Por Vanguardia
“Ver el Istmo lleno de tehuanas por las fiestas me enamoró. Curiosamente la gente del norte de México y yo mismo alguna vez, pensamos que allá se disfrazan, pero son las vestimentas que ellas mismas cortan, es algo normal pero que era increíble para mi porque solo había visto eso en fotografías de Frida Kahlo”, confesó.
Y aunque asegura que todas sus fotografías se vuelven especiales por motivo diferente, la experiencia de hacer ‘La tehuana con el torito’ le dejó como resultado no sólo el retrato de sus sueños, sino una reflexión importante.
“Tenía más de un año con esa imagen en mi cabeza. Si en esa ocasión me iba de Oaxaca con solo esa imagen, con eso me bastaba, pero no sabía lo que tenía que hacer, quién sería la tehuana ni los muchachos” recordó.
Poco a poco el contacto con la gente le permitió saber sobre un cuetero en un municipio lejano, por lo que se aventuró a buscarlo y tras muchas dificultades terminó encontrándolo.
“Estaba en una callecita muy chiquita y me preguntó lo que necesitaba. Dijo que lo hacía pero cuando estaba ya muy lejos me di cuenta de que no me había pedido ni el nombre, ni el teléfono o algún anticipo y empecé a dudar pero dije si los tiene bien, si no ya me amolé”.
Pronto se encontró otra persona que le aseguró conocer a una muchacha con un vestido hermoso, y que también conseguiría a los muchachos.
Con preocupación fue en búsqueda de lo toros y el señor lo había hecho. Temeroso montó su equipo y la escena en espera de la tehuana y también llegaron.
“La vi y dije es perfecta, y lo muchachos también. Después fue una cuestión muy rápida, esperamos a que anocheciera, les dije cómo posar, hice dos tomas y quedó listo el retrato”, contó aliviado.
Esta experiencia le recordó él sentido de lo que hace y le hizo ver que aquella fotografía era el resultado de la confianza.
“Yo mismo no hubiera hecho nada para nadie que me dijera que volvía luego por ello sin más, en la ciudades ya tenemos el chip de ser malpensados. Me hizo pensar en qué momento perdimos aquello en donde la palabra era la palabra y todavía podías confiar en las personas”, confesó.
Quizá es por esta y muchas otras experiencias que Diego quiere plasmar en su gráfica ese México que es tan real como la delincuencia, la política y la insatisfacción que opacan todo aquello que existe en un país como este para enorgullecerse.
“Creo que mis fotografías son bonitas, pero no desde el punto de vista técnico. Me refiero a que hay tanta temática en México, tantos mundos que se viven diariamente. Son de personas reales que vistieron sus indumentarias para posar ante mi, son sus creencias, sus tradiciones, su orgullo y es el México que muchas veces olvidamos que existe y que es tan actual como lo problemas”.
Huerta finalizó mencionando que espera volver a Oaxaca este año para visitar la sierra o quizá volver al Istmo, en búsqueda de retratar un poco más del vasto mundo alrededor de la tehuana.