Mujeres comprometidas con la educación para personas adultas

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Por Comunicado

Teotitlán del Valle, Tlacolula.- En el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora cada 8 de marzo, el Director General del Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA), Modesto Pineda Romero, reconoció la gran labor que realizan las colaboradoras de esta institución, para disminuir el analfabetismo y rezago educativo de Oaxaca, así como a las mujeres jóvenes y adultas que aún con responsabilidades laborales o familiares, aprenden a leer, escribir o concluyen su educación básica.

“Reconozco el entusiasmo y profesionalismo con la que trabajan las mujeres que integran el IEEA, ya que gracias a su labor nos colocamos en los primeros lugares a nivel nacional en atención, alfabetización y conclusiones de nivel básico”, afirmó.

Actualmente, el IEEA cuenta con 6 mil 205 mujeres asesoras educativas y mil 640 asesores; también se tiene el registro de 118 mil 464 mujeres jóvenes y adultas incorporadas a los servicios educativos, mientras que 34 mil 390 son hombres.

En este sentido, el funcionario expresó que en el IEEA se pueden encontrar historias de mujeres que con entusiasmo colaboran en mejorar las condiciones de vida de sus comunidades, en la preservación de la cultura, el acceso a los derechos y sobre todo en incrementar el nivel educativo de las y los jóvenes.

Érika Belén Mendoza es asesora del municipio de Teotitlán del Valle y es una de las mujeres que a sus 22 años de edad colabora en la Coordinación de Zona Tule – Tlacolula.

En entrevista, la también artesana del taller Soy Zapoteco compartió su experiencia como asesora en el Círculo de Estudio de esta comunidad denominada Cuna del Tapete.

-¿Por qué decidiste ser asesora?

-Es mi vocación, descubrí que puedo enseñar a las demás personas, soy muy paciente al explicar los contenidos. Mis educandos me dicen que enseño muy bonito, eso me agrada para seguir en esta hermosa labor. Entre ellos se invitan para hacer más numeroso el grupo, desde que inicié dando clases, siento que son los meses más felices de mi vida.

-¿Cuántos educandos tienes en tu Círculo de Estudios?

-En total son 22 educandos, 17 son mujeres, la mayoría son amas de casa, preparan comida para vender y algunas van al campo a recolectar calabazas para venderlas en el mercadito, 5 se dedican a tejer lana.

Al igual que ellos yo también soy de familia de artesanos, sé contar cada hilo que atraviesa el peine o preparar el tinte para teñir las madejas. A los ocho años aprendí el oficio que se realizaba desde antes de la conquista, según platican los abuelos. Primero  se tejía en telar de cintura, después comenzaron a trabajar en el de pedal, los frailes fueron quienes implementaron este método y ahora el 80 por ciento de la población utiliza la herramienta.

-¿Cómo distribuyes el tiempo entre la actividad artesanal y de asesorías?

-Trabajo toda la mañana en el proceso del tejido de tapetes y a partir de las 17 horas, de lunes a viernes imparto las asesorías. Hay personas que están más avanzadas que otras, por lo que a quienes se les dificulta el aprendizaje les dedico un poco más de tiempo para explicarles a detalle cada actividad.

-¿Qué estrategias utilizas para que las personas mayores de 15 años sigan estudiando?

-Lo que me ayuda mucho es que hablo zapoteco, principalmente con las señoras mayores de 50 años que no se expresan bien en español, a ellas les enseño en nuestra lengua. Mis explicaciones son en idioma materno, les trasmito el significado de las palabras, su pronunciación y escritura. Cuando ya las veo cansadas cambio la dinámica, todo lo relacionamos con el campo y la cotidianidad.

-¿Quiénes te enseñaron el tejido de tapetes?

-Mi bisabuelo Arnulfo le enseñó a mi abuelo, por eso conservamos el primer telar que tiene más 120 años de antigüedad. Mi abuela Albertina Martínez, desde pequeña aprendió el hilado y a sus 69 años lo sigue practicando, de ella aprendí el cepillado de la lana de borrego, para después formar el hilo. Mi padre, Arnulfo Mendoza, aprendió de su papá don Horacio Mendoza  y mi madre Estéfana Méndez también sabe tejer en telar de pedal

-¿Qué mensaje le darías a quienes se dedican a la labor educativa?

-A mis compañeras asesoras les comparto la vocación de ayudar a nuestras comunidades, porque sabemos lo satisfactorio que es ver a las personas cuando aprenden a leer y escribir, el proceso que llevan hasta obtener su certificado de primaria o secundaria. Compartir conocimientos es una experiencia muy valiosa.

Las personas mayores tienen muchos conocimientos empíricos y nosotros los enriquecemos con la información que viene en los libros y ellos nos comparten sus experiencias. Por ejemplo Doña Rufina está aprendiendo a leer y escribir y me enseña algunas técnicas en el tejido.

En Teotitlán del Valle se entrelazan los hilos de algodón con palabras escritas por artesanas

Entre casas de amplios patios que albergan telares de pedal, se entretejen hilos que dan forma a los tapetes de lana, elaborados por las hábiles manos de las y los pobladores de Teotitlán del Valle. El municipio ubicado en el Valle de Tlacolula, es conocido a nivel internacional por sus diseños en textil, los famosos tapetes.

Teotitlán en lengua náhuatl significa, “Lugar de Dioses”, tiene una población total de 5 mil 638 habitantes, gran parte de ellos se dedican a elaborar artesanías.

La señora Rufina Chávez Martínez ha pasado gran parte de su vida entre telares y desde hace un año, cuando decidió aprender a leer y escribir, complementa sus herramientas de trabajo con libros.

A sus 47 años de edad trabaja en el diseño de artesanías de textiles, pero en sus tiempos libres toma asesorías para reforzar la escritura y lectura con el módulo de alfabetización La Palabra.

Relata que por falta de recursos económicos no pudo asistir a la escuela: “Desde chiquita me pusieron a hacer las tortillas desde temprano, terminaba de hacer mi trabajo muy cansada y eso me desanimó, por eso no asistía a clases. Pero gracias al programa del IEEA me doy cuenta que todo esto nos sirve, ahora ya puedo sumar, restar y multiplicar cuando vendo mis tapetes y al ir de compras es mejor hacer las cuentas escribiendo en el papel, además de que las maestras de la escuela de mi hija nos dicen que las ayudemos a estudiar”.

Al terminar las labores artesanales y el sol se empieza a despedir, doña Rufina Chávez se reúne con su esposo y dos hijas, una de 8 años de edad y la otra de 27, para realizar sus respectivas tareas escolares.

Julieta, la mayor de sus hijas, los apoya resolviendo dudas. La noche es la que más disfrutan porque intercambian puntos de vista y conocimientos, después preparan la cena para luego disfrutarla en familia.