El abismo y el salto

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Por Rodrigo Islas Brito

La gran apuesta (EUA, 2015) es la puesta al día de la herencia maldita del capitalismo más salvaje, que al costado debe dictar algo así como un “no importa cuán miserables vuelvas los demás, sino cuan millonario tú te vuelvas”.

“Yo nunca les dije que era el héroe de la película “nos dice el narrador Jared Vennet (un Ryan Gosling más energético de costumbre) al recibir su chequesote de 46 millones de dólares cómo comisión tras haber vuelto a los millonarios, trillonarios y a los clase medieros, homeless descarnados durante el quiebre financiero que en el 2008 estuvo a punto de mandar por completo el sueño americano a los anales de la mierda.

Adam McKay, cineasta que hasta ahora solo había acompañado los vehículos estelares del comicastro Will Ferrell (Anchorman 1 y 2, Los otros tipos) agarra plena forma para superar la simple y llana bufonada, logrando cohesionar una historia repleta de términos de corredor de bolsa que nadie entiende, pero que a la larga todos terminamos sufriendo.

McKay y su guionista Charles Randolph logran traducir toda la palabrería mercantil del libro original de Michael Lewis, con métodos raudos e irremediables, como una subyugante Margot Robbie como una todavía más subyugante Margot Robbie explicando en las burbujas de una tina, los principios de la avaricia cultural irremediable (tornando el detalle en un más que claro homenaje al Lobo de Wall Street, cinta de Martin Scorsese con la que muchos han comparado esta película , pero que en realidad aborda las infamias monetarias de Wall Street con un ánimo reflexivo, que poco tiene que ver con la apología que el autor de Taxi Driver realizó sobre el pozo sin fondo de las muy gabachas ganas de tener, tener y seguir teniendo) .

Esta apuesta se sostienen en las actuaciones más que competentes de Christian Bale , como un Steve Jobs (papel que el actor dejo el año pasado en manos de Michael Fassbender ) de las finanzas que no sabe lo que es la ironía, de Steve Carell , como un corredor de bolsa deprimido que odia y ama su trabajo, alarmado ante la voracidad del tamaño de la mordida del monstruo banquero americano, pero presto para quedarse con las sobras que este arroje sobre su mesa, y de los jovenazos John Magaro y Finn Whitlock , veloces y graciosos como unos Cheech y Chong de la mandíbula bursátil, prestos por internarse en sus fauces , pero algo sorprendidos a la hora buena en su alcance destructor.

Esta es una apuesta que le ha salido bien a McKay. El tema que ha abordado, esa relación entre acción y destrucción que entrañan las bases caníbales del American Way of Life están citadas en esta cinta de manera inmejorable.

“Dime la diferencia entre estúpido e ilegal y mandare a arrestar al hermano de mi esposa” , dice el sincero Vennet-Gosling en una reunión social entre puro pájaro lobotizado de cuenta.

Uno no puede pensar más que el no héroe de la película, no se está refiriendo solamente al menso de su cuñado, sino tal vez al grueso de su país entero.