Por La Crónica
El médico y profesor de la UNAM platica sobre su reciente libro Dolor de uno, dolor de todos; señala que “el país tiene un dolor colectivo y no sé cuánto más puede seguir así, porque nos partió en dos naciones que cohabitamos: más de la mitad de la gente es pobre y su destino se limita a la palabra `hoy´, porque difícilmente piensa en el mañana, mientras unos pocos tienen grandes riquezas
Hoy tenemos un mundo muy enfermo por el sufrimiento generado por diferentes situaciones y, por lo consiguiente, México también lo está. “El país tiene un dolor colectivo y no sé cuánto más puede seguir así, porque nos partió en dos naciones que cohabitamos: más de la mitad de la gente es pobre y su destino se limita a la palabra ‘hoy’, porque difícilmente piensa en el mañana, mientras unos pocos tienen grandes riquezas”, señala Arnoldo Kraus.
Y paralelamente, añade el médico y profesor de la UNAM en entrevista sobre su reciente libro Dolor de uno, dolor de todos, está el sufrimiento por los desplazados y los desaparecidos que también le corresponde a todos. El volumen fue prologado por el ensayista Francisco González Crussí.
La entrevista se realiza en su consultorio y señala que este ensayo es una reflexión personal sobre el dolor, desde la medicina y lo sociológico, “porque es parte innata de la vida, desde el nacimiento y en cualquier etapa de la existencia, y aunque éste no es necesario para vivir, sí es una ventana que lleva al ser humano a otro estadio”.
—¿Qué es el dolor en la vida cotidiana?
—La palabra que escucha más un médico en el consultorio es dolor. Pero no solo el médico, también todos porque forma parte de la vida y está imbuido en el ser humano y la sociedad.
El título del libro Dolor de uno, dolor de todos, que me costó trabajo, es como una biodireccionalidad en la que el dolor de uno es de todos, porque corresponde a todos tratar de aliviarlo. Por ejemplo, en los partos, las mamás afortunadas económicamente también sufren, y no hablemos de las mujeres pobres. Desde el nacimiento existe, quizás en los bebés no, aunque no lo sé, y siempre es obligación médica enfrentarlo y tratar de aliviarlo o paliarlo.
—¿El dolor es como un cisma en el ser humano?
—Creo que cuando uno es joven o en la adultez temprana se piensa poco en la muerte por razones de edad, o en el dolor porque a lo mejor nunca has sido víctima de éste, pero un tema recurrente es si es necesario para vivir o si hace modificaciones en las personas. Pienso que quien lo sufre y lo acerca a la muerte, por ejemplo, al estar un mes en terapia intensiva en un hospital y logra vencerlo, retoma la vida y, al hacerlo, se da cuenta de que no es invulnerable ni inmortal, que estuvo en peligro de morir, y esto transforma y te puede convertir, no siempre, en una persona diferente y a veces en mejor ser humano.
Esencialmente, mejor persona o diferente, porque asumiste situaciones que no conocías o que querías ser indiferente y que te abren la puerta interna: ver qué pasó contigo en la vida, cómo eras y cómo eres hoy, qué quieres y que no, qué lograste y que no. Son una serie de grandes reflexiones y por eso muchas de estas personas se convierten en guías o en seres resilientes que hacen de algo malo algo bueno. A muchos enfermos les pasa eso y ayudan a otros a emular su comportamiento y mejorar su situación.
—¿El dolor es necesario para vivir?
—No, no es necesario, es una circunstancia y puede ser una ventana para crear algo: obras poéticas, de pintura, de danza o cine. Cuántas veces están escritas las palabras dolor, suicidio o muerte en alguna novela.
—¿Y el dolor en México?
—Hoy el mundo está muy enfermo y México también por mil razones. Es un dolor colectivo y que no sé cuánto más puede seguir o cuánto más podemos seguir cohabitando en los dos países en los que está partido México.
Más de la mitad de la gente es pobre o muy pobre y el tema para ellos significa la palabra “hoy”, porque difícilmente piensan en el mañana. Su objetivo es sobrevivir cada día y no creo que tengan más metas, mientras unos pocos tienen grandes riquezas. Y qué hacer con eso. Todos somos testigos de esto y estamos cohabitando de una manera muy enferma.
Es imposible decir que uno está muy bien, cuando el país está muy enfermo, porque la razón fundamental de lo anterior, independientemente de que el mundo esté mal, es la clase política que tiene al país sumido en el pantano en que está.
Escuchamos los discursos de los gobiernos que no muestran al México profundo y real, donde 23 personas mueren de hambre al día, lo que es el máximo fracaso.
Lo único que pienso que podría ayudar a revertir esta situación, porque no creo que podamos seguir así 50 o 100 años más y llegar a ver muertes en las calles por disputa de bienes, es hablar a los alumnos desde la primaria hasta el posgrado de ética laica, no religiosa, porque esta segunda puede ser cristiana, católica, judía o musulmana y crea diferencias que separan.
Entonces, se trata de una ética donde se les muestre a los alumnos la importancia del ser humano, de que se tiene que mirar y saber de los otros, los que están en diferentes condiciones económicas y sociales. Eso podría paliar esta enfermedad que tenemos ahora en México y en el mundo. Y no hay que disculparnos de que por lo mal que está el planeta, nuestro país está así.
—¿El alma mexicana está adolorida?
—Hablo mucho del dolor del alma, porque un cuadro depresivo, de estrés, ansiedad, angustia, nostalgia o tristeza produce dolor. No porque el alma no se toque o no se vea que tiene una fractura o úlcera, esto no quiere decir que no duela mucho. Y esto se tiene que tratar de paliar y mejorar hasta donde se pueda. Porque considero que el alma mexicana sufre, porque hoy la supervivencia cotidiana de muchos mexicanos es suficiente tema para ver esto.