Por Animal Político
Quien compra alimentos en el súper o en el mercado comprueba que cada vez el dinero alcanza para comprar menos. La razón: algunos productos han duplicado su precio. Sólo de 2005 a 2014, el aumento de los precios de los alimentos en México fue de 23.2 puntos porcentuales, el rango más alto entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), cuyo promedio fue de 8.8 puntos.
Estos son datos del “Reporte sobre las condiciones de competencia en el sector agroalimentario”, realizado por la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), en el que analiza las características estructurales, regulatorias y de funcionamiento en la comercialización de alimentos.
El análisis informa que el huevo ha sido el alimento más encarecido, pues duplicó su precio en la última década. Registró un incremento acumulado de 150% hasta abril del 2015; y aunque descendió en los últimos meses, el aumento hasta julio de 2015 fue de 95.7%.
De enero de 2005 a julio de 2015, los precios al consumidor de las carnes (alimento al que se destina 23% del gasto de alimentación en los hogares) subieron cerca de 89.1%.
Los cereales, que incluye tortillas y derivados del maíz, pan, galletas, pastas y harinas de trigo, arroz y cereales preparados, crecieron 87.1%, por lo que se ubicaron en promedio en el segundo lugar de más rápido crecimiento entre los diferentes grupos de alimentos.
Mientras que las legumbres y las frutas presentaron un aumento acumulado en la década de 70%. Pero algunos como los tubérculos (entre ellos la papa) alcanzaron un incremento acumulado de 93.2%. Los precios de las leguminosas y semillas al final de la década fueron 65.3% más altos.
En tanto, el promedio de precios de los aceites y grasas comestibles también se incrementó 65.8% y los precios del café y el azúcar aumentaron 86% y 45%, respectivamente. La leche y sus derivados y bebidas no alcohólicas se encarecieron 68.4% y 61.4%, respectivamente.
Estos aumentos fueron los más altos entre los países de la OCDE, pues Italia, por ejemplo, registró un aumento de 3.3%, mientras que Estados Unidos y en España fue de 6.4 y 6.9, respectivamente. En Canadá fue de 13.7%; Reino Unido, 18.7%; Hungría, 19.7% y Turquía, 20.1%.
Pocos insumos; mucho subsidio
Según la COFECE, los subsidios afectan la competencia porque modifica los costos de algunas actividades y, por lo tanto, incide en las decisiones de los productores. De acuerdo con el reporte, para minimizar el impacto negativo, los subsidios deben estar sujetos a criterios como: no beneficiar a unos productores en detrimento de otros; tener claro el objetivo y el tiempo durante el cual se van a aplicar; ser transparentes; sujetarse a evaluaciones periódicas y abstenerse de dar con cualquier otro criterio que altere las condiciones de competencia y libre concurrencia.
Para realizar el reporte, la COFECE analizó 27 programas o componentes de programas de los 56 que integran el presupuesto federal sobre mercados agroalimentarios que en 2015, recibieron 60.9 mil millones de pesos.
Uno de los hallazgos es que existe el riesgo que un mismo productor pueda recibir subsidios de diferentes programas. Por ejemplo, los productores de maíz, chile y jitomate podrían obtener recursos públicos de hasta catorce programas federales diferentes. Algunos otros productos agrícolas pueden recibir apoyos de un mínimo de diez programas.
Por ello, la COFECE recomienda crear un padrón único de beneficiarios de los programas de subsidios a los productores y comercializadores de productos agropecuarios y así valorar el efecto de la entrega de apoyos en todos los programas.
Otro aspecto determinante en el mercado es la concentración de la venta de insumos en pocas empresas. De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria 2014 (ENA 2014), 83.4% de los productores agropecuarios señala que el alto costo de los insumos y servicios es su problema principal en la producción.
Así, por ejemplo, poco más de 60% de las semillas certificadas por el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) son de tres empresas: Semillas y Agroproductos Monsanto, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y PHI México, S. A. de C.V. (Pioneer). De ella, Monsanto, tiene 30% del mercado mexicano de semillas.
En tanto, la oferta de maquinaria agropecuaria, sobre todo de tractores proviene de cinco empresas ensambladoras establecidas en el país: John Deere, CNH de México (Case IH y New Holland), AGCO de México (Massey Ferguson y Challenger), McCormick Tractores de México y Foton.
La COFECE recomienda que para prevenir la concentración de oferta de insumos, se debe “ajustar la legislación en materia de propiedad industrial” para garantizar que toda persona que desee importar dichos productos desde cualquier otro país pueda hacerlo de manera legítima.