Presbítero denunció al arzobispo Chávez Botello por amenazas; sufrió atentado

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Por La Jornada

A punto de cumplir 40 años de sacerdocio, Manuel Arias Montes ha acusado judicialmente por amenazas al arzobispo José Luis Chávez Botello, a quien considera que también debe investigarse como cómplice y encubridor de pederastia clerical que durante años se cometió en la sierra zapoteca contra cuando menos 45 niños o adolescentes indígenas.

Titular de la parroquia La Inmaculada de Juquila, en un sector popular de la ciudad capital, el presbítero Arias Montes (nacido en Tlaxiaco, doctorado en teología por la Universidad de Tubingen, en Alemania) narra a detalle a La Jornada un atentado en su contra (cortaron las mangueras del sistema de frenos de su auto), visitas amenazantes a su sede, pintas injuriosas, acusaciones de mujeriego, un robofantasma a su oficina, la creación de un ambiente de descalificación y, finalmente, la calumnia de presunta violencia intrafamiliar ante la Procuraduría estatal de Justicia, con la intención de encarcelarlo y propiciar su suspensión en el ejercicio religioso.

Ante ello, Arias Montes presentó ante la Procuraduría de Justicia de Oaxaca la denuncia por amenazas, bajo la clave 78/AEI/2016, contra el arzobispo Chávez Botello, apoderado legal de la arquidiócesis de Antequera-Oaxaca, Francisco Wilfrido Mayrén Peláez (conocido como padre Uvi) y Alma Delia Gómez Soto. El abogado que representa a Arias Montes es Israel Ochoa Lara, miembro de Asesoría Jurídica Popular.

El presbítero Arias Montes ha sido el principal defensor de los casos de cuando menos 45 indígenas menores de edad que sufrieron abuso sexual del que acusaron a Gerardo Silvestre Hernández, sacerdote privilegiado y protegido por el arzobispo Chávez Botello. Las acusaciones contra el presunto agresor sexual fueron presentadas de viva voz y por escrito por un grupo de sacerdotes, entre ellos Arias Montes. Desatendidos, recurrieron a El Vaticano, donde declararon ajeno a los cargos a Silvestre Hernández, quien desde 2013 está en la cárcel, aún sin sentencia, por esos hechos que la autoridad religiosa se niega a aceptar como verdaderos.

No voy a callar más, dijo Arias Montes, quien asegura que autoridades oaxaqueñas se convierten en acólitosde cabilderos eclesiásticos como el mencionado padre Uvi, a quien en el transcurso de la entrevista menciona en varias ocasiones como turbio operador de instrucciones para proteger la pederastia clerical en el caso de Silvestre Hernández.

Considera el cura oaxaqueño que las maquinaciones judiciales en su contra son la respuesta a que ha “defendido a los niños de la sierra, quienes estaban siendo masacrados violentamente, de esa forma tan agresiva, que Benedicto XVI llama ‘crimen abominable’, de la violación corporal, mental sicológica y espiritual (…) por haberme atrevido a defenderlos junto con mis otros compañeros, ahora soy objeto de persecución por los mismos que los han encubierto”.

En la parroquia donde ejerce, con murales que no eluden el pasado indígena en la construcción del catolicismo actual, y representaciones gráficas de los obispos Bartolomé Carrasco, Samuel Ruiz y Óscar Arnulfo Romero, el presbítero Arias Montes asegura: “no voy a permitir que me encarcelen o me maten, en contubernio con autoridades civiles. Y no quiero dejar la Iglesia, soy sacerdote por convicción, y si el arzobispo, que acaba de renunciar a la diócesis (por haber cumplido 75 años), si él decide hacer algún proceso legal dentro de la Iglesia, estoy dispuesto a defenderme en esa instancia. Voy a tener que defenderme aparte por un asunto civil que nunca imaginé, que es una sarta de calumnias, pero no voy a salir de la Iglesia para dejarla en manos del padre Uvi ni que me corten la cabeza”.

En el día de inicio de la cuaresma, Miércoles de Ceniza, finaliza puntualizando que si fuera necesario hablar, ir adonde quieran, pues adelante. Espero que la Procuraduría estatal le dé atención no sólo a las acusaciones en mi contra, por presunta violencia intrafamiliar, sino también a lo que tanto se ha denunciado, de proteger la pederastia clerical, de lo que hay acusaciones y pruebas. Si la ley es pareja, que se indague. Si investigan al arzobispo, también que lo hagan conmigo.