100 mil niños son rehenes en divorcios; sufren manipulación de sus papás

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Por Excelsior

Al menos cien mil menores de edad se encuentran como rehenes de los juicios de divorcio de sus padres, reveló la asociación civil Niños, Niñas y Adolescentes con MaPa.

La agrupación conformada hace cuatro meses ofrece apoyo para impedir casos en los que algunos de los padres utilizan a sus hijos como armas contra el cónyuge.

William Bernet, siquiatra especializado en niños y adolescentes, y profesor emérito de la Universidad de Vanderbilt, en EU, define dicha situación como alienación parental, en la que el menor —cuyos padres están involucrados en un divorcio de alto conflicto— se alía con uno de los progenitores y rechaza la relación con el otro sin justificación legítima.

Sin embargo, instituciones a nivel mundial se rehúsan a clasificarlo como un síndrome.

De acuerdo con MaPa, los vacíos legales y la falta de decisión de algunas autoridades agravan la situación de los menores atrapados en el ring de los padres. Cifras del Inegi dan cuenta que se registraron 108 mil 727 divorcios en 2013, de los cuales casi 96 mil fueron de tipo judicial.

NIÑOS EN MEDIO DE UN RING
Elegir entre su madre o su padre en un juzgado, mentir frente a un juez en favor de uno de ellos o terminar repudiando al otro, son sólo algunas de las situaciones a las que deben someterse unos 100 mil niños y niñas en México, de acuerdo con cifras de la organización Niños con MaPa. Son víctimas de una guerra sin cuartel entre sus propios padres en un proceso de divorcio.

Tratados como rehenes, estos niños suelen ser utilizados por uno de los padres como armas para herir o destrozar al cónyuge. A esta problemática se le conoce como alienación parental y florece dentro de la misma semilla de una separación violenta.

No es un tema menor, si se toma en cuenta que por cada 100 parejas que se dan el “sí” cada año para establecerse como matrimonio, 19 rompen con la promesa de amarse hasta la muerte, la mayoría en malos términos

Tan sólo en 2013, según cifras del Inegi, se registraron 108 mil 727 divorcios, de los cuales 95 mil 937 fueron de tipo judicial.

Y en medio de ellos, miles de niños que terminan como una especie de huérfanos de padres vivos.

Rompimiento

Han pasado ocho meses desde que Iván no ve a su pequeña Sophie, de cinco años, y a Nico, de siete. De 2012 a la fecha ha sido denunciado cinco veces por robo, golpes y violencia intrafamiliar por parte de la madre.

Las denuncias falsas, dice este padre, son una práctica frecuente por parte de la pareja alienadora, para entorpecer los juicios de guarda y custodia, mientras se encarga de manipular la mente de sus hijos para generarles desamor y hasta miedo hacia uno de sus padres.

“Lo que hacen es agarrar al hijo o a los hijos como rehenes, persiguiendo ya sea un fin económico o persiguiendo que el otro progenitor sea lastimado y alejado. Parte de lo que hablan los sicólogos con esto de la alienación es que hay apegos sicópatas, y qué puede ser un apego sicópata, pues el decir ‘si yo no soy feliz tu tampoco vas a serlo y los hijos van de paso”, explica.

Lo más grave, asegura, es que a ese odio y abuso por parte de los alienadores se suman los vacíos legales y la falta de decisión de las autoridades para hacer algo, lo que genera que los menores puedan quedar atrapados en juicios de hasta diez años sin resolución, lo que contribuye al rompimiento del vínculo de los hijos con uno de los padres.

“Y entonces se vuelve una carrera contra corriente en la que de repente te das cuenta que no puedes hacer nada”, confiesa.

Pero en medio de su desesperación Iván se dio cuenta que no estaba solo; y que como él, otros padres y madres estaban lidiando con largos y lentos procesos judiciales, y que lo que había que hacer era sumarse.

Las redes sociales lo acercaron con Patricia, una madre que va a cumplir tres años sin poder ver a sus dos hijos, Leonel y Patricio, de diez y seis años; a Ana Celia que cuenta los 240 días que tiene sin abrazar a su pequeño Franco, de cinco, e Isabel, que luego de seis años de un juicio que aún no termina, sólo puede ver a su hijo Ricardo, de siete años, por unas horas a la semana, en un centro de convivencia supervisada.

