Arzobispo de Oaxaca suspende a cura que denunció a pederasta

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Por Milenio

José Luis Chávez Botello, arzobispo de Oaxaca, suspendió al sacerdote Apolonio Merino, quien antes denunció al cura Gerardo Silvestre Hernández por haber abusado sexualmente de niños indígenas, señalaron ayer organizaciones civiles y familiares de las víctimas.

Además, aseguraron, el prelado de Oaxaca encubrió al pederasta, ya que no envió todas las pruebas del caso al Vaticano ni escuchó a las víctimas, que suman al menos 100 niños, por lo que el pederasta fue exculpado en el proceso de investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aunque las autoridades de la sede pontificia no contaron con la documentación necesaria, la procuraduría estatal sí, por lo que Gerardo Silvestre Hernández se encuentra recluido desde 2013 en el Centro de Reinserción Social número 2 de Tlaxiaco por el delito de corrupción de menores.

Ayer, en la ciudad de Oaxaca, se hizo público el caso en una conferencia de prensa presidida por Alberto Athié —ex sacerdote que ha denunciado diversos casos de pederastia clerical—; el cura suspendido, Apolonio Merino, y Alejandro de Jesús, integrante de la Red Foni que desde hace más de dos años ha exigido justicia para los niños que sufrieron abuso sexual.

Apelan ante El Vaticano

En la conferencia difundieron una carta de apelación enviada el 23 de noviembre de 2011 al arzobispo Luis F. Ladaria, miembro de la Congregación para la Doctrna de la Fe, por un grupo de sacerdotes que lamentaron que se exculpara a Gerardo Silvestre Hernández, ya que “desde el seminario se sabía que era homosexual e incluso se le solicitó al arzobispo Chávez Botello que no lo ordenara”, aseguraron.

En el texto narran que en 2006 se realizaron las primeras demandas por los casos de pederastia en la parroquia de Santiago Camotlán, pero en ese entonces el arzobispo lo trasladó a la parroquia de Villa Alta.

En ese templo Gerardo Silvestre Hernández cometió otros abusos sexuales contra niños, los cuales se denunciaron nuevamente a Chávez Botello a través del sacerdote Apolonio Merino, quien solicitó que se reuniera con las víctimas, pero el prelado se negó a recibirlas.

Ante las denuncias que presentaba Apolonio Merino, el obispo auxiliar Óscar Campos le advirtió que no tenía por qué recibir a las víctimas y testigos, que eso solo le correspondía al obispo, y le advirtió que “ante esa forma de actuar estaba propiciando la división del clero”.

Alegaron calumnia

De una investigación que realizó el arzobispo de Oaxaca se obtuvo como resultado que el diácono Ángel Noguera, así como Apolonio Merino, “eran los que habían levantado tal calumnia”.

Como consecuencia, Noguera “fue castigado y enviado a su casa sin darle un oficio más, regando la versión de que el diácono no quería aceptar nada”. Posteriormente, fue citado y se le aconsejó “desdecirse diciendo la verdad al obispo”, pero se negó a eso y continúa “su castigo en su casa”.

Chávez Botello mandó al sacerdote Apolonio a la parte más alejada de Villa Alta en la mixteca, asignándole la parroquia de Santa María Yolotepec. En ese territorio el vicario difundió “la versión de que el padre no era de fiar, porque él había sido el inventor de la mentira contra el padre Silvestre”, señalaron las víctimas del pederasta.

Por la constante negativa de las autoridades clericales se integró un grupo de presbíteros de la Arquidiócesis de Oaxaca, quienes le entregaron información al nuncio apostólico; sin embargo, pese a los intentos de que se investigara a fondo, “el arzobispo logró encubrirlo y por eso los sacerdotes lamentan la resolución”, señalaron.

No obstante, “el hecho es que ahí está la mayoría de indígenas y pobres, con miedo muchos de ellos a la autoridad eclesiástica que les impide denunciar el abuso que sufrieron y el dolor que todavía padecen”, señalaron en la carta enviada al Vaticano y firmada por 11 presbíteros.

En la conferencia de prensa Apolonio Merino expuso: “Me tocó escucharlos, atenderlos y decirles que, como era un delito grave que debe ser atendido por el arzobispo, tomé la tarea de comunicarlo, pero nunca se le dio credibilidad y siempre se minimizó”.

Delito grave

Debido a la misma gravedad de la falta, abundó, “hay que denunciarla ante los distintos niveles, a la fiscalía y al arzobispo. Esa fue mi única función, escuchar y acompañar”, destacó.

El decreto de suspensión que entregó a Merino la Arquidiócesis de Oaxaca señala: “Se le informa que la comunidad eclesial sufrió grave detrimento por su falta de sinceridad, lejanía con sus superiores y la integración a la vida diocesana y no afrontar con sinceridad los problemas graves de con su vínculo”(sic).

Merino dijo que, según la carta de la arquidiócesis, “por mi manera de conducirme rompo con la comunidad eclesiástica, cuando mi deber es ser colaborador del obispo, como lo era decirle que eso está sucediendo, por atreverme a hablar de lo que pasa viene la suspensión”.

Merino concluyó que “a los que tomamos parte de este caso nos difaman, intimidan, hostigan y amenazan; ahora me quedo sin chamba y además (han difundido) que no me contraten porque estoy loco”.

Alberto Athié, conocedor del derecho canónico, explicó que a Apolonio no se le abrió una investigación y no se le permitió defenderse de las acusaciones, por lo que se le sanciona sin debido proceso y se le suspende “con mentiras y difamaciones, acusándolo de dividir a la iglesia”.

También informó que en estos días se entregará una carta a la nunciatura para que se la den al papa Francisco a fin de enterarlo de que la pederastia sigue vigente en el país.