proceso de reconciliación como la reconstrucción social, política y cultural de una sociedad violentada y traumatizada”.

“Esto debe involucrar a todos, al estado , sociedad civil, agentes económicos, víctima e incluso a victimarios. Como tales, en esa calidad. Se trata de no regresar a las cosas como eran antes. Eso solo reciclaría el conflicto”.

La especialista en la paz y sus códigos habla de que se debe transformar estructuralmente la situación, pues “no es lo mismo reconstruir una sociedad a partir de que el conflicto se resolvió con una fuerza venciendo a la otra , o una fuerza externa definió la salida de poder”, como finalmente aconteció en Oaxaca.

“La reconstrucción integral debe ser un proceso planificado, con iniciativas de corto, largo y mediano plazo. Debe incluir primordialmente la reconstrucción psicológica de las víctimas”.

“Ayudar a las víctimas a enfrentar su pasado, pero entendido en un trauma que ha sido reproducido socialmente.

“La reconciliación se alimenta de la relación del individuo con la sociedad, es una experiencia individual pero también colectiva, con experiencias relacionadas a experiencias de dolor, humillación y caos”.

Sarabia reflexiona sobre que el trauma vivido por la violencia supone una fractura en nuestra vida , un rompimiento en el sentido de la continuidad y pérdida de control. Un impacto en nuestras creencias básicas y la asunción de un estigma social.

“Para la sociedad es más fácil atribuir una responsabilidad a la víctima como una forma de defender nuestra creencia de que el mundo puede ser un lugar benevolente , es decir donde cada quien tiene lo que se merece”.

Apunta que una no reconciliación solo le deja abierta la puerta a una ruptura del tejido social, a un conflicto permanente entre las relaciones de comunitarias y de confianza que definen a un estado.

Llama a no aislar la violación de los derechos humanos del contexto en el que se produce.

“Hubo una gran violencia de género en el 2006, en formas crueles y denigrantes en contexto de alta violencia. Las víctimas deben ser escuchadas en un ámbito seguro y ser comprendidas por la sociedad”.

Señala que a nivel nacional debe haber ya una ley de atención a las víctimas.

“Donde la verdad habrá escenarios para una reconstrucción social que reivindique esta verdad para entender el elemento clave de porque sucedió el hecho violento, de comprender la dimensión del dolor de las víctimas y la necesidad de los cambios que se deben impulsar”.

Finalmente la representante de SERPAZ concluyó con que una verdadera reconciliación solo puede darse en una sociedad que día con día luche por empezar a ser una sociedad no racista, ni excluyente, ni patriarcal.