Por Rodrigo Islas Brito
Sin que hasta el momento se haya confirmado donde y cuando sucedió, el presidente Enrique Peña Nieto informó mediante un twit que el narcotraficante Joaquín “el Chapo” Guzmán ha sido recapturado por elementos de la Marina Nacional.
“Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”
Fue el cuerpo del escaso texto presidencial que de inmediato empezó a cundir como una fiebre en las redes sociales, y que suscito los más variados comentarios, desde algunos vítores a la presidencia y mensajes de apoyo a Peña Nieto y su administración, hasta comentarios repletos de ironía como un “gracias amado líder” (en referencia al tono populista del mensaje presidencial), o un “se cancela la narcofiesta” (también en referencia a los altísimos niveles de sangre que hoy ha alcanzado el poder del narcotráfico en todo el país y que difícilmente se verán menguados con la recaptura de un líder criminal que ya se le ha fugado dos veces al gobierno federal en dos diferentes sexenios).
Guzmán Loera, nacido en 1957 y quien adquirió el mote del Chapo debido a una estatura física que no pasa del metro sesenta centímetros, es por mucho uno de los delincuentes más famosos de la historia del México postmoderno.
Cuya fuga más reciente aconteció el domingo doce de julio del 2015, en el penal del Altiplano, en el Estado de México, donde le fue construido un túnel subterráneo de alta ingeniería que partió desde el baño de su celda, hasta una construcción construida meses antes a kilómetros de un penal que en su nombre llevaba las palabras de “alta seguridad”.
Este hecho, del que Peña Nieto informara a su llegada a una gira por Francia, significó para el gobierno mexicano un papelón internacional que llego incluso a ser parodiado en la serie de televisión de Los Simpson, pues la actual presidencia de la República había basado buena parte de su campaña de credibilidad ante la opinión pública en la recaptura que del narcotraficante hiciera el 22 de febrero del 2014, en un complejo de departamentos en Sinaloa.
Esta sería la segunda fuga del Chapo, pues ya se había fugado el 19 de enero del 2001 del penal de Puente Grande, en Jalisco. Con la ayuda de un custodio que lo idolatraba, al que de un momento a otro le pidió el favor de liberarlo, a lo que contestó poniendo a Loera en el interior de la cajuela de su automóvil (aunque la versión oficial siempre señaló a un ropero o a un carro de lavandería como los objetos y vehículos de la espectacular fuga, a la que el entonces presidente Vicente Fox explicó como que le habían metido un gol).
Mucho se ha escrito de su papel como fundador de la Alianza de Sangre mejor conocida como Cartel de Sinaloa, de su escape de la muerte el 24 de mayo de 1993 a una emboscada tendida por sus narcos contrincantes (los hoy asesinados o encarcelados hermanos Arellano Félix) en el aeropuerto de Guadalajara, en la que resultó rafagueado y asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, de su captura unas semanas después en Guatemala, donde a pregunta expresa sobre la naturaleza de su profesión, respondió que lo suyo era el campo y ser agricultor, del ranking que la revista Forbes le dio al exponerlo como uno de los hombres más ricos del mundo en el 2009, de su más reciente huida de las fuerzas federales en octubre del 2015, donde la leyenda cuenta que logró fugarse después de haber caído por una cañada y herido de la pierna y el rostro.
Pero hoy ocho de enero del 2016, siendo la una y media de la tarde, diversas informaciones cibernéticas aun sin confirmar señalan que la nueva captura del Chapo se dio en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, en un operativo donde murieron cinco pistoleros del narcotraficante.
Por lo pronto, en espera de que se le presente al narcotraficante nuevamente ante los medios de comunicación, las especulaciones se dan a raudales en la opinión pública y en las redes sociales, y las cuales van desde si ahora si Guzmán Loera será extraditado a una cárcel de los Estados Unidos como el gobierno de aquel país lo viene solicitando desde hace años, o si el gobierno federal volverá a encerrar nuevamente a Loera en una prisión de la que tarde que temprano puede que se acabe escapando por tercera vez.