“Se me hace injusto que todo el amor que yo le puedo dar está guardado en mi casa, igual que ropa, juguetes y años de vida, tengo seis años esperando poder dormirlo conmigo como cuando apenas tenía un añito”, añora Isabel

De sus historias nació Niños, Niñas y Adolescentes con MaPa, en la decidieron sumar fuerzas para combatir lo que consideraron ya como una emergencia social.

“Por eso nace MaPa, porque nos encontramos papás y mamás con la misma desesperación de decir vamos a pelear por nuestros hijos hasta donde tengamos que llegar porque nuestros hijos merecen tener ambos padres, ése es nuestro lema: niños, niñas y adolescentes con mamá y papá libres de violencia. Estamos cansados de tener hijos huérfanos de padres vivos, que es lo que se genera con este problema”, dice Iván.

Miedo que consume

Confiesa, como padre, que le aterroriza pensar que en cualquier momento sus hijos ya no quieran volver a verlo y terminen por olvidarlo.

“Lo que pasa con la alienación parental es que el núcleo familiar se rompe, se separa y se hace pedazos y los niños no tienen a dónde hacerse, y tienen que enfrentarse a situaciones que no son acordes a su edad y a su desarrollo. Al vivir alienación parental un niño pasa su infancia en los juzgados declarando y teniendo que decir mentiras para sustentar lo que el progenitor que aliena está denunciando”, detalla el vocero de MaPa.

Es tal el estrés al que son sometidos que entre uno de los casos que ha documentado MaPa en sus cuatro meses de existencia está el de un niño de cinco años al que en el momento en que un juez le pregunta a quién elige entre su madre y su padre, vomita.

“Es un problema de lealtad muy fuerte que se le genera a un niño y un peso enorme, y aunque a lo mejor de manera inmediata no se note en el desarrollo que va tener ese niño, con el paso de los años se va a ver afectado”, advierte.

Ahora mismo sigue sin existir entre la comunidad médica un consenso sobre la definición de la alienación parental como un síndrome.

William Bernet, siquiatra especializado en niños y adolescentes y profesor emérito de la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, quien encabeza la fuerza de tarea para reconocer en los principales manuales diagnósticos la alienación parental como una condición mental de abuso sicológico en el niño alienado, la define como “un estado mental en el que un niño -cuyos padres por lo general están involucrados en un divorcio de alto conflicto- se alía fuertemente con uno de los progenitores (el preferido) y rechaza la relación con el otro progenitor (el alienado) sin justificación legítima”

Sin embargo, las principales instituciones de salud mental a nivel mundial han rechazado la inclusión de la alienación parental en los manuales de diagnósticos como un síndrome.

El manipulador

Impide el contacto telefónico de los hijos con el otro progenitor.
Presentan a su nueva pareja a los hijos como su nueva madre o su nuevo padre.
Insultan al otro progenitor delante de los hijos y en ausencia del mismo.
Toma decisiones importantes sobre los hijos sin consultar al otro progenitor (religión, elección de la escuela, viajes, cursos).
Sugerencias

No renunciar a los hijos.
Asegurarse, con ayuda de abogados, de que el juzgado respalda el régimen de visitas.
No dejar de ir a buscar a los hijos durante el tiempo para las visitas, aunque el otro progenitor lo impida, a no ser de que una orden judicial exija lo contrario.
No tomar represalias.
Respetar las órdenes judiciales.
Mantener la relación con los hijos de forma positiva.
Mantener el dolor bajo control.

Sus actos lo delatan

Éstas son algunas de las conductas de los niños que han sido utilizados por uno de sus padres para ponerse en contra del otro.

Manifestaciones verbales y actos hostiles hacia uno de los progenitores.
– Débiles o absurdas justificaciones por parte del niño para los actos anteriores.

No existe ambivalencia, todo es bueno para un progenitor y malo para el otro.

El niño cree que el odio o desprecio es propio, no algo inculcado.

Apoyo incondicional hacia uno de los progenitores, quien aplaude sus actos.

Sus argumentos se notan inadecuados para su edad o capacidad de razonamiento.

Muestra desprecio hacia la familia o pareja del progenitor alienado.