La denuncia de la Comisión de la verdad, en voz del Padre Solalinde, acerca de la existencia de viviendas con fosas clandestinas que explicarían las desapariciones del 2006 y 2007, constituyen una verdadera bomba que ya estalló aunque no se le quiera hacer caso. Ya la opinión pública nacional o internacional se encargará del escándalo que puede alcanzar a más de un gobierno estatal.